Nuestra memoria histórica es débil. Tal vez sea resultado de los interesados (¿estresados?) que nos enganchamos con cada presente, asunto por demás, discutible.El hecho es que apenas hace unos setenta años, don Francisco Cornely realizaba excavaciones en lo que eran entonces potreros inmediatos a Las Compañías. El centro de La Serena fue, al momento de su refundación, un área poblada por un importante grupo de familias diaguitas, a tal punto que realizar cualquier excavación destinada a la construcción de nuevas edificaciones, significaba ipso facto, ubicar áreas de cementerios o de habitaciones, no sólo pertenecientes a nuestros ancestros más directos, sino también de aquellos con siglos o milenios, más atrás en el tiempo. El puerto de Coquimbo no es una excepción. Los hallazgos realizados en los terrenos de la actual plazuela Gabriela Mistral, en la década de los ’80 del pasado siglo, demostraron que todo el terreno que bordea la costa se encuentra colmado con evidencias de ocupaciones pretéritas. Caso similar ocurre con Ovalle, en terrenos cercanos al río Limarí o en el centro de Salamanca.Esta situación no debiera extrañarnos. Los conquistadores españoles reconocieron cuán acertado había sido el ojo de nuestros antepasados para instalarse en el territorio.Las excavaciones arqueológicas que fueron realizadas en el sector sur poniente de Las Compañías, con ocasión de la construcción del acceso norte de la Ruta 5 de La Serena, dieron como resultado impresionantes hallazgos que conmocionaron a todos sus vecinos y agregaron nuevas evidencias para la comprensión de nuestro pasado precolombino. Tamaño esfuerzo científico requirió un promedio de más de 50 profesionales y ayudantes, en materias tan disímiles como la antropología física, zooarqueología, especialistas en conservación y restauración, sin mencionar los arqueólogos que manejaban distintas especialidades, insertas en aquella profesión. El costo total de estas labores, de muchos millones, fue asumido por la Empresa SACYR, encargada de las obras de construcción de la carretera. Las autoridades han comprometido su palabra para que, en este caso (pues hubo otros… aún pendientes), se construya un museo de sitio. Espero estar vivo para entonces.
Autor
Historiador, académico, arqueólogo y exdirector del Museo Arqueológico de La Serena
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