• Bombardeo de nubes: sincronía perfecta entre la meteorología y la aeronáutica
    Bombardeo de nubes: sincronía perfecta entre la meteorología y la aeronáutica
Primeras experiencias en nuestro país se remontan a la década de los 50. En la actualidad se llevan a cabo más de cien proyectos de modificación artificial del tiempo en decenas de países del mundo.


El pasado lunes se inició en la región de Coquimbo el esperado programa de estimulación de precipitaciones, más conocido como bombardeo de nubes. Un proceso que podría permitir aumentar entre un 10 y un 15 por ciento la cantidad de lluvias caída en medio de un intenso período de sequia que afecta a la zona norte del país.
Las primeras investigaciones a nivel mundial sobre la materia fueron realizadas por científicos norteamericanos de General Electric el año 1946. Los experimentos consistieron en convertir gotas de nubes sobreenfriadas en cristales de hielo.
Gracias a esos estudios, se logró comprobar que existe una serie de productos orgánicos e inorgánicos que tienen la capacidad de modificar procesos físicos presentes en la formación y crecimiento de las gotas y cristales de hielo en las nubes. Uno de estos productos es el yoduro de plata.
Para su aplicación se utilizan varias formas: quemadores terrestres, cohetes tierra-aire y el bombardeo desde aviones. Este último sistema utiliza una mezcla de yoduro de plata, yoduro de amoniaco, agua destilada y acetona, que es disipada desde la aeronave hacia el interior de las nubes.
En nuestro país las primeras experiencias se desarrollaron en la década del 50 en las ciudades de Copiapó, Vallenar, Ovalle, Valparaíso y Farellones. Los resultados no fueron positivos, debido principalmente al rudimentario sistema de quemadores utilizados. Estos últimos se situaron en tierra.
En esos años tampoco se tenía un conocimiento muy detallado de las nubes y su comportamiento. En la década del 60, se lograron las primeras experiencias exitosas gracias al trabajo realizado por científicos australianos, dando origen al proyecto META(Modificación Experimental del Tiempo Atmosférico), el que se llevó a cabo en los años 1960 y 1970. Este proyecto es considerado como el inicio de los programas modernos de estimulación de nubes que se desarrollaron en el país activamente hasta mediados de los 90.
SINCRONIA

Son varios los países del mundo que han realizado proyectos de siembra de nubes, entre ellos Estados Unidos, Japón, Rusia, Israel y Cuba. En la actualidad se llevan a cabo más de cien proyectos de modificación artificial del tiempo.

Para poder incrementar la cantidad de lluvia a través de la estimulación de precipitaciones, se requiere de un trabajo coordinado entre la meteorología y la aeronáutica. En el programa desarrollado por estos días en la región, participa un equipo de profesionales de la empresa meteorológica Hidromet y la compañía aeronáutica Lassa, ambas bajo la coordinación general de RG Aircraft Ltda.

El proceso se inicia en la cima del cerro San Lucia, específicamente en el patio del Regimiento de Ejército N° 21 Coquimbo. Allí se encuentra hace unas semanas el radar meteorológico móvil de Hidromet. Allí durante las 24 horas del día, los meteorólogos recopilan información que les permita detectar la aparición de frentes con las condiciones de poder ser estimulados.

“Trabajamos con modelos numéricos que nos entregan porcentajes de posibilidades para la estimulación de nubes. Esa información es la que le entregamos a los operadores en tierra, quienes analizan la información con los pilotos”, señaló Loreto Ubilla, meteoróloga del programa.
En este caso se trata de dos experimentados aviadores, Fernando Avaria, 35 años de experiencia y Gonzalo Urzúa con 30 años en el rubro y uno de los pilotos que más horas posee en Chile en siembra de nubes.
A partir de ese momento los pilotos deben permanecer en la aeronave en estado de alerta. “Estamos alerta para poder salir en cuanto el meteorólogo nos diga. En general el proceso, desde que partimos no ha tenido muchos cambios, salvo que ahora se tienen más medios tecnológicos con el radar, que permite tener más certezas”, dijo a El Día, Urzúa.
También las aeronaves han sufrido cambio. En el caso del avión Piper Cheyenne de alta y media performance, puede llegar a una velocidad de 600 kilómetros por hora y alcanzar los 29 mil pies de altura. “Esta aeronave que es la que estamos operando desde el aeródromo La Florida en La Serena, nos permite llegar en 40 minutos a Atacama. Es decir, si el meteorólogo nos dice que hay condiciones, podemos estar en ese tiempo sembrando nubes en la tercera región. Lo mismo ocurre acá, y eso se logra con este avión de alta performance”, indicó Fernando Avaria.
Cabe destacar que los vuelos se realizan mediante instrumentos, es decir, los pilotos cuentan con coordenadas entregadas por equipo de operaciones terrestres en base a la información meteorológica. De esta manera la siembra de nubes también se podría realizar de noche, aunque los pilotos coinciden en que las mejores horas para estimular es entre las 12 y 16 horas.
Los resultados, de este programa de estimulación de precipitaciones se conocerán sólo al final del tiempo estipulado para las operaciones aéreas, y será la Dirección General de Aguas (DGA), quienes evaluaran este proceso que hoy, a diferencia de los inicios en la década de los 50, cuenta con herramientas tecnológica de primer nivel
 

 

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