Desde los últimos meses y en especial desde la llegada al poder de Macri en Argentina, se han condicionado las voluntades dentro del MERCOSUR, para aplicar el Protocolo de Ushuaia a Venezuela, del mismo modo que se hizo con Paraguay en 1999. Las presiones y amenazas contra Venezuela por parte de los gobiernos (Neo) liberales, no hacen más que allanar el camino para el inicio de nuevas intervenciones en Latinoamérica. Es extraño observar como la lógica regionalista de los países miembros de este pacto de integración, regurgita las denuncias internacionales en contra de la afectada nación venezolana, sin considerar los acuerdos bilaterales existentes. Durante los pasados días, el anhelo conspirador de los presidentes Temer, Macri y Vásquez ha llegado a puerto y han aplicado dicho protocolo a la golpeada Venezuela. Sin embargo, la aplicación de la “cláusula democrática”, no debe confundirse ni mal interpretarse, pues se trata de una presión de tipo política que escapa - por ahora- a las restricciones y sanciones de tipo económico, como cualquiera podría deducir dada la naturaleza del MERCOSUR. Estamos hablando de una aplicación sancionatoria que busca aislar al país desde un punto de vista recriminatorio y en respuesta directa al triunfo electoral vivido en Venezuela el fin de semana recién pasado. La Asamblea Constituyente venezolana, ha sido denunciada por la comunidad internacional, no obstante se debe tener una apreciación clara de las consecuencias que pudiese tener para la región Latinoamérica el sancionar a un país que ha estado desarrollando lo previsto en su propia Constitución. Los alcances históricos, en términos de intervención internacional podrían ser fatales. Hace años que la intervención militar foránea se ha alejado de América Latina, y se ha concentrado en Medio Oriente y en sus recursos naturales. Desde los años 90s la política exterior norteamericana ha intervenido por otros medios el desarrollo de las democracias latinoamericanas. La política hemisférica también- se pensaba - se había fortalecido durante estas décadas de “semi- autonomía”, No obstante las muestras de condescendencia con la potencia norteamericana son preocupantes, puesto que son capaces de iniciar un nuevo periodo de intervenciones, denominadas “legitimas” y que buscan establecer un orden interno pero desde fuera, sin consideración de las formas auténticas y autónomas de los venezolanos, ya sean opositores o chavistas. En mi opinión, los conflictos políticos internos del pueblo venezolano no tienen otra solución que utilizar sus propios mecanismos institucionales respaldados constitucionalmente para reconstituir su “propia” democracia. Es decir, no es sino la propia Asamblea Constituyente la que debe poner los cimientos para la reconstrucción institucional y el aseguramiento del Estado de Derecho en Venezuela. Esta Asamblea Constituyente estaba prevista en la Constitución Bolivariana, la misma Constitución que el MUD defiende en sus encuentros titulados “Salvemos la Constitución”. Algo que no deja de ser contradictorio y curioso…
Otra alternativa llevaría a la polarización absoluta y mortífera del pueblo venezolano en su conjunto. Si observamos las posibles soluciones, ya sean un Golpe de Estado liderado por el MUD y respaldado por las Fuerza Armadas, que no harían más que ejercer una represión pos-golpe, y que tal como la historia de las dictaduras latinoamericanas demostró, nunca estará exenta de cientos de vicios, violencia y represión, lo que dejara sin duda fisuras históricas en su historia patria. ¿Y luego de eso que? Dos bandos seguirán combatiendo, pues el poder sólo cambiara de mano, la lucha continuaría. La otra opción, y es la que mayores consecuencias podría traer para el resto del planeta- porque este ya es un tema de índole mundial- es la expansión de los puntos “permitidos” para la intervención militar foránea. Y no sería otro más que el gigante norteño quien operaria de policía internacional, como lo ha señalado el General Kelly, es una misión pura y noble: “hay que tutelar las democracias de Latinoamérica”.
Obviamente, no se debe saber mucho de política internacional para saber las formas en que opera la “tutela” de la potencia norteamericana. Luego de aceptada y realizada la intervención, esta jamás será breve, dado que su intervención no sólo es política, sino que de índole estructural, controlando incluso los procesos de transición. Su tutela dura largos años. Ese tipo de modelo intervencionista, es el que buscan los países que hoy expulsan y le dan la espalda al pueblo venezolano. Los golpes que pueda sufrir producto de esta sanción multilateral, afectan en poca medida el gobierno de Maduro, y no será sino el pueblo, el ciudadano de a pie, el oficialista y el opositor, aquellos que se verán más afectados con este aislamiento regional.
Hugo J. Castro ValdebenitoProfesor del Departamento de Historia.Universidad de Playa AnchaBecario CONICYT en Magister en Relaciones Internacionales. PUCV