Junto a una delegación ecuatoriana, durante el lunes 28 y 29 de agosto, invitado por un grupo de ciudadanos demócratas, tuve la oportunidad de participar en Medellín, Colombia, en una inédita reunión para estudiar la posibilidad de conformar una organización de características antagónicas a los principios del “Foro de Sao Paulo”. Organización esta última, con 27 años de existencia que se conformó a partir de una iniciativa de Fidel Castro y el Partido de los Trabajadores de Brasil, reuniéndose por primera vez en Sao Paulo, Brasil, el 03 de julio de 1990. Un año después de la caída del Muro de Berlín, símbolo del término de la Guerra Fría, del derrumbe comunista y de la Unión Soviética.
El comunismo, ese que conocíamos hasta ese entonces, había sido derrotado en el mundo. Chile, adelantándose a Europa, 16 años antes, el 11 de septiembre de 1973, ya había destruido, el sueño marxista de Fidel Castro. Convertir a nuestro país en un satélite comunista. Según algunos profesores universitarios e investigadores europeos, en “El libro negro del comunismo” (1997), esta fracasada ideología de izquierda le costó a la humanidad más de 100 millones de muertos, fallecidos y asesinados en campos de exterminios, persecuciones, deportaciones, torturas, fusilamientos, y aniquilamientos masivos. Una cruel y nefasta ideología política concebida por Karl Marx y Friedrich Engels, en su Manifiesto Comunista de 1848. Una fantasiosa y nefasta idea política para fomentar la lucha de clases, crear una clase social única (la obrera) y eliminar la existencia del Estado.
Al respecto y para no entrar en polémicas en el tema, que no es el motivo de esta carta, me limitaré a replicar un comentario del británico y gran historiador, escritor y periodista Paul Johnson quien, en uno de sus últimos libros, “Héroes”, en su página 306, dice así: “Yo admiro notablemente a Chile y su gente, y me preocupé cuando mi amigo Salvador Allende se hizo presidente y abrió el país a las hordas de radicales armados de todas partes del mundo. El resultado fue la mayor inflación del mundo, una violencia generalizada y la amenaza de una guerra civil. Así que aplaudí la toma del poder por parte del General Pinochet, en consonancia con los deseos del Parlamento, y aún más su éxito a la hora de revitalizar la economía y convertirla en la más sólida de Latinoamérica. Pero al evitar la transformación de Chile en un satélite comunista, en general se granjeó el furioso odio de la Unión Soviética, cuya maquinaria propagandística le demonizó con éxito entre los intelectuales de todo el mundo. Fue el último triunfo de la KGB antes de desvanecerse en la papelera de la historia. Pero Pinochet sigue siendo un héroe para mí porque conozco sus hechos”.
Efectivamente, nunca el Comunismo haría ni nunca hará su “mea máxima culpa”. Del mismo modo, el politburó de los partidos comunistas de Latinoamérica, especialmente Cuba, tampoco estaban dispuestos a perder sus prebendas ni menos su estatus social y económico, muy superior a la clase obrera que, hasta hoy, los mantiene. Había que impedir y desprestigiar las bondades políticas, sociales y económicas que ofrecía el nuevo orden mundial. En lo político, una democracia representativa y con instituciones autónomas para lograr los adecuados equilibrios de poder. En lo social, una revolución cultural y global marcada principalmente por la libertad de expresión, de religión y educación y, finalmente en el ámbito económico, la aceptación de un sistema neoliberal con un firme acento en el libre mercado y la limitación de la participación del Estado.
Astutamente, Fidel Castro, de Cuba y Lula da Silva, de Brasil, levantaron un nuevo Muro de Berlín, pero esta vez no de cemento y alambre púa. Esta vez, con ideologías en contra del capitalismo, el imperialismo y el neoliberalismo. Estableciendo, además, la imperiosa necesidad de reformar a las de las Fuerzas Armadas, para asegurar su apoyo en la conquista total del poder.
