En tu vocación de educador, ¿hay algún recuerdo de tu infancia o adolescencia que te haya inspirado?
“Recuerdo haberme sentido como explorador que después fue cambiando a investigador cuando desde la ventana de mi dormitorio en el cerro Cordillera de Valparaíso miraba el puerto y veía entrar y salir barcos. Siempre quise ampliar fronteras, pero no me sentía en el ámbito de la educación porque los modelos que tenía no entusiasmaban a nadie”.
En la Feria del Libro de La Serena te vi escuchando a Humberto Maturana. ¿Es un intelectual con cuyos postulados te identificas?
“Sí, totalmente. Él ha dado en el clavo en resituar la subjetividad, el valor del aspecto del amor en las relaciones personales. Cuando yo lo di vuelta a los problemas educacionales, más bien dicho escolares, en gran medida resulta en la falta de relaciones humanas entre profesores y estudiantes, que se vuelve una relación técnica, y eso en el mejor de los casos, cuando más bien se vuelve una donación en que el profesor regurgita lo que tiene y ojala el alumno lo agarre. En este sentido, Maturana ha aportado algo muy valioso”.
¿Hay otros maestros que puedes destacar en tu formación más de especialización?
“Sin duda, Paulo Freire es para mí el gran educador, sigue teniendo una influencia en mí. Tuve la suerte de ser enviado por la Federación de estudiantes de la Universidad Católica de Valparaíso a aprender a alfabetizar con un brasileño exiliado que había llegado a Chile y fui con una compañera que estudiaba Castellano a conocer a Paulo Freire. Él nos recibió en su oficina, en Santiago, amablemente con un portuñol del cual entendíamos algunas cosas y otras no. Nos habló de educación y a mí me abrió un mundo que no sabía que existía, pero que no fue extraño. Algo había que me detonó y encontré que eso era lo que yo quería. Y así estuvimos viajando entre Valparaíso y Santiago para que Paulo Freire nos enseñara a alfabetizar. En ese tiempo él no era el que fue después, pero indiscutiblemente venía marcando un camino y haciendo un pensamiento pedagógico.
Con los años otro que ha influido notablemente en mí es Reuven Feuerstein, psicólogo judío fallecido hace poco, que crea la Teoría de la modificabilidad cognitiva. Cuando lo conozco, mi gran sorpresa fue entender que se complementaba con Freire y su pensamiento político y educativo de reivindicación del derecho a la cultura, que todos somos cultos, que todos podemos aprender, que tenemos derecho a la palabra. Freire enseña a dialogar, pero no dice cómo va a ser este diálogo. Y Feuerstein plantea que el ser humano propende a aprender, que tenemos funciones cognitivas que desde pequeños están abiertas a todo su potencial, pero que la sociedad, la escuela, etc. las van cohibiendo y al final tenemos funciones cognitivas reprimidas que no nos permiten desempeñarnos adecuadamente. Yo uní las dos cosas y para mí eso fue de una potencia enorme. También influyeron en mí, los profesores que tuve en el post grado (en Estados Unidos)”.
Tú vives en La Serena hace 28 años. ¿Sientes que esta ciudad ha sido bien preservada en cuanto a su identidad, a su patrimonio, a su cultura?
“No tengo una respuesta única y conclusiva. La Serena ha crecido mucho y con gente que viene de afuera; siempre hay una marea que va modificando la ciudad y esto es bueno. Yo soy parte de esa marea. A ratos a mí me parece que La Serena se ha inventado una historia y todos terminamos diciendo, bueno, ya es verdad. Recuerdo a Raúl Saldívar cuando fue Alcalde en su primer periodo (1992-94) nos contaba que asistió a una reunión de alcaldes de ciudades coloniales en Guanajuato, México, y después de conocer algunas ciudades él se sentía muy mal en decir que La Serena era colonial. Cuando le tocó su presentación habló de la Serena como ciudad neo-colonial, inventó eso para salir del paso. Ahora, que se invente una historia no me parece mal. Todos los pueblos lo hacen. Y La Serena hace un esfuerzo por situarse histórica y culturalmente, por reivindicar a sus escritores, a Gabriela Mistral. Y tiene más méritos que otras ciudades para poder hacerlo”.
