Durante el terremoto y posterior tsunami que azotaron con fuerza al borde costero de la comuna de Coquimbo hace exactamente un año, una serie de porteños comenzaron a reescribir sus historias. Cónoce el caso de los sobrevivientes y héroes del pasado maremoto, quienes arriesgaron sus vidas ante un hecho que aseguran marcó sus vidas para siempre.

Estas historias en su mayoría se originaron en el sector Baquedano de la ciudad puerto, que prácticamente fue desvastado por el tren de olas que lo azotó en reiteradas ocasiones, al igual que a la Avenida Costanera de Coquimbo; donde arrasó con todo a su paso. Tal cual ocurrió a menor escala en el sector de Puerto Aldea, situado a escasos kilómetros de Tongoy, donde la astucia de los pescadores locales logró salvar la vida de ellos, y la de sus compañeros. 

Gonzalo Ormazábal Videla, sargento de Carabineros de Coquimbo y héroe del 16S

“En un momento tan extremo solo piensas en ayudar y sin importar el costo”

El uniformado en compañía de efectivos motorizados cumplió una gran labor para rescatar del tsunami del año 2015 a los pobladores del sector Baquedano, y destacó por una acción heroica que permitió salvar la vida a una mujer de avanzada edad, en momentos que estaba atrapada al interior de su hogar producto de la emergencia.

Llegada la noche del 16 de septiembre del año 2015 un grupo de motoristas de Carabineros de Coquimbo realizaba patrullajes por los cerros de la Pampilla, instante en el cual comenzó el terremoto 8,4 que sembró el pánico al interior del popular recinto porteño. En ese momento recibieron la orden de trasladarse a evacuar el sector Baquedano ante el eventual tsunami que se volvió realidad minutos más tarde, y durante esta labor el sargento Gonzalo Ormazábal se trasformó en un héroe para muchos pobladores, en medio de la emergencia y tragedia.

Al llegar hasta la Avenida Costanera de Coquimbo y a la llamada zona cero, los efectivos verificaron in situ el comportamiento del mar que todavía permanecía en calma y comenzaron a evacuar a la comunidad. Pero a los pocos minutos todo cambio, y el temor se apoderó de todos quienes bajo la luz de la luna observaban que una gran columna de agua se aproximaba hacia la costa. Así entró la primera ola a la llamada “zona cero”.     

Tras ello, el suboficial Gonzalo Ormazábal y sus colegas decidieron dejar sus motos de lado y adentrarse en el barrio Baquedano a rescatar a quienes pedían auxilio. Mientras, uno de los efectivos cumplía la labor de vigía para que diera aviso en el momento en que el mar ingresara nuevamente hacia el borde costero.

DIFÍCILES MOMENTOS. A los pocos minutos que la primera ola causara estragos en Baquedano y mientras los carabineros socorrían a las personas, recibieron el mensaje del vigía que dijo “se perdió el mar, se recogió”. Los botes situados frente a la caleta de pescadores estaban tocando el fondo marino y sin agua a su alrededor, y luego se comenzó a escuchar un ruido ensordecedor.

“Vimos que las lanchas veían chocando entre ellas sobre una gran columna de agua y avanzado a gran velocidad. Pasó esa ola y a lo lejos y en la oscuridad escuchábamos gritos de personas pidiendo auxilio. En ese momento decidimos entrar al mar que se había trasladado hasta el barrio Baquedano, y primero sacamos a varias personas que vivían en situación de indigencia”, relató el suboficial Gonzalo Ormazábal. 

Pero en ese instante nuevamente el mar comenzó a entrar hacia la “zona cero”, y los oficiales debieron afirmarse en los postes de alumbrado público para no ser arrastrados junto a las personas que estaban rescatando del lugar. “Lo único que uno piensa en ese momento es en su familia, y eso hice. Son segundos en los que se te pasa la vida por delante, y cuando el mar comenzó a bajar pudimos salir extenuados”, consignó Ormazábal.

