Aunque parezca no tener asidero y muchos lo vean como una simple locura, lo cierto es que el llamado turismo sobrenatural está teniendo cada vez más auge en nuestro país. Así quedó demostrado a comienzos de agosto en Machalí, donde se llevó a cabo el Primer Congreso de Turismo Paranormal de Chile, respaldado por Sernatur. Allí quedó claro que este tipo de atractivos cada vez está ganando más adeptos. ¿Se podría hacer algo similar en la Región de Coquimbo? Por supuesto que sí. Sobre todo tomando en cuenta toda la cantidad de historias de fenómenos sin explicación que hemos tenido desde lejanas épocas.
ELQUI MÁGICO
Partiendo de norte a sur, nos empezamos a encontrar con relatos en la comuna de La Higuera. De aquí recogimos antiguas historias que dan cuenta de una supuesta águila gigante, que atemorizaba a la población hace muchas décadas. Lo concreto es que, en marzo de 1868, el diario “El Constituyente” de Copiapó (Región de Atacama) publicó una curiosa carta firmada por varios mineros. En ella, los trabajadores hablaban de “un ave gigantesca que a primera vista tomamos por una de las nubes que en ese momento entoldaban en parte la atmósfera”, la que según ellos habría volado sobre sus cabezas.
En la misma comuna de La Higuera, concretamente en Isla Damas, desde hace un tiempo circula el rumor de que se pueden ver sirenas. Esto cobró más forma hace un par de años, con el relato del parasicólogo local Iván Voreved, quien aseguró que en las costas de nuestra región habría evidencia de la existencia de “nativos del mar”, como prefiere llamarles. Según cuenta, ha trabajado desde hace un par de años en torno a este tema entrevistándose con distintos pescadores, quienes habrían reconocido haberlos visto en altamar en noches de luna llena.
Pero si hay una zona por excelencia donde ocurren fenómenos paranormales es el valle de Elqui. Y ni las autoridades se salvan. En mayo del 2008, un ovni apareció durante una ceremonia realizada en el liceo de Paihuano, en la cual estaba presente la entonces Presidenta de Chile, Michelle Bachelet. Nadie se dio cuenta del objeto, pero apareció en una fotografía que dio la vuelta al mundo. Todo a pleno sol y sin ninguna nube en los cielos, condición climática que caracteriza al valle de Elqui.
Esto no era algo nuevo y por algo la Región de Coquimbo ha sido catalogada como la capital de los ovnis en Chile. Por eso mismo, hasta el año 2006, se realizaron en total nueve simposios internacionales sobre este fenómeno en La Serena, con la participación de destacados ufólogos, que organizaba Ovnivisión. Allí se recordó que, 10 años antes del avistamiento durante la visita presidencial de Bachelet, cayó un supuesto ovni en los cerros de Paihuano, en un caso que fue conocido como el “Rosswell chileno”.
SERES SOBRENATURALES
A lo largo de varias generaciones de estudiantes, son varios los relatos de extraños fenómenos paranormales, en un conocido internado de mujeres de calle Gandarillas en La Serena. Incluso una testigo, a través de una página web regional, se atrevió a contar la experiencia vivida en ese lugar en 1997, en el segundo piso del recinto que albergaba a alrededor de 300 niñas de diversas comunas de la Región de Coquimbo.
La entonces interna contó que previo a esta experiencia ya se hablaba de esta presencia que se le había aparecido a otras personas. “Se decía que había muerto una niña en este lugar. Le decían la Celeste. Hace muchos años se sabía de ella. La historia dice que era una niña que había quedado embarazada y que para ocultarlo se habría hecho un aborto. Eso habría pasado justo en la lavandería. Eso es lo que se contaba. Nadie sabe por qué se dejó de usar esa lavandería”, recordó.
Aparte de fantasmas, también son muchas las historias de casas o sitios embrujados.
Como el caso de Cutún, sector ubicado al oriente de Las Rojas, donde se reportaron muchas “penaduras” en una modesta vivienda en el año 1976. Aquí también se habló de supuestos seres de ultratumba que se veían por las noches. Se describe incluso a un perro de color negro, similar a un doberman, pero con dos cabezas, que merodeaba en la zona. Dicen que una noche el perro bajó hasta la zona habitada, causando el pánico entre una quincena de personas que estaba en las afueras de la casa embrujada esperando novedades.
