• En el lugar se puede apreciar que solo quedan residuos de la base de lo que fue un gran muro que dividía este sector.
  • En la actualidad las personas cruzan de un lado hacia otro por calle René Schneider sin mayor preocupación, precisamente donde por 10 años existió un muro que dividió a Tierras Blancas con Bosque San Carlos.
  • En la imagen se aprecia el momento en que el muro comenzó a ser derribado, el 29 de febrero del año 2012.
  • La cobertura que dio diario El Día destaca la expectación que generaron en los vecinos del sector los trabajos de demolición de más de 31 metros de longitud del muro que dividió por diez años a Tierras Blancas.
Crédito fotografía: 
El Día
A cinco año de le gestión que permitió derribar el muro que por más de una década dividió en dos al sector de Tierras Blancas , los vecinos dicen que aún no olvidan la lucha que dieron para que se terminará con esta segregación que incubó divisiones.

Hace 15 años cuando se comenzaron a construir viviendas en el sector de Bosque San Carlos, una de las empresas constructoras que levantó casas precisamente en el límite de ese conjunto habitacional con Tierras Blancas, decidió  levantar un muro para separar a ambos sectores poblacionales.

Una  de las razones que se esgrimió en aquel entonces es que  este sector habitacional  de la comuna de Coquimbo no tenía buena fama.

Incluso, en la práctica se planteaba que  de no existir una división, los eventuales residentes de Bosque San Carlos no adquirirían esas viviendas para clase media, por temor a robos y a la delincuencia en general.

Es ahí cuando surge la idea de cerrar el paso construyéndose un muro que cruzaba calle René Schneider, entre Pan de Azúcar y Llanquihue y que los residentes comenzaron a llamar “El Muro de Berlín”.

Sin embargo, esta determinación fue resistida por los habitantes de Tierras Blancas, quienes se sintieron segregados, mirados despectivamente y marginados socialmente. Pero a pesar de los reclamos y denuncias de discriminación, la franja de cementó no fue retirada.

No obstante,  los vecinos no se quedaron tranquilos.  El 2002 los tierrablanquinos iniciaron las gestiones para que el cierre perimetral fuera derribado, pero sus gestiones no dieron frutos y la estructura se hizo permanente.

Fueron decenas de reuniones con el municipio, alcaldes, concejales y autoridades regionales, pero todo fue en vano, Tierras Blancas y Bosque San Carlos seguían separados por un muro de 31 metros de largo y cuatro de altura.

EMPUJE MUNICIPAL. Debieron pasar diez años, hasta que el desaparecido alcalde, Óscar Pereira, tras numerosas gestiones y encuentros con residentes de ambos sectores, que tomó la determinación de que esa división debería desaparecer.

Quienes estuvieron cercanos al edil, sostienen que fueron los vecinos de Bosque San Carlos los que se oponían tenazmente a que el muro fuera derribado y siempre argumentaron que sacar el muro era abrirle las puertas de sus casas a la delincuencia. Pero el alcalde Óscar Pereira pensaba distinto y les hizo saber que la delincuencia no se frenaba poniendo un muro separatista, sino que tomando otras medidas de seguridad, de organización de los vecinos y de inversión en equipamiento de las policías.

Y así, después de mucho diálogo, el muro fue derribado el 29 de febrero de 2012.

2002 se comenzó  a levantar  el muro de la discordia en el sector de Tierras Blancas como límite  con la naciente población San Carlos

DÍA SIMBÓLICO. Ese día fue simbólico y decenas de pobladores llegaron al lugar, donde se hizo un acto y una máquina retroexcavadora comenzó a tirar a tierra los bloques de esa muralla. Aplausos, vítores y cantos fueron las manifestaciones de los vecinos de Tierras Blancas, quienes tras diez años de bregar, consiguieron la integración de su territorio. Pero también se pudo escuchar algunas pifias y molestias desde el lado de Bosque San Carlos.

En esa ocasión, el exalcalde Óscar Pereira, quien estuvo presente, dijo que “estas obras vienen a saldar una deuda pendiente con los habitantes de este sector, quienes con esta vía de conexión tendrán un auxilio en menos tiempo en casos de accidentes”.

También mencionó que no podía haber personas de primera y segunda clase. “Hoy en día tenemos más Carabineros, vamos a hablar con la PDI y también vamos a reforzar con nuestra seguridad ciudadana. La idea es que la gente tenga la seguridad de que van a cruzar y no van a tener problemas. No puede haber gente de primera y segunda clase”.

Pereira habló de obras, ya que el proyecto para derribar el muro contemplaba también  instalar una losa de hormigón sobre el Canal La Herradura, que corre por el lugar, pavimentar veredas y ciclovía, todo lo que se terminaría meses después y que involucró una inversión de 34 millones de pesos.