¿Cuál es el principal aporte que hace la ULS en este ámbito cultural y de identidad?
“Creo que a través del Centro de extensión la Universidad ha tenido una presencia interesante. Sin embargo, y se lo he dicho a todos los directores de extensión que he conocido, por qué todas esas actividades que se hacen en el Centro de extensión no las llevan también a los sectores populares, centros de madres, juntas de vecinos, etc. Hay centros comunitarios bastante buenos donde perfectamente se puede ir a Las Compañías, a La Antena, y llevar a las personas que hablan acá en el centro de la ciudad. Se establece una barrera invisible para quienes nosotros queremos que entren no lo hagan. Si nosotros fuéramos allá con actividades de extensión, sería mejor. Nos falta esa presencia en las comunidades. Ahora, también nos acercamos nosotros culturalmente a través de algunos profesores vinculados con el arte, por ejemplo, Rolando Manzano hace un trabajo permanente con el Café poético y el Centro Mistraliano”.
Desde los años 90 Chile ha venido masificando las tecnologías digitales e comunicación e información. ¿Qué cambios percibes en tus estudiantes universitarios de pedagogía?
“Hace unos tres años nos dimos cuenta de que salvo pocas excepciones, todos nuestros estudiantes tenían computadores portátiles. Pocos años antes costaba dar tareas porque el laboratorio de computación no les permitía ingresar, hoy simplemente decimos busquen en internet y lo damos por sabido. Pero las TICs no han logrado generar, por ejemplo -porque no es propio de ellas-, que sean más estudiosos. En las dos huelgas largas que hemos tenido (2011 y 2015) nos hemos encontrado con que los estudiantes regresan a clases sin haber leído nada.
En 2011 le presenté a uno de los dirigentes estudiantiles la estrategia de que estudiaran y al final de la paralización se presentaran a exámenes La idea era que se sintieran formados, que se sacaran un 7, ¿se imaginan qué pasaría con la universidad si los estudiantes en huelga se sacan un 7? Mostraría que los profesores no somos necesarios. Somos convenientes, pero no necesarios. Somos convenientes porque si un alumno acude a nosotros les podemos ayudar con un par de palabras y puede seguir aprendiendo. Seríamos necesarios si no pudieran avanzar sin nosotros. Esa oportunidad se perdió.
En mis clases a veces les pido a los estudiantes que busquen en internet -con sus celulares- el significado de un concepto y lo hacen, pero el daño de la escuela es tan potente que la persona se queda con la respuesta y no es capaz de reformularla para convertirla en pregunta. Tengo otra observación respecto de las TICs – no estoy en contra de ellas, pero yo incluso sacaría los computadores de las escuelas – y es que muchos profesores le piden a los alumnos que busquen una tarea en internet, el alumno lo hace mecánicamente, encuentra la información, la copia y la pega. Eso no es indagar. Ahora cuando el alumno aprende a pensar, a trabajar la información, ahí llega el computador, métase a internet y va a encontrar que es una maravilla.
Otro error que tenemos con las TICs es que en general no se está aventurando el futuro. Lo que viene y que no voy a vivir yo, son implantes cerebrales que estarán comunicados con bases de datos. Nos vamos a comunicar con un pestañeo y ahí va a estar toda la información. El futuro es un acceso a los datos francamente espectacular en todo sentido. Mañana vamos a estar súper conectados, todo va a estar lleno de microchips y el acceso a los datos estará al alcance de la mano. ¿Cuánto se va a demorar eso? No sabemos, pueden ser tres o 10 años, no más que eso. En Discovery Channel vi un programa que hablaba de esto. Una persona va al baño de su casa y en sus ojos, en su aliento, en su orina entregará datos a sensores allí instalados. Un robot los analizará y le dirá que vaya a una consulta con un médico. Nos hemos quedado con las TICs en lo más inicial, lo que nos impactó hace una década, hace falta un enfoque más radical”.