ARRASTRADO AL INFIERNO
En un pueblo de la provincia de Limarí, que los antiguos vecinos recuerdan muy bien porque escucharon la historia desde niños, en la década de los ‘40 ocurrió un hecho que tuvo más de medio centenar de testigos, que jamás olvidaron lo que vieron sus ojos. Su protagonista fue un parcelero llamado Alberto, que de la noche a la mañana pasó de la pobreza a la opulencia, según muchos porque encontró un tesoro escondido en sus terrenos. Sin embargo, otros aseguraban que hizo pacto con el Diablo.
Alberto era un hombre humilde de 50 años, dedicado a la agricultura y vivía junto a su esposa. Jamás tuvo hijos. Su parcela era pequeña. Las ventas no iban muy bien y la situación económica no era de las mejores. Hasta que para la Noche de San Juan, se comenta que hizo el famoso ritual del espejo cubierto con un género blanco, junto a un recipiente y dos velas encendidas. Allí tuvo la visión de un tesoro que estaba enterrado justo bajo sus pies, el cual no tardó en buscar esa misma noche. Antes del amanecer, habría dado con el cofre cargado de oro, cuya procedencia se ignora.
El hombre compró varios terrenos y su poder adquisitivo se multiplicó. Pero un día, su rostro y cuerpo aparecieron totalmente rejuvenecidos. Aquí se incrementó el rumor de su pacto con el demonio, con quien se habría reunido a la medianoche en un cerro cercano, en medio de un pentagrama hecho con su propia sangre. Alberto dejó a su esposa y siempre se le veía en fiestas, rodeado de jovencitas. Hasta que justo un día Viernes Santo, murió en el sueño.
Varios fueron a su velorio, más por costumbre que por cariño, ya que la arrogancia fue el sello de los últimos días de Alberto. Su ataúd estaba frente al altar. Era de noche y la pequeña parroquia del pueblo sólo estaba alumbrada con velas. De pronto, un fuerte viento abrió la puerta principal y apagó las velas, quedando todos a oscuras. Cuando volvieron a encenderlas, la gente se pudo dar cuenta que estaba el ataúd, pero sin el cuerpo en su interior. El mismísimo diablo se había llevado a este hombre al infierno.
LOS BRUJOS DE SALAMANCA
Por muchos años se habla de que en Salamanca se reúnen los brujos en una cueva, conocida como la Raja de Manquehua, distante a unos 35 kilómetros de la ciudad.
Desde 1915 se reportan testimonios de procesiones y antorchas encendidas en su interior, presumiblemente de encuentros o rituales que realizan personas que utilizan la magia negra.
Se cuenta, además, que este sector era escenario de grandes fiestas para los maestros de la brujería, en las que se servía vino en vasijas de metales muy refinados y donde, por supuesto, la comida no podía faltar. No obstante, sólo se podía gozar de esas bondades dentro de la cueva porque de ser hurtados, los objetos se transformaban en cosas terribles, asustando a quienes osaran robarlos.
De hecho, una de las leyendas más conocidas habla de que a la cueva de Salamanca fue invitado un joven por un brujo, y se encontró con una de estas celebraciones donde todo era de oro y plata. Cuando quedó solo se metió una cuchara de plata al bolsillo y en ese momento vio a una niña de hermosas piernas que se acercaba. Después despertó en la plaza y, recordando lo ocurrido y llevándose las manos a los bolsillos para ver si tenía la cuchara, se encontró con un hueso de pierna humana.
EL MÍTICO “CHUPACABRAS”
Cada cierto tiempo, los noticieros chilenos e incluso regionales han abarcado en su pauta los ataques del “chupacabras”, un supuesto monstruo que acomete contra los animales (principalmente aves y ganado), matándolos y succionándoles por completo la sangre. Se contaron casos en Ovalle, Coquimbo (principalmente en el sector de Pan de Azúcar), localidades rurales de la comuna de La Serena y en el valle de Elqui. Y a pesar de que muchos atribuyeron los ataques a perros salvajes, el misterio nunca se pudo dar por aclarado en un 100%.
Según señaló una vez el parasicólogo regional Iván Voreved, la existencia del “chupacabras” es real y se trataría de una mutación. Aseguró, además, que hace algunos años en Antofagasta un conocido veterinario desarrolló una ardua investigación sobre el tema, pero “fue obligado a desistir” por parte de unos misteriosos agentes vestidos de negro, tal como en la película “Men in black”, que se dedicarían a encubrir el tema del “chupacabras” por su vinculación a lo extraterrestre.