Un garzón (camarero o “cochero”, en la jerga popular) va más allá que un simple “tomador de la orden”. Eso lo sabe bien Ángel Abraham, Zulema Salinas, Patricio Contreras y el resto de sus compañeros que trabajan captando clientes en los alrededores de La Recova, en La Serena, durante muchos años. En algunos casos, más de diez.
Cuentan que su trabajo les agrada y que tratan de hacerlo bien, sabiendo que muchas veces el cliente se siente presionado por la forma de encararlos. Sin embargo, acusan que hace un tiempo están recibiendo hostigamiento por parte de Carabineros y de la administración del recinto, quienes no los dejan trabajar tranquilos.
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“Acá no se preocupan del entorno, de los robos y de los delincuentes, pero sí de los garzones. Ayer, por ejemplo, estaban robando y nadie se percató”, cuenta Patricio Abraham. Y agrega Zulema Salinas, su compañera de trabajo, que “hasta el año pasado nos pedían que respetáramos ciertos márgenes, pero este año todo ha cambiado por el tema de los partes. Pienso que es un abuso, está mal la cosa, cuando el año pasado se trabajaba muy bien. A veces es molesto para el cliente, es verdad, pero tratamos de respetar lo que más se puede”.
Desde la administración se defienden y advierten que “hemos hecho reuniones con los dueños de los locales, con los mismos garzones. Les informamos cómo funciona el edificio, los reglamentos y también hemos tratado de enseñarles un sistema para que trabajen de manera más armónica.No obstante, debo decir que no todos son iguales, porque existen garzones que son muy honestos y que vienen y trabajan de manera decente. Pero también existen aquellos que llegan en la temporada alta, los dueños de locales nos les piden ningún antecedente y son los elementos negativos que acosan al público, son agresivos y están metidos en peleas. Imagínate para la persona que es extranjera y no habla el idioma; se asusta y se va. Lamentablemente, como administración, nos vemos en la obligación de pensar primero en el turista, en su seguridad, tranquilidad y que vengan a La Recova. Y si quieren comer que elijan libremente donde hacerlo”, comenta Claudia Contreras, tesorera e integrante de la administración de La Recova.
“Para nosotros es fundamental la tranquilidad y seguridad de los turistas, lo que implica que el turista pueda caminar libremente sin que sea hostigado y perseguido como ocurre a diario, haciendo que el turista se espante y se retire del lugar”, Claudia Contreras, integrante de la directiva de La Recova.
También recalca que “esta medida se tomó debido a la falta de criterio de algunos dueños de restaurantes que contratan a personal sin un contrato y trabajando solamente por la propina, donde entre más captan clientes, más ganan. Pienso que es así, ya que no entiendo la lucha que tienen entre ellos, donde pelean por la mesa y realmente son verdaderas batallas por disputarse a los clientes. Por eso, Carabineros se ha visto en la obligación de intervenir, pues se han generado peleas entre garzones con insultos y agresiones físicas”.
“Existe un hostigamiento para ver si cometemos alguna falta, falta que para ellos sería cruzar la calle a buscar gente. En ningún mercado de Chile molestan a la gente que realiza este trabajo, así que es primera vez que pasa”, advierte Ángel Abraham.
Agresiones y discusiones que Carabineros dice fiscalizar y que trata de evitar.
“La fiscalización es cuando se generan los conflictos y nosotros no los estamos coartando de su posibilidad de hacer su trabajo, que es la captación de público. Es más. Hemos sido muy tolerantes y garantistas, ya que esa función debería quedar dentro del recinto donde se ubica el patio de comidas, no en la parte externa ni menos en la calle”, señala el mayor de Carabineros, Ricardo Arriagada.
“Nunca hemos tenido problemas y siempre hemos dejado trabajar a esa gente, pese a que la función de ellos está sólo en el recinto del patio de comida y no en la parte externa o en la calle. Ellos están ahí y nosotros nunca le hemos puesto problema”, indicó el Mayor Ricardo Arriagada.
Lo cierto es que pareciera ser un problema de nunca acabar. Y más aún cuando quienes trabajan en lugar, indican que el único propósito es apoyar a sus respectivas familias, “pero Carabineros no nos deja trabajar, pues existe un seguimiento hacia los garzones, un acoso”, insiste Ángel, vocero de los trabajadores y amigo de Patricio, otro de los “cocheros” y que tiene que pagar nueve mil pesos diarios para poder salir a captar clientes fuera del “perímetro permitido”.
“No puedo ingresar a La Recova. Este es el segundo permiso que tengo. Yo con este papel puedo pasar más allá, pero para eso tengo que pagar. Sin este papel me sacan parte. Si no pago esto tendría que estar en la parte de arriba y si quiero bajar debo pagar el dinero. Acá existe un acoso de Carabineros”, aclara.
“Me pregunto por qué los garzones tienen que pedir un permiso cuando he visto en las calles, y en los semáforos, como los ambulantes se venden sus productos y trabaja tranquila”, reveló Zulema Salinas, trabajadora del recinto.
Acoso que, en Carabineros, desmienten tajantemente, puesto que “hemos ido en apoyo cuando existen inconvenientes con las mismas personas que están en la captación de clientes y cuando se generan algunos conflictos. Acá Carabineros no está creando conflictos, sino que nosotros estamos fiscalizando cuando se trata de un conflicto mayor o cuando exista rivalidad y la pelea por captar un cliente. Entonces, en esa circunstancia Carabineros ha procedido a intervenir, pero siempre con la finalidad de mejorar la imagen de la ciudad y la calidad del turismo. Insisto, cuando está propenso un conflicto entre ellos mismos es cuando estamos interviniendo, pero no es una situación de hostigamiento o una fiscalización intransigente, sino que es sólo para evitar un conflicto entre ambas partes”, puntualiza el mayor Arriagada.
“Todos tenemos derechos a trabajar tranquilos, a que nos respeten. Lo que se les pidió a Carabineros es que a las personas que trabajan de manera informal, que son agresivas y que se han visto en peleas, que sean controladas”, afirmó Claudia Contreras.
La falencia en el sistema era la falta de contrato en los “cocheros”, una situación que ellos mismos, –aclaran-, se solucionó.
“El contrato se les hizo a todos los trabajadores y los que no tienen contrato tienen boleta. Desde hoy nadie es ilegal. ¿Sabes? Dicen que andar buscando gente es ilegal, pero es nuestro trabajo y si nosotros no lo hacemos, no subiría gente al segundo piso. Así que con contrato y boleta esperamos que ya no tengamos más hostigamiento por parte de la policía”, apuntó Salinas.