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Lautaro Carmona
Dirigentes vecinales afirman que estas reuniones ilegales se realizan en la toma ubicada en el sector, al que llegarían personas ajenas a la localidad para participar de las celebraciones donde abundaría la droga y el alcohol.

La muerte del joven futbolista Benjamín Ossandón, de 17 años, dejó al descubierto una situación que desde hace un tiempo los vecinos de la localidad de Huachalalume habían venido denunciando, como es el aumento de fiestas clandestinas.

Los pobladores apuntan principalmente al sector de la toma ilegal, donde se realizaría este tipo de actividades con venta de drogas y alcohol.

“Llegan en autos de todo tipo, desde el jueves en adelante a participar de estas fiestas. Son gente que viene de otros lados, porque estas son promocionadas por las redes sociales”, relata uno de los pobladores del sector, que no quiere ser identificado por las posibles represalias de los organizadores de estas celebraciones.

En estas reuniones se pagaría entrada y se realizaría venta de alcohol y drogas de todo tipo, todo en pleno toque de queda.

El poblador agrega que esta situación no es nueva y que desde el año 2020 que vienen advirtiendo a las autoridades de los hechos sin encontrar una respuesta.

“Lo que pasó el fin de semana pasado se sabía que podía ocurrir de un momento a otro. En la toma, ponían la música a todo volumen y llegaba todo tipo de gente, incluso en autos de alta gama. Los organizadores ganan vendiendo alcohol y drogas. No parece una toma, es un mall de la diversión los fines de semana”, asegura el vecino y agrega que las personas que han llegado al lugar en los últimos meses son los que han provocado estas situaciones.

El afectado sostiene que como Comité de Allegados “Valle La Luna”, en octubre de 2020, enviaron una carta a las autoridades en la que solicitaban que se realizara una fiscalización sobre aquellas personas que se han instalado de forma ilegal en el lugar y que realizaban fiestas clandestinas, desordenes, disparos y venta de droga.

“Nunca tuvimos una respuesta, puras reuniones. Incluso uno llama por las fiestas a los carabineros y ni aparecen. Las pocas veces que llegan, miran y dicen que no les corresponde porque esa parte es de La Serena o al revés que corresponde a Coquimbo y ellos no se pueden meter. Es para la risa, pero es así, ni ellos tienen claro los límites de la localidad”, sostiene el vecino del sector.

Esto es confirmado por, Mario Salas, presidente de la Junta de Vecinos de Huachalalume, quien denuncia que todos los fines de semanas se realizan estas fiestas y que ahora con la muerte del joven deportista quedó al descubierto el problema que viven hace meses. “La gente que vive más cerca de la toma reclamaba por eso, se llamaba a Carabineros y no aparecían. En Facebook se convocaba a las fiestas cada semana y llegaba gente del pueblo y de otros lados”, reconoce el dirigente social a El Día.

Salas afirma que no esperaban que estas fiestas terminaran con la muerte de un menor, pero si advertían que se podían escapar de las manos.

“Con el consumo de alcohol y quizás por la droga se ponían violentos y pegaban balazos, no sé si jugando lanzando al aire o disparándose entre ellos. Ya había pasado hace meses que una persona fue baleada y ahora le tocó a un niño deportista que no tenía nada que ver”, explica el presidente de la Junta de Vecinos de Huachalalume.

El dirigente social señala que los vecinos apuntan a la casa que fue quemada el domingo tras la muerte del menor, como el lugar donde se efectuarían la mayoría de estas fiestas ilegales.

Consultados en Carabineros respecto a lo relatado por los vecinos de Huachalalume, desde la institución informaron que no tenían denuncias formales en este lugar.

 

Propietaria niega fiestas en su casa

Diario El Día conversó con la dueña de la vivienda quemada, Lorena Campusano, quien niega la versión de que en su casa se realizaran este tipo de fiestas.

“No era una fiesta, eran mis hijas de 13 y 16 años que estaban escuchando música. Además, que quede claro que no mataron al niño en mi casa, fue cerca. Pero vinieron y la quemaron en venganza, mataron a mis perros y gallinas con el incendio y perdí todo lo que tenía. Ahora quedamos en la calle y tenemos que estar de allegados todos repartidos. Tengo hijas de 3, 12, 13 y 16, que perdieron todas sus cosas del colegio y nadie nos ayuda”, señala la afectada por el siniestro.

Campusano reitera que no organizaba fiestas clandestinas en su vivienda y menos venta de drogas.

“Yo compré esa casa en la toma y me vine con mis hijas para acá, para que tuvieran un techo donde vivir. Desde que llegué en este pueblo que existen grupos que tienen armas y consumen drogas. No tengo culpa de lo que pasó con el joven y no entiendo por qué nos atacaron. Ni siquiera conozco al asesino que le disparó”, sostiene Lorena Campusano.

 

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