Para la familia Figueroa Leyton todo cambió el 24 de diciembre del año 2010. Desde ese día, las Navidades perdieron sentido. Y en parte también se ensombreció la vida misma. Fue la fecha que quedó marcada por el dolor de perder a un hijo. Asimismo, sería el comienzo de una ardua lucha por el deseo de hacer justicia, ya que consideraban que todo pudo haberse evitado con la debida atención médica. Sin embargo, la principal batalla se perdió esta semana en tribunales, con la absolución del profesional de la salud que era sindicado como culpable del deceso de este niño de sólo 3 años y 3 meses.
En todo este tiempo se organizaron muchas marchas, protestas, velatones y variadas manifestaciones por parte de parientes y amigos de la familia. Se hicieron escuchar. Fue así como la comunidad se enteró de la historia del pequeño Derek Figueroa, domiciliado en el puerto. Se supo que antes de los tristes acontecimientos todo transcurría de manera normal. Incluso por la mañana del día 23 de diciembre el niño se hizo un control de rutina, donde todo salió muy bien. Por la tarde, participó en el cumpleaños de un amiguito. Fue en la noche cuando comenzó a sentirse mal, ya acostado, con un fuerte dolor de estómago y vómitos. Sus padres, Claudia Leyton y Cristián Figueroa, decidieron llevarlo entonces al Servicio de Urgencia del hospital San Pablo de Coquimbo. Eran pasadas las 3 de la madrugada del 24, plena víspera de Navidad.
La versión de la parte querellante comienza diciendo que la secretaria de Urgencias estaba dormida cuando se ingresó con el infante. Allí el asunto ya partía mal. Luego apareció un paramédico, que sólo le tomó la temperatura. Fue en ese momento cuando entró en la historia el doctor José Zamora, quien, según la madre, lo único que preguntó cuando lo atendió era por qué lo habían traído. Cuando se le explicaron los síntomas, él habría dicho que sólo se trataba de “un simple cólico” y lo devolvió a su casa, sin examinarlo. En el domicilio, el infante se agravó. Al regresar por segunda vez al hospital, murió a los pocos minutos por una hemorragia intestinal.
Después de los funerales, durante los primeros días de enero de 2011, Cristian Figueroa, el padre de Derek, dijo que deseaban esclarecer lo sucedido “y buscar a todos los responsables para que esto no ocurra en ningún servicio médico... porque perder un hijo es muy doloroso”. Su pareja, Claudia Leyton, recordó que ese día el galeno “no le hizo nada, no tomó pulsación, sólo la temperatura. Le decíamos todo lo que tenía y nos dijo que no era pertinente”. Eso los llevó a interponer una querella por el delito de cuasi delito de homicidio contra el doctor Zamora.
Sin perjuicio de lo anterior, la directora (S) del Hospital San Pablo de Coquimbo, doctora Ana Farías, indicó en aquella oportunidad que el paciente concurrió al servicio de emergencia a las 03:49 horas y fue atendido por un dolor abdominal y vómito, siendo diagnosticado como un “síndrome emético y probablemente un cuadro de enterovirus. Con indicaciones de sólo dieta e hidratación se le derivó al domicilio. Luego regresó a las 06:40 ya fallecido”. Algo que se contradice con la versión de la madre, Claudia, que dijo que llegó con su hijo vivo y que murió en el recinto.
Respecto de un eventual sumario, Farías explicó que una vez recibida la información del Servicio Médico Legal “hacemos una auditoría médica y de esos resultados se instruyen sumarios”. También precisó que el médico es neurólogo infantil y no pediatra, “de muchos años de experiencia en urgencia y con 10 años realizando turnos”. Por su parte, Cristián Figueroa señalaba que no buscaban nada más que sentar un precedente para que este tipo de casos no volvieran a ocurrir. “En la parte económica no pedimos nada. Sólo que se investigue al médico y a todos los que resulten responsables”, recalcó.
Fallo desfavorable
Después de otra amarga Navidad para la familia de Derek, como lo fue la última del 2013, comenzó el ansiado juicio oral. Fue un largo proceso con resultado incierto, donde se analizaron atentamente las versiones de ambas partes. Cuando el pasado miércoles se desarrollaron los alegatos de clausura, en el Tribunal Oral de La Serena, llamó la atención la sorpresiva toma de la palabra del médico José Zamora. Aprovechando la oportunidad que le dio el juez, se puso de pie y le habló a los parientes del niño, recalcando su inocencia. “No maté al niño”, “yo lo examiné” y “Dios sabe que tengo la conciencia limpia” fueron algunas de las frases que pronunció.
Al día siguiente se conoció la deliberación. Ante el estupor del círculo cercano de Derek, los jueces dijeron que absolvían en forma unánime al profesional, tomando en cuenta que “existen dudas razonables de que haya actuado con negligencia”. Además, se argumentó que lo que le aconteció al pequeño “fue un cuadro inusitadamente rápido”. La decisión generó la ira de los familiares, que insultaron y trataron de agredir físicamente a Zamora en la misma sala, quien debió ser sacado para resguardar su integridad.
Claudia Leyton fue la más afectada, sufriendo una crisis que la hizo caer al suelo en medio del llanto y la impotencia. La sala fue desocupada y todos se retiraron con una visible amargura. De todas maneras, el proceso aún no está cerrado y el próximo miércoles 15 de enero, a las 16:00 horas, se leerá la sentencia. Allí la parte querellante y el Ministerio Público deberán tomar decisiones para ver qué hacer en este caso.
Un grave incidente
••• José Zamora también había hecho noticia por otro hecho. La noche del 7 de enero de 2010 llegó al domicilio de calle Aníbal Pinto en La Serena, para exigirle a la doctora Luz Aguirre Baeza (69) que debía abandonar el inmueble que hace poco había adquirido. La profesional encaró al médico y le respondió que debía respetar el acuerdo de que la diligencia estaba postergada por unos días, pero Zamora no habría aceptado las explicaciones y siguió en las afueras de la casa. La tensa situación llevó a la mujer a acudir al dormitorio, donde extrajo un revólver calibre 38 con el que le disparó en el abdomen al hombre. La Fiscalía formalizó a la imputada por homicidio calificado en grado de frustrado.