EL HECHO HERÓICO. En momentos que el suboficial junto a sus colegas superaron este el dramático momento vivido. Un joven del sector Baquedano les solicitó con urgencia rescatar a su abuela que se encontraba atrapada al interior de un domicilio del sector. Sin pensarlo nuevamente ingresaron al lugar, y lograron derribar una protección metálica para ingresar al inmueble por una ventana.

“En ese momento y al ingresar a la casa vi a la señora Petronila con el agua hasta el cuello, y me percaté que un refrigerador le tenía atrapadas sus piernas. Logré sacarle la máquina de encima y cuando venía arrastrándola me dicen que viene otra ola, pero alcancé a entregarla a mis colegas por una ventana. A los segundos un auto derrumbó el muro donde antes estaba la persona rescatada, y si me hubiera demorado unos segundos más habríamos lamentado una tragedia. Pero por suerte no ocurrió”, señaló el suboficial de Carabineros, Gonzalo Ormazábal.

Así, este efectivo y sus colegas realizaron una gran labor, y recibieron públicos reconocimientos por sus valientes acciones. “De la experiencia rescato el haber salvado la vida de las personas y lo volvería a hacer sin dudar. Agradezco a toda la gente que hasta hoy se acerca a darnos las gracias, pero yo y mis colegas solo cumplimos con nuestro trabajo. Estoy orgulloso de pertenecer a Carabineros”, finalizó el suboficial Ormazábal. 

 

Hernán Segovia Quezada, subprefecto de la Policía de Investigaciones y héroe del 16S:

“Fue un momento terrible y arriesgado, pero cumplimos con el deber de ayudar a la agente”

El oficial realizó una destacable labor para evacuar y rescatar a pobladores del sector Baquedano junto a otros colegas, en instantes que el tsunami del 16S arrasó con el tradicional barrio. Si bien expuso su vida en reiteradas ocasiones para realizar esta labor, asegura que lo realizaría nuevamente y sin meditarlo, tal cual lo hizo con el vecino de la “zona cero”, Raúl Torres.    

Con el orgullo de haber cumplido su deber durante el terremoto y tsunami del año 2015, al rescatar a más de 15 personas desde el sector Baquedano de Coquimbo y en instantes que el mar cubrió a este barrio porteño. Hernán Segovia, prefecto de la Policía de Investigaciones, recordó una de las emergencias y procedimientos más difíciles que ha enfrentado durante los 25 años de servicio que ya cumplió en la institución.    

La noche del 16 de septiembre sin dudas aun es difícil de olvidar para quienes vivieron en primera persona la emergencia natural que sacudió a la ciudad puerto y al resto de la región. Pero la devastación ocurrida en la “zona cero” no tuvo comparación. De esto bien sabe Hernán, quien antes del gran movimiento telúrico se encontraba al interior de la Pampilla de Coquimbo y sobre un carro policial, para dar inicio a los servicios de resguardo requeridos durante las fiestas.

Sin embargo, desde las 19:54 horas de este día la misión encomendada tuvo un giro radical tras el terremoto 8,4. En ese instante el pánico se apoderó de las personas presentes al interior del recinto pampillero, mientras, la oscuridad de la noche aumentaba por la falta de electricidad que también acrecentaba el temor.

En este escenario fue que Hernán Segovia, junto a tres colegas decidió salir del lugar y comenzar un patrullaje preventivo, concurriendo primero al cuartel ubicado en la Avenida Videla de la ciudad puerto, y desde donde retiraron algunas linternas para dar paso a la labor.

Pero al salir del recinto en el carro policial y bajar por calle Carmona hasta llegar a calle Juan Antonio Ríos, se encontraron con una imagen desoladora del barrio Baquedano. Allí decenas de personas les detuvieron y solicitaron ayuda para rescatar a varios pobladores que estaban atrapados entre los escombros y el agua, que trajo consigo el ingreso de la primera ola del tsunami hasta la “zona cero”.

