En las últimas semanas hemos visto cómo las escolares y universitarias se han organizado frente a un sistema educacional sexista que mantiene y reproduce los patrones que mandata la sociedad patriarcal en que vivimos situando al hombre y la masculinidad como centro y medida. En los últimos 120 años las mujeres chilenas han demandado una sociedad más justa en todos los ámbitos y han tomado todas las banderas, desde el sufragismo, el derecho a la educación, a la autonomía del cuerpo, el acceso al trabajo, destacando en tiempos de dictadura la lucha por el retorno a la democracia y el lienzo feminista que las caracterizó “Democracia en el país, en la casa y en la cama”.

Luego de un largo período en que las demandas feministas tomaron un papel secundario en los años 90 y 2000, hoy nuestras estudiantes secundarias y universitarias empezaron a alzar la voz y de a poco avanza en Chile la ola feminista en este histórico mayo de 2018.

Hoy, el presidente Sebastián Piñera anuncia su agenda mujer con una serie de proyectos de ley que apuntan a varias áreas donde las mujeres estamos en una condición de injusta desventaja. La urgencia a estos proyectos se valora porque afecta el día a día de las mujeres y nuestros derechos ya que cuando las mujeres mejoran sus condiciones de vida, la sociedad entera avanza. Sin embargo, el presidente Piñera se olvida de las demandas del movimiento estudiantil feminista. No nombra ni anuncia ninguna medida para avanzar hacia una educación no sexista, tampoco hace mención a los derechos sexuales y reproductivos manteniendo a un ministro de salud que incorporó un protocolo ilegal que obstaculizaba el acceso a todas las mujeres al aborto en tres causales.

Los anuncios del presidente son bienvenidos, sin duda, pero no aportan nada nuevo a lo que estaba ya en su programa de gobierno  y a los proyectos de ley que esperan en el Congreso.

Mientras esperamos que el Gobierno se decida a escuchar a las estudiantes chilenas y a los movimientos de mujeres de la sociedad civil me pregunto qué podemos hacer las mujeres profesionales de la educación. Qué vamos a hacer las educadoras de párvulos, las profesoras básicas, las profesoras de enseñanza media, las docentes universitarias y las académicas. Cómo podemos apoyar a nuestras estudiantes en sus demandas, cómo podemos deconstruirnos  como mujeres en un sistema que nos mantiene en una posición subordinada y empujar la construcción de mujeres y hombres para una sociedad que respeta y considera a cada uno de sus integrantes como sujetos y sujetas de derecho. Tampoco podemos seguir esperando de forma pasiva mientras nuestras instituciones educativas toman medidas. Sin ninguna duda todas estas reflexiones se están dando en las salas de profes en todo Chile y ahora lo que toca es repensar y traspasar al aula prácticas pedagógicas que no repliquen  estereotipos machistas y que promuevan el respeto y el desarrollo integral de niñas y niños para la construcción de una sociedad igualitaria. Es urgente, es nuestra obligación y no podemos dejar pasar otros 120 años.

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