Los hermanos José (37) e Ivan (36) Rojas desde hace más de 20 años abandonan el pueblo Las Breas, el último poblado que conforma el valle de Hurtado, y recorren más de 45 kilómetros para llegar hasta el sector de Quebrada Amarilla, en plena precordillera de Los Andes. Allí, permanecen entre tres o cuatro meses, para que su ganado de 300 cabritas se alimente de pasto y obtener luego los litros de leche que les permiten elaborar los quesos, su principal sustento económico.
Las “veranadas”, el nombre con el cual se conoce este tradicional traslado de ganado en busca de zonas de pastoreo, se desarrolla entre los meses de noviembre y abril. Sin embargo y como consecuencia que el reciente invierno no fue lluvioso, la temporada se retrasó.
Los crianceros Rojas cuentan que en su caso decidieron comenzar su viaje el 25 de diciembre para tener la posibilidad de pasar la Noche Buena con sus familias. Apenas concluyó la celebración navideña, montaron en sus caballos y acompañados de una decena de perros, iniciaron el extenso recorrido hasta su punto de destino,a más de 3000 metros sobre el nivel del mar.
Los crianceros atraviesan un camino de tierra, angosto y serpenteante, y de vez en cuando se encuentran con una casa de adobe, de algún inhóspito habitante de la comuna. Su destino es una propiedad privada donde deben cancelar la suma de 65 pesos diarios por cada animal a objeto de acceder al necesario talaje.
Para descansar utilizan algunos de los refugios que décadas atrás otros crianceros levantaron con adobe y piedra. Al llegar a la su majada, un ruco con un corral para sus animales los espera. Allí sin agua potable ni electricidad se mantienen aislados de sus familias durante semanas.
Allí permanecerán hasta fines del mes de abril, cuando se termina la temporada de “veranadas”. Las bajas temperaturas hace imposible la subsistencia en la cordillera durante los meses de invierno, período en el que permanecen en su pueblo, desde donde salen en busca del pasto para continuar alimentando a sus animales.
Durante su permanencia en la cordillera, los hermanos se levantan apenas aparece en sol sobre los cerros del valle para ordeñar las cabras y tener la leche con la cual en las próximas horas confeccionarán el queso. Utilizan el mismo método aprendido de generación en generación entre los crianceros de la provincia del Limarí.
La elaboración de cada queso requiere de aproximadamente 15 minutos de trabajo, el que incluye el añadido de un cuajo que “corta” la leche, con la cual luego se hace una masa. A ésta se le añade sal y se le quita el líquido prensandolo a mano sobre un molde. El queso está listo y se deja orear en un estante cerrado.
El queso en tamaños de un kilo aproximado y de 3 kilos y 500 gramos aproximadamente se vende a 5.500 pesos el kilo a los compradores que llegan semanalmente hasta la misma majada en camionetas, para luego revenderlos en los mercados de distintas ciudades de la región, principalmente en Ovalle, donde el producto es considerado una verdadera tradición. “Hay hartos compradores y cada uno tiene su cliente”, dice Ivan Rojas.
Otro criancero es Eduardo González, quien es dueño de alrededor de 250 cabras. Como la mayoría de los crianceros de Río Hurtado, desde muy pequeño acompañó a su familia -en su caso su madre- a la cordillera arriando animales. Asegura que a los 13 años ya subía solo a las veranadas y que debía hacerse cargo del sustento familiar.
Con distintos trabajos esporádicos, desde hace 15 años aproximadamente se dedica cien por ciento a las labores de criancero. Afirma que este año “no ha sido muy bueno” debido a que “los precios no han estado muy buenos” y que ha estado “como para salvarse no más”. Comenta que la vida de criancero es “dura” pero afirma que ya ésta acostumbrado.
En los noches, la temperatura baja varios grados y los crianceros deben dormir bajo varias mantas. No prenden fuego porque dicen “la leña es escasa” y “francamente no calienta demasiado: uno se mueve un metro más allá y ya siente el hielo”.
En este clima, propio de la cordillera, la rutina es acostarse muy temprano. Ya a las 7 de la tarde están recostados, preparando algo de comida. Por las noches, sin electricidad ni conexión por celular, sostienen animadas conversaciones sobre sus vidas o prenden una radio a pila y sintonizan la emisora Norte Verde, la única que se escucha en estos parajes.
Para acudir a las veranadas se debe gestionar una guía en el Servicio Agrícola y Ganadero, cuyos inspectores asisten a periódicos controles de control al ganado. “Ven si algún animal está enfermo o ha muerto”, explica el criancero. Este año, el 28 de abril, es plazo para terminar las “veranadas”.
“Nosotros vivimos de la venta del queso y de repente uno vende los cabritos"; Ivan Rojas, criancero
Visita Ministerial
La mañana de jueves 21 de marzo fue un día especial para los crianceros de la comuna de Río Hurtado, cuando en la propia Majada Grade -a 3.900 metros sobre el nivel del mar- recibieron la visita del ministro de Agricultura, Antonio Walker, la intendenta Lucía Pinto y alcalde de Río Hurtado Gary Valenzuela.
El secretario ministerial, quien se mostró cautivado por la belleza del paisaje cordillerano y por la experiencia de presenciar en situ a las “veranadas” y la elaboración del queso de cabra, comentó que “tuvimos la oportunidad de conversar con los crianceros, de compartir un rato, de intercambiar ideas, de compartir su experiencia de vida”.
“Tenemos más de 5.300 crianceros en la región de Coquimbo. Tenemos el 57% de la masa caprina de Chile en esta región, lo que se traduce en un total de 450.000 cabezas de ganado”, indicó.
“Hemos visto cómo se hacen los quesos de cabra, los quesillos de cabra, y realmente para uno, como ministro de Agricultura, es una gran experiencia”, añadió.
Por su parte, el edil hurtadino valoró la visita ministerial por que es la primera de un ministro a las “veranadas”. Además, explicó que “Río Hurtado es una comuna netamente rural de 2.480 kilómetros cuadrados, en donde desde periodos ancestrales, gran parte de sus habitantes dependen de la ganadería caprina. Los sectores aledaños al río Hurtado dependen de esta actividad, es lo que les da fuerza y vida a estas familias”.
Finalmente, la intendenta Lucia Pinto señaló que “los crianceros son una parte importante de nuestra historia y de nuestra tradición como región, y esta es la principal razón por la cual cada día trabajamos más unidos para que este modo de vida no sólo se parte del pasado sino que también de futuro”.