A CUMPLIR EL DEBER. Así el subprefecto Hernán Segovia, el inspector Juan Urquieta, y los subinspectores Maicol Carvajal y  Alejandro Zambra, comenzaron realizar el proceso de evacuación. “El momento era tenso y complicado. Inmediatamente después del terremoto se cortó la electricidad en gran parte de la ciudad, y solo las balizas azules alumbraban el traslado de los vecinos. En tanto, en el sector de Baquedano ya había ingresado la primera ola, y sabíamos que debíamos actuar rápido para rescatar a los pobladores que aún se encontraban al interior de sus casas y automóviles”, relató Segovia.

Los oficiales escucharon gritos por varios sectores, pero decidieron bajar al barrio Baquedano por la calle Chacabuco, donde divisaron a gente atrapada en su vehículo. Así y avanzando entre los escombros y con el agua hasta sus cinturas, llegaron hasta un automóvil y desde él liberaron a sus ocupantes.

Tras ello y en la penumbra, Hernán Segovia ingresó a un domicilio para rescatar a otras personas atrapadas. “En ese intertanto los colegas se percataron que había un indigente atrapado, y a los pocos minutos sentimos un estruendo estremecedor y comenzamos a ver caer las murallas de las viviendas, arrasadas por lanchas pesqueras, autos, etc. Grité para que todos arrancáramos y en cosa de segundos pude sacar a un vecino hacia una zona alta junto mis colegas, cuando el agua subió de nivel e inundó todo”, señaló.

Lamentablemente la persona en situación de indigencia no pudo ser rescatada a causa de su estado etílico y la pérdida de motricidad. Pero el momento fue extremo y tras nuevamente retirarse el mar se debió continuar con las labores de rescate, que en este caso puntual no tuvieron éxito.

Tras ello Hernán continuó liderando a los oficiales para evacuar a más personas ante el ingreso del mar, y en ese instante decidió acceder a una vivienda desde donde percibió llamados de auxilio. “Estaba dentro y debo admitir que sentí miedo al ver que tiraron una bengala y comencé a buscar la manera de alcanzar el techo al venirse nuevamente el mar. En ese momento unos colegas abrieron la puerta de la casa y me lograron sacar del sector, siendo un momento eterno. Si bien para enfrentar estos casos uno está preparado, el momento fue extremo”, aseguró.

El vecino rescatado por Hernán y que recordó en su relato, es Raúl Torres, quien hasta el día de hoy agradece la valentía del efectivo policial y sus colegas durante la emergencia. “La Policía de Investigaciones fue la primera en llegar al sector y si no fuera por ellos, la cifra de muertos y heridos habría aumentado considerablemente. Agradezco a los oficiales y en especial a Hernán por la labor que realizó, y que también me salvó la vida”, manifestó.

Actualmente, el prefecto de la PDI Hernán Segovia piensa en un posible retiro, pero esto no le quita el sueño. Así, sentado en su oficina mira con orgullo las medallas que recibió junto a sus colegas por las labores de rescate que realizaron con éxito en el sector Baquedano. Mientras, en su mente hoy existe una sola prioridad, su familia.

 

Ester Barrios Iturrieta, sobreviviente del tsunami y héroe del sector Baquedano de Coquimbo:

“Si el mar se llevaba a mi nieto, mi vida se hubiera ido con él”

La pobladora de la llamada “zona cero” del terremoto y tsunami del 16S, a los 65 años de edad logró salvar su vida y la de su querido nieto, Giovanni Couselo, en instantes que ambos fueron arrastrados por el mar durante la emergencia.

El amor de una abuela hacia sus nietos es algo innegable, y esto quedó demostrado en la historia de dos habitantes del sector Baquedano de Coquimbo. Ester Barrios Iturrieta, mujer de 65 años de edad, fue quien logró rescatar a su nieto, Giovanni Couselo, en el instante preciso que el tsunami arrasó con su domicilio y lo arrastró en medio de la catástrofe que el tren de olas dejó en la “zona cero”.

