La gesta heroica de Arturo Prat y sus hombres, a bordo de la Esmeralda en la rada de Iquique un 21 de mayo de 1879, hecho histórico que motivó en algún momento la denominación del “mes del mar”, cubre con su manto otras tantas efemérides nacionales, si no olvidadas, al parecer carentes de significado tan potente como aquél.
Los de mi generación recordamos que ese día del año 1960 y los siguientes marcó la irrupción del infausto y aterrador terremoto que causó la casi total destrucción de Valdivia y Puerto Montt, sólo por nombrar los núcleos principales de sus efectos. Junto con el de Chillán en 1938, fue considerado el más destructivo en la historia de Chile. Sumemos, por último, el ocurrido un día 13 del mismo mes, pero en 1647, que dejó a los santiaguinos con una suma superior a las 1.000 pérdidas humanas entre heridos y muertos, junto a la destrucción casi total de la ciudad. No cabe duda que es poco conveniente recordarnos de los infaustos; el combate de Iquique sumó una pérdida importante de vidas y un resultado adverso en una contienda desigual. Pero fue Carlos Condell en la Covadonga el que triunfó al enfrentarse con el mayor acorazado con que contaba Perú al inicio de la guerra, allá en Punta Gruesa.
¿Y qué me dice Ud. de la muerte del guerrillero insigne, Manuel Rodríguez, alevosamente asesinado un día 26, pero de 1818? Hasta el presente, se elude la pregunta de quién emanó la orden para hacer cumplir tan alevosa misión. Hubo, por cierto, una investigación y juicio consecuente, pero el trámite se diluyó en el tiempo, al igual que el nombre de quién efectuó el disparo mortal.
Para nuestra Región, un hecho positivo. El día 12, pero en 1882, nació en Tongoy el poeta y novelista Víctor Domingo Silva, una de las glorias olvidadas de las letras  nacionales. Su poema “Al pie de la bandera” aún es recitado en ceremonias públicas y escolares. Durante la dictadura se le eliminó un verso:
“Yo sé bien que a más de un pobre desterrado / toda el alma en un sollozo has arrancado / cual se arranca el duro hierro de una herida, / cuando errante por naciones extranjeras / con su fardo de dolor / ha observado que entre un bosque de banderas  / sólo falta la que amó toda su vida…
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