ARGUMENTOS MUNICIPALES. Dentro de los argumentos que tuvo a la mano el municipio de Coquimbo para derribar esa gran pared, fueron que no solamente era una segregación absurda e injustificada de habitantes de un mismo sector, sino que además existía la necesidad de que la locomoción colectiva y vehículos de emergencia, como Carabineros, Bomberos y ambulancias, tuvieran una vía de acceso y salida expedita como rápida. Hasta ese momento los vehículos debían moverse hacia la Ruta D-43 para llegar a destino, dado que el muro cortaba a la mitad la calle René Schneider.

“Estos muros que existen en los barrios cada día más demuestran que son un retroceso para la integración de la ciudad”. Fernando Viveros, concejal de Coquimbo.

LA ACTUALIDAD. En la actualidad, si bien aún existen personas que creen que el muro no debió ser sacado, la inmensa mayoría  estiman que fue un acierto y que el tema de la delincuencia es un caso país.

No obstante, Laura Becerra, residente del Bosque San Carlos,  opina distinto. Recalca que  “nunca debió echarse abajo, pasó lo que temíamos, aumentaron los robos a nuestras casas”.

Pero Claudio Martínez piensa lo contrario y señala que “fue para bien, ahora la locomoción colectiva transita por Schneider y no tienen que ir a darse una tremenda vuelta, los viajes son más cortos y no tiene por qué estar dividida una población de otra porque son de distinta clase”.

Quien coincide con Martínez es Amanda Moncada, quien reside en Tierras Blancas, señalando que “nuestro sector no es lo que era hace 30 años y estar separados por un muro no corresponde, los delincuentes si quieren robar no los va a detener una muralla”.

Jorge Blanco explica que nadie se acuerda del muro y todo el mundo transita por el lugar, “los que viven al lado son los que recuerdan, pero la población no notó una diferencia entre antes de que lo botaran y después. Era una división tonta y que discriminaba”, recalcó.

Los conductores de colectivos creen que más allá de lo que creía la gente del lugar, para ellos fue una buena solución de acceso a Tierras Blancas. “Antes teníamos que dar una tremenda vuelta para ingresar, ahora cuando venimos a Bosque San Carlos, ingresamos directo hacia Tierras Blancas”, afirma Manuel Soto y la mayoría de los conductores tienen una opinión parecida.

31 Metros de largo y cuatro de alto tenía  la estructura que se levantó y que se conoció como el muro de Berlín.

DESDE EL MUNICIPIO. El  concejal Fernando Viveros sostiene que fue un acierto sacar ese muro  y que los años han demostrado que sirvió para realizar integración real y bajar los grados de segregación que había entre la gente que vivía en los alrededores. “La integración entre Bosque San Carlos y Tierras Blancas es real, pasan colectivos, la ambulancia, los bomberos y estas diferencias, estos muros que existen en los barrios cada día más demuestran que son un retroceso para la integración de la ciudad, lo evalúo positivamente”, precisó.

Viveros también ahonda en la seguridad ciudadana y precisa que la delincuencia ha existido, “pero un muro no resuelve el problema y quizás la gente del Bosque San Carlos sí ha sufrido robos, pero no es por la existencia o no de un muro, sino que es por la desigualdad social que tiene el territorio y lo que hacemos sacando estos muros es acortar esas brechas integrando más”, dice.

No obstante indica que se debe avanzar en seguridad, en recuperación de espacios, mejor iluminación de la vía pública, “el camino debe ser integral”, afirma.

El  alcalde de Coquimbo, Marcelo Pereira dijo que recordaba perfectamente el miércoles 29 de febrero del año 2012, cuando su  padre, el exalcalde  Óscar Pereira,  se reunió junto a los dirigentes sociales de Tierras Blancas en la Avenida Schneider para presenciar el derrumbe del muro que por diez años los dividió con la población del Bosque San Carlos, “esto fue fruto de un largo trabajo para aunar criterios con los vecinos y vecinas. Este momento fue un hito para toda la comunidad, considerando que la demanda fue generalizada ante la necesidad de contar con un acceso expedito para los vehículos de emergencia y Carabineros, requiriendo para ello de obras de conectividad sobre el canal San Carlos, las que se extendieron por más de tres meses”, recordó.

Explica que con este hecho también se plasmó la visión de desarrollo que poseía su padre y que comparte completamente en la actualidad, primando siempre el  unificar al territorio comunal y su gente. “Así y al derribarse este muro de 31 metros que separaba el diario vivir de nuestras familias, se dejó en claro que Tierras Blancas es una sola  y que es históricamente la localidad más grande de nuestra comuna."

LOS RESTOS DEL MURO

En la actualidad aún quedan restos del muro que dividió a ese amplio sector poblacional y que los vecinos llamaron “El Muro de Berlín”. De hecho, entre arbustos y flores endémicas por un lado y cemento de calles por otro, aún se puede apreciar parte de los cimientos que anclaron aquella gran muralla que atravesaba calle René Schneider y que fueron derribadas por una retroexcavadora bajo el aplauso de cientos de vecinos que presenciaban.

 

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