Eran las 19:54 horas del día 16 de septiembre cuando se desató el terremoto, cuando Ester junto a su familia comenzaban con los festejos patrios al interior de su hogar, situado en el pasaje Óscar Barrios Nº740. Mientras Giovanni, tras haber llegado desde España hace unos meses, se encontraba  trabajando en un minimarkert cercano al domicilio.

Debido al fuerte sismo el esposo de esta mujer decidió salir del inmueble junto a parte de la familia hacia una zona de resguardo; pensando en que un maremoto se produciría ante un sismo como el acontecido. A esto se negó Ester, quien le señaló que no pondría un pie fuera de su casa hasta que llegara su nieto.

Fue así como espero por varios minutos al interior de su hogar, hasta que de un momento a otro Giovanni ingresó y salió hacia el patio a buscar a su gato y algunas pertenencias. En ese entonces ambos desconocían la orden de evacuar el sector Baquedano, y aseguran no haber recibido una alarma de tsunami que se emitió a los teléfonos celulares de la comunidad.

Así, Ester junto a su nieto solo se percataron de la emergencia al sentir un estremecedor sonido del mar que se acercaba a gran velocidad hacia los domicilios del sector, y decidieron emprender la huida. Pero al abrir la puerta principal del domicilio la sorpresa fue mayúscula, ya que por ambos extremos del pasaje Óscar Barrios se desplazan dos columnas de agua y escombros, que se juntaron frente a sus ojos y los arrastró con fuerza.

IMPACTANTE RELATO. “Fue lo más angustiante que he vivido. Frente de mi casa chocaron ambas columnas de agua del tsunami y formaron un remolino. En ese instante el mar nos llevó junto a mi nieto hacia distintas direcciones, y él me gritaba por auxilio al estar atrapado, ya que un auto venía flotando hacia su persona”, relató Ester Barrios.

En ese momento y con sus 65 años de edad, la abuela de Giovanni asegura que realizó un acto heroico y al cual aún no le encuentra explicación lógica. “No sé de donde saqué fuerzas y cruce toda la calle por entremedio de todos los escombros y el agua. Llegué hasta mi nieto, y con una mano lo levanté y retiré del lugar donde estaba atrapado. Un segundo más y habría muerto impactado por un auto que flotaba sin control”, relató Ester.

Mientras, que Giovanni recuerda este momento indicando que “la ola me arrastró y algo me tiró al suelo en momentos que un auto venía hacia mí. En ese instante yo gritaba y estaba entregado a la muerte. Pero vi la mano de mi abuela que me tiró desde la espalda y me rescató”.

Tras ello, ambos comenzaron a huir del lugar, considerando que en cualquier momento una segunda ola azotaría al barrio Baquedano.  “Este fue un momento de terror en medio de la oscuridad. Logramos arrancar y el agua nos llegaba hasta el pecho. Nos fuimos afirmando como pudimos y logramos salir hacia la población Gabriela Mistral y subir. Allí vimos entrar la segunda ola, con la cual habríamos muerto sin dudas”, aseguró Giovanni Couselo.

En tanto, hoy la señora Ester recordando este momento que le marcó la vida, abraza a su nieto a las afueras de su hogar y mirándolo a los ojos le dice que “si tuviera que elegir entre lanzarme al agua y salvar tú vida, lo haría nuevamente sin pensar. Porque te amo”, concluyó.

 

Sergio Valenzuela Galdames, sobreviviente del tsunami en Coquimbo:

“Sentí temor de morir en el tsunami, pero un milagro no lo permitió”

Este porteño de 57 años de edad pudo sobrevivir al maremoto que golpeó el borde costero de la ciudad puerto el 16 de septiembre del año 2015, y asegura, que fue producto de la fortuna. 

Caminando por la Avenida Costanera de Coquimbo y trabajando a un costado de la caleta de pescadores, todos los días se puede ver a Sergio Valenzuela Galdames. Este hombre de 57 años de edad desde hace 20 años que vive en condición de indigencia en la ciudad puerto, y fue uno los sobrevivientes del tsunami que lo arrastro a él y a otros amigos, algunos de los cuales desgraciadamente no pueden contar su misma historia.

