¿Y la tarea de jugar cuándo?

Parece ser que nos preocupa mucho la salud física de nuestros hijos, o aquellos problemas que son más visibles a primera vista, ya que incentivamos y aplaudimos políticas de comida saludable en los colegios, y fomentamos campañas anti-bullying escolar. Sin embargo, no nos preocupamos mayormente de su salud mental, emocional o incluso algo tan primario como lo es el bienestar familiar. Sin duda la conocida y hoy cuestionada “tarea para la casa” no es un tema pacífico, al contrario, actualmente constituye una fuente de conflicto para muchas familias y motivo de un fuerte debate.

Pues además de poner en tela de juicio sus beneficios en el aprendizaje de nuestros niños, estamos cada vez más convencidos, que el exceso de carga académica, traducido en tareas escolares que los menores deben desarrollar en su hogar y tiempo libre, además de generar estrés, agotamiento e incluso rechazo a los deberes y al colegio. Produce un profundo agobio en los padres.

Debemos ser conscientes de que la familia chilena ya no es la misma de hace veinte o treinta años, hoy ambos padres trabajan, muchas veces hasta altas horas, por lo que al llegar a su casa quisieran poder compartir con sus hijos un momento distendido, de recreación, de relajo y no tener que continuar trabajando, muchas veces discutiendo con un niño que está cansado y ya no quiere saber nada del colegio a esas alturas de la noche.

Si bien la Jornada Escolar Completa prometía acabar con la tarea sabemos que en la realidad eso no ocurre. Y por lo mismo proponemos que las tareas sean reemplazadas por talleres de aprendizaje diverso, que se les enseñe a los niños de una forma mucho más práctica, amigable y didáctica. Por ejemplo, como, hacer su propio huerto orgánico, o micro economía básica (que es el dinero, impuestos etc.), reciclaje, nutrición para aprender a alimentarse sanamente, educación vial para comprender las normas de tránsito y prevenir accidentes, primeros auxilios, entre otras cosas. La idea es que éstos talleres se realicen dentro de la misma jornada escolar completa. Así dejaríamos espacio a la familia, recreación y deportes.

No olvidemos que un desarrollo integral necesita que se potencien otros aspectos del aprendizaje además del académico. Si los niños pasan siete horas en el colegio y otras dos horas más haciendo la tarea en la casa no les queda tiempo para actividades que son igualmente imprescindibles para su adecuado crecimiento como jugar y pasar tiempo de calidad con su familia. El juego debe ser una de las prioridades en la vida de los niños, y la familia debe ser quien esté presente para jugar con ellos.

En una sociedad como la de hoy que nos motiva al éxito y a la competencia constante, es sumamente importante criar niños que se conviertan en adultos felices, que  hayan vivido una niñez plena y no sólo capaces profesionalmente, necesitamos que las nuevas generaciones sepan cómo ser buenas personas, y no sólo buenos trabajadores.

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