Un punto clave cuando se habla de reformas en la educación es la calidad de la docencia. En general, ¿las universidades están formando mejores profesores?
“La primera distinción que necesito hacer es que educación no es escolarización, lo que hemos hecho es reforma a la escuela, no a la educación. Las reformas que se están intentando implementar están mejorando la estructura, lo que es bueno como también la gratuidad, mejorar el acceso. Todo esto lo respaldo, en general. Lo que no estamos viendo es que las estructuras no están permitiendo que el estudiante se dedique a investigación y no le está permitiendo al profesor ser educador y eso posiblemente sea lo más grave de todo.
En una investigación que hicimos con Silvia (López de Maturana), un profesor de matemáticas que consultamos nos decía que él retiraría 60% del contenido del programa de su asignatura, “no porque no sea necesario, pero es inoportuno”. Tenemos que hacer que los estudiantes aprendan a pensar matemáticamente o históricamente, etc. porque esto se puede extrapolar. Y cuando quiera estudiar matemáticas tenga la base, de modo que en 4° medio todos estarían alfabetizados matemáticamente y hoy nadie lo está, ni siquiera los buenos puntajes (en la PSU). Entonces, una de las reformas radicales que tendríamos que hacer es darle tiempo al educador para que sea educador. Tenemos que eliminar una cantidad de contenidos que debe enseñar el profesor, porque no alcanza a hacerlo, es una locura.
Yo tengo confianza en que se están formando mejores profesores, formando para un trabajo más integral, por ejemplo, a las educadoras de párvulos, que estarán en contacto no solo con los niños sino con sus padres, sus abuelos, con otros niños del barrio, con el ambiente favorable o desfavorable. Estamos buscando que los estudiantes sean cada vez más reflexivos, nos esforzamos por hacer mejor las cosas, pero no logramos revertir lo que viene dañado socialmente y en esto los medios de comunicación social tienen un rol enorme. Por ejemplo que los locutores de radio hablen bien. No quiero decir que los profesores universitarios no podemos hacer el trabajo por culpa de los de media y los de media por los de básica. Es la sociedad entera que en este sentido estamos dañados. Tenemos que cambiarla y es posible revertir esto”.
Desde los años 90 se inició en Chile, incluyendo La Serena, una serie de programas posgrado. ¿Ha crecido la producción de conocimiento o es más una fórmula para ampliar el CV?
“Las dos cosas. Hace un tiempo me di cuenta del engaño de las preguntas dicotómicas: esto o lo otro, ¿por qué no las dos? En proporciones distintas, en algún caso una más enfatizada, la otra un poco menos. Y al interior de esos programas están las personas que son también distintas. Nosotros creamos un Doctorado –en Educación en la ULS- que buscaba que la persona se soltara y buscara, a ver qué iba a encontrar. Te diría de los programas que también se han convertido en una mercancía, que el mercado está exigiendo. A nuestros estudiantes recién egresados que quieren hacer un posgrado, (les decimos) por favor, no lo hagan. Trabaje al menos unos dos años, gane experiencia. Si toma el Magister ahora lo va a aprobar, porque es inteligente, y si después sigue al Doctorado lo va a aprobar, pero la probabilidad de que usted sea un erudito insoportable es altísima, va a saber, va a citar autores, va a apabullar a cualquiera, le va a tirar libros encima, pero no va a saber desenvolverse en la vida y va a terminar afirmando que la realidad está equivocada. Si trabaja, si vive las contradicciones, tendrá sentido un magister”.
A tu juicio, ¿los medios digitales y las redes sociales virtuales nos permiten ser mejores ciudadanos, más conscientes o más participativos?