“Segiño” como lo llaman sus conocidos, desde hace años que pernocta junto a una cantidad considerable de perros a un costado del recinto pesquero coquimbano, a quienes considera su familia y se declara un real animalista desde pequeño. Fue en este lugar en el cual debió enfrentar uno de los momentos más complejos de su vida, en el instante que decidió quedarse junto a sus mascotas cuando el maremoto golpeó la costa y arrasó con embarcaciones pesqueras, personas, animales, vehículos; y todo cuanto había a su paso.

Si bien este hombre es bastante introvertido y poco comunicativo. Sentado frente al mar y junto a su inseparable perra “shakira” accedió a  relatar su historia; que asegura marcó un antes y un después en su vida; ya que lamentablemente afirma dejó secuelas psicológicas en su persona, que hoy le son muy difíciles de superar.       

LA NOCHE DEL 16S. Eran las 19:00 horas del 16 de septiembre del año 2015, y Sergio caminaba por las inmediaciones del parque O’Higgins en dirección a un costado de la caleta de Coquimbo, donde pernocta a diario. Durante la tarde pudo hacer el cobro de una pensión que recibe cada mes, y comprar algo de comida y unas botellas de licor para compartir con sus amigos.

Pero no había pasado una hora desde que llegó al lugar cuando se desató el terremoto, y el pánico se apoderó de todos los presentes que huyeron despavoridos. Pero Sergio no. Él decidió quedarse junto a sus mascotas y rescatar a algunas, mientras, efectivos de la Armada le solicitaban abandonar el borde costero.

Pasados algunos minutos, Sergio relata que “todos arrancaron, pero no quise abandonar a mis animales, ya que son mi familia. Allí me quedé junto a ellos y me resigne solo a llorar. En eso escucho los gritos de mis amigos y el ruido aterrador del mar, que entró con mucha fuerza por un costado de la caleta. Cerré los ojos y el agua me arrastró hasta que choqué con una reja; pero siempre estuve abrazando a mi perra “Shakira”.

Ese fue un momento aterrador para “Sergiño”. Quien asegura vio pasar junto a él lanchas pesqueras, animales muertos, fierros, escombros, y a algunos de sus amigos que intentaban salvar sus vidas. Pero en ese momento fue cuando “entró la segunda ola, que fue la más violenta y pasó por arriba de la caleta. Esta me arrastró con fuerzas, y por milagro quedé sostenido junto a mi mascota de la punta de una palmera, que hasta hoy existe en el parque O’Higgins”.

CRUDA REALIDAD. De esta forma Sergio Valenzuela logró sobrevivir al tsunami, pero afirmó que cuando fue arrastrado por el mar pudo poner en práctica su preparación como salvavidas, permitiéndole esto no caer en pánico y sucumbir ante la braveza del mar. No obstante, tras descender de la palmera que asegura le ayudó a salvar su vida, la imagen fue desoladora y explotó en llanto.     

“Mi amigo “Gabo” gritaba, pero estaba vivo. Mientras que vimos morir a nuestro compañero, “el viejo loco”, quien se vestía de payaso y hacia su show todos los días en la Costanera. Haber vivido esta situación es algo que no puedo sacar de mi cabeza ningún día de mi vida. Pero siempre seguiré junto al mar y viviendo acá junto a mis animales que hasta hoy, me preocupo de esterilizar y alimentar”, concluyó Sergio Valenzuela, uno de los sobrevivientes del tsunami del 16S en la ciudad de Coquimbo.

Este hombre hoy continúa su vida trabajando cada día, y en su mente guarda el triste recuerdo del 16 de septiembre del año 2015. Mientras, afirma que solo arrastra una gran tristeza a cuestas, y es no ver a sus dos hijas desde hace más de 20 años; a quienes asegura recuerda en cada momento y las tiene en su corazón.

