La muerto un hombre bueno”. Esta frase se repitió hasta el cansancio, durante los tres días que el gobierno decretó como duelo nacional, tras el fallecimiento de don Patricio Aylwin Azócar, expresidente de la República, el cargo público más ambicionado, duro, trabajoso e ingrato que Chile le confiere a un ciudadano. 
Otras, de similares características –si bien de contenidos disímiles-, homenajearon desde la boca de personalidades de diferentes ámbitos, moros y cristianos, políticos de tendencias contrapuestas, desde sus propios seguidores o herederos de su pensamiento, hasta aquellos que lo denostaron o criticaron en vida, intelectuales, gente del pueblo o de la pseudo aristocracia oligárquica.
Sólo unos pocos se atrevieron, con respetuosos, pero duros términos, a referirse a su accionar en la política, antes, durante y después del violento golpe militar, que culminó en una dictadura que perduró en Chile por diecisiete años, a partir de un 11 de septiembre de 1973.
He dicho “desde la boca”, pues tras la salva de artillería que lo homenajeó en el cementerio y que estremeció a muchos durante la última despedida de este hombre bueno, se dio inicio, primero con murmullos provenientes de grupos más focalizados hasta que terminen, más tarde, por convertirse en palabras, frases, escritos, ensayos o análisis descarnados que siempre recoge la historia, de la pluma de seguidores o enemigos, cuando se refieren a prohombres que cruzaron el límite de tiempo que les deparó la vida.
De todo ello resulta más tarde más de alguna versión de la historia reciente, escrita por especialistas en el oficio, con interpretaciones acerca de los hechos y de los personajes puestos bajo sus propios microscopios -por lo general, subjetivos- y que,  al finalizar sus análisis, devienen en juicios a ese pasado y a los actores principales, puestos al alcance de su mira.
Pero resulta que la historia, tal como yo la entiendo, no está destinada a enjuiciar al pasado. 
El bien y el mal son conceptos relativos, no siempre universales o definitivos para una sociedad. 
Si a mí me preguntan acerca de mi opinión sobre don Patricio, diré solamente que fue un hombre bueno y que cometió errores, como todo ser humano. 
El costo es otra cosa.
X