Mi amigo Zahur Klemath hace algunos años organizó la Feria del libro digital de New York donde participaron más de 150 editoriales del mundo y se conocieron novedades en torno al libro electrónico, dispositivos de lectura, herramientas y aplicaciones.
En 1993 desarrolló un software para permitir la lectura electrónica de un libro digital, también publicó el primer libro en este formato: On Murder de Thomas De Quincey, y ese mismo año ofreció los primeros 50 libros digitales almacenados en disquetes bajo el formato DBF (Digital Book Format).
Durante las últimas semanas hemos estado conversando por skype acerca de la importancia del libro digital, sus implicancias, los proyectos que ha desarrollado por años y que le permiten ser un pionero en estos temas. Asimismo por mi parte le he estado comentando sobre la campaña de Fomento a la lectura digital que lidero hace unos años en la región. Ello ha sido principalmente el tema que a ambos nos reúne y motiva: El libro digital.
Y es a algo que no podemos estar ajenos, y precisamente mi reflexión surge en el momento en que en La Serena se desarrollará la Feria del Libro, ya que observo la ausencia de este gran invitado que ha estado presente en varias ferias del libro internacionales. Y si bien llegó como un tímido participante a estos eventos, logró posicionarse y permanecer.
El libro digital: un invitado a veces temido, menospreciado, ignorado, pero que debe estar presente, y lo ha estado en la Feria del Libro de Buenos Aires, en la de Bogotá, en la de Frankfurt, también en la de Santiago y en otras más.
La prensa señaló que la Feria de Buenos Aires, en su 38° edición del 2012, representó la oportunidad de experimentar la lectura digital en espacios dedicados a ebooks, ereaders y nuevos medios. Por su parte en Frankfurt, Jurgen Boos, director de la Feria, indicó que “El imparable avance del mundo digital y de Internet cambia no sólo el soporte de la literatura, sino también la forma de leer, escribir, editar y vender”. A nivel local en la Feria del Libro de Santiago por primera vez se incluyó un Salón digital, donde “Hemos querido recoger los vertiginosos cambios tecnológicos que ponen al libro en un nuevo punto de reflexión. Es necesario dar cuenta del mundo digital que se está moviendo subterráneamente en la industria editorial, para que los lectores puedan acompañar este proceso con todos los conocimientos”, explicaba Arturo Infante, presidente de la Cámara Chilena del Libro.
Consolidando la posición del libro digital, en el documento “Las Ferias del libro, Manual para expositores y visitantes profesionales” publicado por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) se coloca énfasis en el gran reto de las ferias de adecuarse a las tendencias que trae consigo el libro electrónico. Indicando además que “Si las ferias asumen con mayor fuerza el papel de promotoras de la lectura y de la circulación de contenidos editoriales, en el futuro no se vaciarán de contenidos. Por el contrario, pueden convertirse en atractivos eventos que convoquen cada vez más a niños y jóvenes que serán los visitantes de las librerías – físicas o virtuales – del futuro”.
Por lo tanto, las ferias del Libro también tienen que adecuarse a los nativos digitales, a este nuevo tipo de lectores que leen en pantalla, y no ver como una amenaza la convivencia con este tipo de soporte. De esto se trata, de que el libro digital y el libro impreso puedan convivir en armonía, aquí no hay un reemplazo, hay una complementación en beneficio de la cultura. Es más, no importa si alguien lee en formato digital o en un libro de papel, lo importante es que lea. Asimismo las entidades que organizan deben de llevar la fiesta del libro fuera de los recintos donde se desarrolla la feria, deben acercar el libro más allá de las grandes ciudades o de las capitales de cada país, incluso a zonas alejadas, y contribuir a formar lectores y potenciar a los ya existentes con la circulación del libro, y precisamente con el libro digital podemos llegar a nuevas audiencias, a nuevos lectores, no limitándonos a un espacio físico al cual pueden acceder solamente aquellas personas que se encuentran cada año en el recinto ferial.
Independiente de ello, ya sea considerando al formato digital o impreso, CERLALC, en su manual, como recomendación, da a entender que una buena feria del libro es aquella que logra agregar a su proyecto y programación por lo menos cinco factores culturales vitales: a) la democratización del acceso al libro (ya sea física o virtual); b) la promoción de espacios para la formación de lectores; c) la valorización del libro y de la lectura; d) la promoción de la literatura y del conocimiento; y e) el fomento de la economía del libro a través de sus cadenas creativa y productiva.
Todo lo anterior es necesario incluir para potenciar y consolidar este tipo de eventos, donde además de su atractivo turístico signifique un incremento en el número de lectores. Y el incorporar al libro digital, la difusión de nuevos soportes, la utilización de Internet y redes sociales para el acceso, difusión y globalización de la feria, persigue solamente un objetivo, y quizás es lo que se busca a través de la coexistencia de diferentes formatos y soportes, que es reencantar al lector, y en definitiva que se lea más, nada más que eso.
Creo que la Feria del Libro de La Serena debe actualizarse, incorporar lo que otras ferias ya han asumido e integrado, y permitir la difusión de conceptos tales como los booktrailers, booktubers y karabooks, entre otros. Por lo mismo, bienvenido el libro digital (Que ya tiene más de 40 años desde su origen) y bienvenidos los que puedan decir: ¡Yo leo en digital!