Un grupo de nostálgicos de Jorge Alessandri ha recordado el slogan de su campaña en que advertía sobre el peligro de pasarle una locomotora a un niño. En los años 60 del siglo pasado, el mayor riesgo para la humanidad eran las bombas Atómicas y de Hidrógeno. Su poder de destrucción era tan grande que nadie, en su sano juicio, creía que pudieran llegar a usarse.Pero había otro peligro que estaba naciendo de manera subrepticia, lleno de promesas felices: la revolución tecnológica a partir de los computadores superpoderosos conectados con todo el mundo y al alcance de cualquier bolsillo.El resultado fue una valiosísima herramienta que es, a la vez, un arma infinitamente más letal que locomotoras desbocadas, poderosos tanques de guerra o las armas nucleares manejadas por enloquecidos émulos del Dr. No. La “convergencia” tecnológica que todavía nos deslumbraba en los años 90, se ha convertido en un juguete y un gran peligro. Kim Jong-Un, el líder norcoreano sigue desafiando al mundo con herramientas cuya creación fue impulsada por su abuelo y su padre. Se va a dar cuenta demasiado tardede que está en un callejón sin salida. El Presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, un recién llegado a las grandes ligas del poder entendió que insultar al Papa, al Presidente de los Estados Unidos y a quien se le ponga por delante no es un buen negocio.Ya empezó a recular.En nuestro país, en cambio, parece difícil que el subsecretario del Trabajo, Francisco Díaz, tenga la capacidad de reaccionar bien tras poner en órbita sus ofensivos mensajes contra ColoColo y el Estadio Monumental. Sigue creyendo que en este mundo y en este tiempo sepuede decir lo que quiera. No reparóen que “alguien” podía abusar de su ingenuidad y subir sus torpes expresiones a Facebook.  

Autor

Imagen de Abraham Santibáñez Martínez

Secretario General del Instituto de Chile. Miembro de la Academia Chilena de la Lengua.Premio Nacional de Periodismo 2015

Otras columnas de este autor

 

 

 

X