El último “Foro de Sao Paulo”, realizado en julio de este año en Nicaragua, tuvo por objetivo redefinir las actividades de la izquierda, de al menos, 68 fuerzas políticas de 22 países latinoamericanos y caribeños, entre ellos Chile. Según la propia página WEB de dicha organización, actualmente está integrado por 26 países de Sudamérica, América Central y El Caribe y más de 120 fuerzas políticas, destacándose el Partido Comunista y Socialista, presente en casi todas ellas.
El resumen ejecutivo de dicho encuentro lo denominaron, “ENTRE LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL Y EL PROTECCIONISMO IMPERIAL”, Para no aburrirlos, con ese documento de 49 páginas, solo voy a resaltar lo que me ha parecido más importante y que puede ser de interés para comprender cuál es el objetivo de estos Foros de Sao Paulo.
En esta idea totalitaria, ellos hablan de “Nuestra América”, un documento de consenso, trabajado previo a la reunión de julio del presente año y dedicado al “Comandante” Fidel Castro, según sus propias palabras, “…una respuesta a la ofensiva imperial de nuestros adversarios, pues constituye el primer documento programático que ofrece el Foro de Sao Paulo a las fuerzas de izquierda y al pueblo latinoamericano”.
El documento continúa señalando “el propósito de nuestro trabajo es la combinación de una lucha de resistencia, una lucha por la toma del poder y la lucha por la transformación de nuestras sociedades. Desde arriba y desde abajo…”. Algo que deberíamos entender como desde el cielo y desde el infierno para lograr “un paraíso” como el del Cuba o Venezuela, supongo.
Finalmente, establecen los objetivos, “señalando las luchas de resistencia, la lucha por la toma del poder institucional y de todos aquellos poderes instaurados en la sociedad civil, convirtiéndose todos ellos en un medio para transformar las instituciones públicas y las relaciones sociales de producción y de distribución. Nuestro objetivo, dicen, es construir una correlación de fuerzas a favor del campo democrático popular para continuar avanzando contra el capitalismo salvaje y hacia un horizonte socialista.”
O sea, nada nuevo bajo el sol. Lo mismo que estableció en Londres la “Liga de los Comunistas”, en junio de 1847, presidida por Karl Marx y Friedrich Engels, lo que un año después, tal como ya lo vimos, se conoció como el “Manifiesto del Partido Comunista”. Manifiesto que dice: la actual sociedad moderna, los obreros, es la única clase social, cuya emancipación significará la libertad de toda la humanidad mediante la revolución comunista, es decir la abolición de la propiedad burguesa, las clases sociales y el Estado. Eso ocurrió hace 170 años y todos ya sabemos sus resultados, pero hoy ese Foro de Sao Paulo, reunido en Nicaragua, nos quiere convencer que han descubierto una nueva solución mágica para revivir el paraíso de Marx. Es decir, ahora, con un lenguaje populista, quieren revindicar su Post Verdad que se derrumbó definitivamente en noviembre de 1990.
Lamentablemente se aprovechan de nuestra ignorancia. Solo han desempolvando antiguos libros para reescribirlos como si fueran los genios que han inventado algo nuevo. El genio y líder negativo fue Marx, no esos nefastos tinterillos que copian de prehistóricos libros ideas que no tienen nada de nuevo.
Así podríamos seguir hablando horas sobre esta última reunión comunista en Nicaragua quienes, esta vez, en un acto populista para asegurarse el futuro que viene, buscan ganarse la simpatía, principalmente de los jóvenes y de todos los nuevos movimientos emergentes, sumando potenciales e importantes votos para lograr un asiento parlamentario y alcanzar el poder por la vía democrática y esta vez –ahí está lo novedoso– sin muertos ni actos terroristas.
Quisiera compartir con ustedes mis aprensiones frente al orden social y político que una minoría, como son los comunistas, nos quiere imponer, no por sus nuevas o brillantes ideas, sino por nuestra falta de compromiso con los valores que sustentan a una República, el orden, la justicia, la libertad de educación, la libertad de trabajo, el derecho a la vida, la libertad de traslado, la seguridad de la familia, el respeto y reconocimiento de nuestras autoridades y los valores patrios.