 

Hugo Véliz, alcalde de mar de la caleta de Puerto Aldea, sobreviviente y héroe del 16S:

“Estamos de píe y vivos para contar esta experiencia, que espero no enfrentar nunca más”

En la pequeña localidad de Puerto Aldea, este experimentado pescador logró coordinar la evacuación de sus colegas en momentos que el maremoto avanzaba hacia el recinto. Salvando así su vida y la de varias personas.

Con 72 años viviendo en el sector Puerto Aldea, situado al sur de la localidad costera de Tongoy en la comuna de Coquimbo. Hugo Véliz, alcalde de mar de la caleta de pescadores local, señaló jamás haber enfrentado en su vida una emergencia similar a la acontecida la noche del 16S. El tsunami entró con fuerza hacia la costa y las instalaciones pesqueras, en instantes que este hombre coordinó las acciones necesarias para salvar su vida, la de sus compañeros y otros ciudadanos. 

Mirando al mar y con la mirada nostálgica ante lo ocurrido. Este hombre de esfuerzo comenzó a la relatar los dramáticos momentos que vivió junto a sus colegas durante el terremoto y posterior maremoto, que dejó a una persona fallecida delante de sus ojos.  

RELATO. Al iniciarse el movimiento telúrico a eso de las 19:54 horas del pasado 16 de septiembre, Hugo se encontraba sobre la loza de la caleta de pescadores junto a su amigo Samuel Campos. Mientras, que en la cabecera del muelle estaban cinco personas pescando, a quienes les solicitó que se retiraran ante lo ocurrido, pero solo salieron dos de ellos. “Una de las personas que estaba en el lugar andaba con una radio portátil y sabía mejor que yo lo que estaba sucediendo”, señaló al alcalde de mar de Puerto Aldea.

Tras ese momento algo inusual fue percibido por Hugo. El mar se quedó en total calma, lo cual no era normal. Y a los pocos minutos miró hacia el frente y vio que avanzaban a gran velocidad y simultáneamente una cantidad considerable de olas, obligándoles a todos a los pescadores a emprender la huida. Mientras, algunos aprovechaban de amarrar sus embarcaciones, en instantes que escuchaban el destrozo de otras lanchas pesqueras que se precipitaban hacia la costa.

“En este instante recurrimos a todas la acciones necesarias para evitar víctimas fatales y logramos coordinar una evacuación efectiva. Al punto que a dos pescadores que estaban sobre su bote capeando el tsunami, logramos guiarlos hacia el muelle y pudieron saltar a tierra y ser recibidos para luego huir. Fue una maniobra notable”, relató Hugo Véliz, alcalde de mar de la caleta de pescadores de Puerto Aldea.

MÁS TENSIÓN. Tras salir desde el sector y percatarse del ingreso de una nueva ola hacia el recinto pesquero, “mi hijo me dice que la mar se llevó a una familia y vemos que frente a nuestros ojos  aparece un vehículo flotando y al minuto éste se da vuelta. Mientras que el mar llegó hasta el cerro situado tras nuestra caleta, y se devolvió pasando por encima del muelle”, contó Hugo.  

Tras este momento, los pescadores se percataron que una de las personas logró salir del vehículo y ponerse a salvo. Pero lamentable mente el conductor del vehículo no. “Al aclarar bajé hacia la caleta y el caballero del vehículo estaba en el borde de la playa fallecido. Él intento salir del vehículo pero se golpeó la cabeza, y sacamos su cuerpo del lugar para dar aviso a la Armada”, detalló el alcalde de mar de la caleta de Puerto Aldea.

Enfrentar una emergencia natural como la acontecida en primera persona sin dudas dejó una carga emocional tremenda en muchas personas, y de esto bien sabe Hugo, quien afirmó que todos los días recuerda la tragedia que afectó a su caleta de pescadores y al resto de la región. “En nuestra mente existe mucho temor aun ante un nuevo tsunami, y el costo mental es grande. Acá estamos de píe y vivos para contar esta experiencia, que espero no enfrentar nunca más”, concluyó el experimentado pescador.

 

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