Un vendedor ambulante, curador de milagros, prodigaba hermetismo para clientes descreídos en la lonja ribereña. Cuando la imagen del samaritano captada desde las revistas cristianas cobraba cierta relevancia. Donde el trigal de viejas sementeras y potreradas patrimoniales obraban esperanzas. Verde como el trigo verde…El  Almidón del País es en  base a granos de trigos debidamente triturados y convertidos en harina sin grumos, Agua y Harina  debidamente proporcional y con  enludiado de una noche. El secreto de los diaguitas chilenos del ayer consistía en cómo lograr la fijazón de la pasta en las prendas de vestir (sombreros camisas, armados y otras prendas de algodón o lana) y no era otra cosa que con cierto sabor azucarado obtenidos de frutos y panales. Para Edith  Susana Araya (69) nacida en Coquimbo y avecindada en Vicuña: -“Echaban a remojar el trigo, esperaban que estuviese  bien remojado y después lo secaban y  lo  molían. Ese era el trabajo”. Aclara, eso si, que antes del molido el trigo tenía que estar abierto. El almidón es tal como remedio para curar la fiebre (Un vaso de agua caliente, almidón con un “cogollito de palqui), concluye. Pero, habíamos quedado con la imagen de un samaritano contemporáneo que llegaba – en contadas ocasiones -. Hasta las inmediaciones de los hogares ribereños. No, no entraba. Miraba de reojo por debajo del ala de su chupalla tan grande  como su canasta de vendedor ambulante. Así, medio tembleque por su flacura y sin llegar al metro y medio: ¡¡Almidón del País!! Daba el grito de hola y chao.  Finalmente, ya pasaron los años en que el tiempo se media por las cosechas. El canto épico de Don Alonso de Ercilla en cuanto a la “Fértil Provincia” que aparece en La Araucana (1569-1578-1589), la acogida en El Cautiverio Feliz (1673) de Pineda y Bascuñán, El Huaso y la Lavandera (1834) de Rugendas. Ponen aliento y  belleza. A la vera anuncian trigales.¡¡Vale!! 

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