Si los acuerdos alcanzados en Medellín, logran concretarse en un “Manifiesto de Buenas Intenciones”, entonces podremos decir que hemos triunfado en el primer paso para validar nuestra decisión de mantener y defender los valores que constituyen el alma de nuestras Fuerzas Armadas de Orden y Seguridad. Me refiero a los principios éticos de la profesión militar. Esos principios que son comunes en nuestros ejércitos, como es el amor a la patria, honrar a la familia, valorar la historia y las tradiciones, practicar las virtudes cardinales de la fortaleza, la templanza, la justicia y la prudencia, sin rechazar nuestros orígenes cristianos, y sin ceder al reconocimiento de las virtudes teologales que adornan a la profesión de las armas, como es la caridad, la esperanza y la fe. Principios que constituyen la mayor amenaza y resistencia para cualquier ideología totalitaria o marxista.
Las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad, de los países democráticos de Latinoamérica, constituyen el último bastión de resistencia al “Foro de Sao Paulo”, motivo más que suficiente, para que la sociedad, las cuide, las respete, las proteja y las defienda. Instituciones permanentes de la República que son la única organización, legítimamente instruida para hacer uso de la fuerza, con el respaldo de las leyes, la constitución, sus autoridades y el pueblo. Por lo mismo, constituyen la gran AMENAZA, que se opone a la doctrina totalizante de los grupos de izquierda que la integran, ello, eso sí, sin caer en aquel militarismo que después termina en una dictadura militar. Una solución que no es de estos tiempos. Tampoco se trata de aceptar el civilismo, esa idea de que los militares deben estar aislados en los cuarteles y que no deben participar en la construcción de las políticas de Estado. Esos que creen que solo sirven para marchar, para hacer las tareas sucias o para apagar actuar en situaciones de catástrofes. Ni lo uno ni lo otro.
Todos sabemos y somos respetuosos de ello, ¡nuestras Fuerzas Armadas no son deliberantes! y no pertenecen a ningún partido político. Por lo mismo y apoyándome en las palabras del ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe, en su conferencia en la Universidad de Los Andes, en Santiago de Chile, este viernes 18 de agosto recién pasado, sobre la forma en que se pueden apoyar los liderazgos en un país democrático, “recojamos el guante” entonces, para que ex integrantes de las Fuerzas Armadas de Orden y Seguridad, puedan ejercer estos nuevos liderazgos en la política. Creando, con Oficiales y Suboficiales en retiro, una poderosa plataforma gremial para salvaguardar los valores de la democracia y de la república. Pero, sin cometer los errores de aquellos políticos que se quieren perpetuar en el poder, démosle oportunidades a los más jóvenes y a nuestros suboficiales, una potencial e importante fuerza. Somos nosotros los que debemos actuar igual que nuestros adversarios, esos que dejaron las armas, (que es muy distinto a “entregar las armas”), para ahora buscar un puesto político. Si no los imitamos, estamos dejando un vacío de poder.
En esta misma línea de ideas, John Marulanda, un ex Coronel del Ejército Colombiano y un destacado Columnista internacional, tiene un pensamiento muy similar, al referirse a la situación política que ocurre en su país (Colombia), “…la aberrante y generalizada corrupción, el desbarajuste de la justicia, la inseguridad y la desconfianza de más del 85% de la opinión pública, no solo es necesario o conveniente, sino apremiante y obligatorio que la Reserva Activa se movilice legal, democrática, organizadamente, para ayudar a impedir que la mojinga (farsa) comunista con sus narcofortunas asalte el poder total…”. Diario El Colombiano, 17 de agosto de 2017. Para comprender en su total dimensión estas expresiones, tenemos que situarnos en la particular pesadilla que día a día vive Colombia, donde hoy, después de casi 60 años de lucha armada, el proceso de paz y entrega de las armas por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), es visto con escepticismo por una parte de la sociedad de ese país. Más aún cuando los líderes de las FARC, han creado un Partido Político y se están postulando, para el 11 de marzo del 2018, a obtener 10 escaños (curules) en el Congreso.
