Margarita corría de un lado a otro sin que su aspecto exterior denotara cansancio, deslizábase cual un pequeño roedor a veces, otras, saltaba ágilmente como si tuviera resortes en sus diminutos y delicados pies, sus mejillas se habían iluminado y un brillo especial aparecía en sus ojos, en ocasiones caía, mas volvía a levantarse para jugar con más ímpetu. Pequeña y fágil , pero con una fortaleza inusitada para una niña de sus edad, de hermosos cabellos rubios, cayendo sobre sus hombros, un cuerpo puro y terso, una mente ajena a cualquier sentimiento maligno y unos ojos celestes, bellos, que irradiaban felicidad y carentes de malicia, así era ella...Margarita.
El agotamiento había hecho presa de ella, extenuada se secó las gotas de sudor que resbalaban por su angelical rostro, tenía sed y eso la motivó a retornar a casa, se alegró de que ésta se hallara cerca, ya que sentía pesadas sus piernas, le bastó unos cuantos metros para llegar a su hogar...su amado hogar.
Entró y se dirigió a la cocina donde sació su sed y luego ingresó al cuarto de sus padres, él no estaba pues andaba buscando trabajo y su madre inexplicablemente tampoco se encontraba. Margarita era muy curiosa y al no hallar a nadie husmeó en las cosas de sus padres, su apetito de curiosidad no quedó muy satisfecho, había descubierto en un baúl una antigua y maltrecha muñeca que de seguro perteneció a su madre, pero además de este valioso hallazgo sólo halló papeles, que a pesar de saber leer algo, no comprendía, se topó con palabras que se repetían en casi todos los documentos, empezó a deletrear , escuchándose su melodiosa voz:
- Deudas...préstamos...acreedores...¿Qué significarán? - se preguntaba.
Salió de aquella habitación llevando consigo la muñeca, al pasar por el comedor vió sobre la mesa una carta...¿De quién será? Se consultó. La cogió y pudo ver que era la letra de su madre, Margarita leyó su nombre allí por lo que pensó que era para ella, la introdujo en su bolsillo y se retiró al patio, no sin antes haber tomado una reluciente manzana, y , comiéndose la fruta se acordó de la carta y la sacó, para guardarla nuevamente al observar a un grillo que llamó su atención, fue en su persecución olvidándose de que el tiempo avanzaba y del sobre en su bolsillo, en el momento en que iba a capturar al insecto golpearon a la puerta. Se aproximó a ella, la iba a abrir, mas recordó lo dicho por su madre el día anterior sobre que no abriera la puerta sin antes ver quien tocaba, así lo hizo, se dirigió a la ventana más cercana y corriendo la cortina observó que era un extraño el inesperado visitante, lo estuvo mirando largo rato, indecisa por si abría o no, optó por lo segundo ya que le habían alertado sobre lo peligroso que es abrir a cualquiera, se preocupó al ver que el desconocido no se marchaba, pero al rato lanzó un suspiro de alivio al presenciar que éste, luego de introducir algo por debajo de la puerta, emprendía camino.
Cogió el papel que el hombre había dejado y alcanzó a leer:
“Orden de desalojo”...Pero no, ella con su mentalidad tan pura como el agua cristalina no podía comprender aquello.
Se encaminó al jardín dentro de su hogar, se sentó en un tronco de un árbol caído y mirando al sol que ya estaba próximo al ocaso y añorando a sus padres, retiró de su lugar la ya arrugada carta, la abrió y comenzó a leer dificultosamente:
Querida hija:
Cuando regreses de jugar ya no nos encontrarás, perdónanos, pero era nuestra última opción, las deudas nos cubren, al dejarte, al ...abandonarte, te libramos de pasar por malos ratos, los acreedores nos buscarán a nosotros, no a tí, irán personas a la casa, no les abras a menos que sean del orfanato, pues...allí irás, ya está todo arreglado, ahí estarás mejor que con nosotros. Tal vez iremos a la cárcel, pero tu estarás mejor ya en el asilo...Dios te cuide y que nos perdone a nosotros por lo que te hemos hecho, sé que aún eres muy joven para entender el por qué lo hicimos, mas ten por seguro que tratamos de hacer lo mejor por tí...Perdónanos.
Te amarán por siempre
Tus padres.
El sol ya se ha ocultado, la luna surge conjuntamente con las estrellas, las luces de la ciudad se encienden, la gente sonríe, llora, se esconde, huye...se arrepiente, mientras, que en el patio de una silenciosa casa, una niña sentada en un tronco con una destrozada muñeca botada a sus pies, llora, llora porque ha comprendido el significado de aquel arrugado papel, que aprieta entre...sus suaves manos.