“La potencialidad la tienen, indiscutiblemente, uno se va informando de temas o de asuntos que antes no escuchaba. Por ejemplo este compromiso ciudadano de no comprar en el supermercado se corrió por las redes sociales y a la televisión no le quedó más remedio que retomarlo y mostrarlo. Recuerdo por ejemplo la elección de (Barack) Obama en EEUU, se hizo principalmente por esa vía. Y hoy (George) Sanders parece que está haciendo lo mismo y está sorprendiendo a los demócratas y ya se ve una campaña contra Sanders tratando de contrarrestar”.
El año 2008 la ULS publicó tu libro “Del mapa escolar al territorio educativo: disoñando la escuela a partir de la educación” que ya tiene cinco ediciones, ¿por qué crees que ha tenido tal aceptación e interés?
“No lo sé, pero hay factores afortunados, por ejemplo cuando me invitan a alguna parte me dicen si puedo llevar el libro y llevo 60 u 80 y los vendo todos. Otro factor es que el libro llena un vacío epistemológico en el modo de entender la escuela. No es arrogancia, pero creo que no hay propuestas educacionales nuevas en educación, sino que es remirar lo mismo de la misma manera, la mirada escolarizada. Yo aparezco con esta distinción entre educación y escolarización-que no es nueva, en todo caso- yo le di una vuelta de un grado, pero he ido profundizando. Y algunas personas me han dicho que es de un sentido común muy fuerte, y encuentran que el argumento es verdad, excepto los que son muy escolarizados y que no han entendido la propuesta epistemológica distinta que es descansar en la propensión a aprender que el ser humano tiene desde siempre. Lo otro es que he tenido la suerte de ser desafiado desde distintas áreas educacionales para explicar: en educación de adultos, en educación parvularia, en enseñanza media, creo que algo de eso le da una riqueza a distintos lectores. Y además, esto se complementó con el documental La educación prohibida (https://www.youtube.com/watch?v=lwvEy7iK3SQ) y eso fue un regalo caído del cielo y muchas personas que me han visto se han interesado en el libro”.
Me gustaría que nos dijeras en qué estás trabajando actualmente a nivel de escritura.
“Desde el Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe, en México, me ofrecieron publicar un libro sobre la educación de adultos. Esta publicación en la cual estoy trabajado sería una co-edición con la ULS que saldrá en mayo de este año”.
¿Qué tan importante es para una universidad la existencia de una editorial y librería propias?
“El 100%. Es un acierto de la Rectoría de (Nibaldo) Avilés cuando asume (2006), creerle a Alejandro Abufom que tenía sentido lo de la editorial. Alejandro despertó en la universidad lo que muchos profesores tenían guardado, pero no se atrevían a sacar. De hecho, él ubicó a la librería y editorial en la quinta editorial universitaria a nivel nacional. Las cuatro anteriores son las grandes universidades chilenas con las cuales no podemos competir. Todo lo que ha hecho Alejandro y su equipo ha sido fantástico y nos permite sentirnos como académicos con más prestancia. Por suerte se reabre en marzo en Los Carrera con Colón”.
En la postulación que hizo el profesor Alberto Moreno Doña de tu persona al Premio Nacional de Educación 2009 en Chile, sostuvo: “Su trabajo silencioso es una muestra más de su gran valor humano”. ¿Qué piensas al respecto?
“Me avergonzó mucho. Cuando Alberto lo plantea y Silvia y otros se sumaron a eso fue como una hoguera. Omar Sabaj estuvo metido también, usaron las redes sociales, y de repente me encuentro con que esto era literalmente imparable, no dependía de mí decir no. Fue muy grato, muy lindo. Se contactaron con mis profesores del posgrado y mandaron cartas de apoyo, y también con ex alumnos. No sé qué pasó en la Comisión porque es secreto y es bueno que sea así. Como experiencia personal inicialmente fue de mucha vergüenza, pero posteriormente de satisfacción avergonzada, el pudor se mantiene siempre”.