Algo similar, expresa Mario Pazmiño Silva, Presidente del Centro de Análisis e investigación Internacional, Coronel en retiro y ex Director de Inteligencia del Ejército de Ecuador, “…este es el país del Socialismo del siglo XXI llamado Ecuador, el país de la destrucción de la democracia, las libertades, los derechos, el país de la persecución a quien opina diferente, el país en donde los jueces esperan el veredicto desde otras instancias para poder hacer justicia…”. Página 138 “Análisis de las repercusiones del Socialismo del siglo XXI en la región”.
Algunos dirán, pero eso ocurre en Colombia, en Ecuador o Venezuela, no aquí en Chile. Una típica expresión arrogante cargada de una tremenda ignorancia propia de los chilenos mediocres. A los que piensan así les diría que leyeran “El Mercurio” del 30 de agosto de 2017 C5, (hoy), donde el Partido Político, Unión Demócrata Independiente (UDI), expresa la intención de acusar constitucionalmente al fiscal nacional, por sus dichos sobre el atentado terrorista que terminó con 29 camiones quemados en la IX Región de la Araucanía en el Sur de Chile. Uno de los motivos de la acusación podría ser “el notable abandono de sus deberes”. Estas acusaciones se deberían a los dichos del fiscal, quien, ante la quema de los 29 camiones, manifestó: “los empresarios tienen una responsabilidad importante en la custodia de sus bienes, particularmente en una zona en que sabemos el nivel de riesgo que existe”.
Pero eso no es todo, sin ir más lejos, este lunes 21 de agosto recién pasado, el General de Ejército en retiro, Héctor Orozco Sepúlveda, de 91 años, ingresó a cumplir condena. Es el condenado de mayor edad que ingresa a cumplir una condena en nuestro país, quien además padece demencia senil, debiendo ser atendido por otros ex uniformados, detenidos en el mismo recinto penal. Su hermano, René Orozco, un conocido médico chileno, expresaba en la prensa lo siguiente: “él está en condiciones absolutamente deplorables. Estaba con un deterioro mental ya muy serio. Al llevarlo preso en esas condiciones, ya la justicia se transforma en venganza. La justicia no tiene que ver con la venganza”, agregó.
Algo similar manifestó el Padre Fernando Montes: “No me parece conforme a una sociedad humanizada hacerle ese tipo de castigo”.
Se suma al descontento generalizado, las declaraciones de Esteban Tomic, abogado y opositor al gobierno de las Fuerzas Armadas, exiliado político y declarado “traidor a la Patria” quien, en El Mercurio de hoy 30 de agosto de 2017, expresa, “El encarcelamiento del General Héctor Orozco, de 91 años y en mal estado de salud, visado favorablemente por la Corte Suprema, ofende las conciencias. El inminente cierre del Penal Punta Peuco y el envío de estos internos a cárceles comunes, pone en peligro la unidad nacional…”.
Amigo lector, entonces yo me pregunto, ¿con qué soberbia e ignorancia pretendemos juzgar la solución de los problemas de países hermanos que viven situaciones similares? ¿O ustedes aún creen que no estamos en la misma situación y en algunos aspectos peores?
No nos quejemos después, cuando ellos mismos –los comunista y la izquierda chilena, apoyados por algunos de derecha– aprueben (aunque ya lo están haciendo), las reformas de nuestras instituciones armadas, cuando no cambien nuestros sistemas de pensiones, cuando nos fijen los sueldos, cuando nos cierren nuestro sistema de salud, cuando nos digan con qué países nos debemos relacionar o interactuar, cuando nos digan a quienes tenemos que comprarle nuestro material bélico y logístico, cuando ellos decidan quién asciende y quienes deben pasar a retiro o al servicio pasivo, cuando ellos elijan, a dedo, a nuestros comandantes. Cuando ellos nos impongan las mallas de estudios en nuestra Escuelas y Academias. Cuando eso ocurra, no lloremos como mujeres, lo que no supimos defender como hombres, como soldados o como ciudadanos democráticos y republicanos. Hablo de la defensa, no con las armas, sino con las leyes y con la misma fuerza de nuestros adversarios.
Christian Slater Escanilla.
Coronel en retiro del Ejército de Chile.