Sin dudas, su liderazgo en esta segunda oportunidad de Gobierno, alcanzando el 54,6% de los votos, comenzó con un estilo distinto. Aplicando la política monetaria del “redondeo”, somos casi 4 millones de chilenos que estamos atentos y siempre dispuestos a cooperar en el cumplimiento de su programa.
Durante su campaña, junto a otras promesas, estableció una “Propuesta Nacional por la Infancia”, cuyo detalle contenía 15 puntos para asegurar, que nunca más en Chile tuviéramos que lamentar la muerte de 1.313 niños en organismos colaboradores o propios del Servicio Nacional de Menores (SENAME). Algo que ocurrió en el gobierno pasado. Lamentablemente, no fueron los únicos muertos en un organismo del Estado. También hubo 4 muertos en la Cárcel de Punta Peuco. Ancianos y desahuciados enfermos -esperando el indulto presidencial- murieron encadenados, no solo a sus catres de moribundos, sino también cautivos a la salvaje venganza de la izquierda. Un inhumano castigo que afecta principalmente a sus familias. Ellas son las que verdaderamente sufren al ver morir, sin piedad y sin cumplimiento de los tratados internacionales, a un esposo, a un padre a un abuelo o a un amigo.
Es cierto, ante la situación de cualquier servicio creado por el Estado para asegurar, vigilancia, custodia, amparo o protección, resulta impresentable que ninguna autoridad “tome el toro por las astas”. Ningún niño y también, ningún anciano, debería morir en tan sórdidas y deshumanizadas circunstancias.
Señor Presidente, en lo particular y al menos hasta hoy, con el respeto, humildad, sin color político y como un simple ciudadano que ama a su Patria, solo podría felicitarlo. No por la reactivación de la economía o por los acertados proyectos en cuanto a seguridad y medidas contra el terrorismo sino, principalmente, por haber puesto por delante el tema de la “infancia vulnerada”, dando cuenta de su humanidad, liderazgo y voluntad para cumplir con lo prometido.
Christian Slater Escanilla.
Coronel en retiro del Ejército de Chile.