Paro, movilizaciones, protestas, odio. Son conceptos que resumen lo que pasaba en la región los primeros días de septiembre de 1973 y que terminaron con el golpe de Estado el día 11. Pero no todo era conflicto, ya que casi como en una realidad paralela, el curso de la historia continuó hasta que fue alterada. A continuación, un esbozo de lo que era la sociedad de aquellos años.
LA PAMPILLA QUE NUNCA FUE
Todas querían ser reinas. Era el mes de Fiestas Patrias y los preparativos para la celebración de la Pampilla iban viento en popa, sobre todo por la elección de la soberana porteña, cuyas candidatas aparecían en la prensa profusamente, decorando con su belleza juvenil aquel espacio que quedaba entre mala noticia y mala noticia.
Incluso antes de comenzar el mes de septiembre, el 29 de agosto, se informaba de las aspirantes que ya empezaban a librar la apasionante disputa por los votos.
Y la gente apoyaba con entusiasmo, como si algo en su corazón le hubiese advertido de que aquella sería la última oportunidad que tendrían de votar por algo, cualquier cosa, durante muchos años.
En aquel tiempo, las reinas representaban a unidades vecinales, y era tal la efervescencia que no se esperaba el inicio de la Pampilla para conocer los resultados. “Con un público desbordante y un enorme entusiasmo se efectuó anoche el primer escrutinio para elegir a la reina”, titulaba diario El Día el 9 de septiembre, a dos días del golpe. Y es que aquella tarde el Gimnasio Atenas de Coquimbo fue una fiesta.
La voz de Carlos Alberto Espinoza presentaba a las seis competidoras definitivas que aspiraban al ambicionado cetro: Ruth Isabel Caminada, Pércida Cornejo, María Julio, Patricia Barrios, IvánicaTrebotic y Verónica Godoy.
Aquella, la última celebración masiva en la Región de Coquimbo antes del bombardeo a La Moneda, prosiguió con la presentación del conjunto folclórico de los Hermanos Díaz y culminó con el show de un grupo cuyo nombre más tarde ya no sería sinónimo de fiesta. La banda se llamaba Toque de Queda.
El primer escrutinio dio como ganadora a Ruth Isabel Caminada, representante de la Unidad Vecinal 1-B Zebalmar. “El segundo escrutinio se llevará a cabo el próximo miércoles”, consignaba la prensa de la época, pero nunca se realizó. Todas querían ser reinas, ninguna pudo serlo.
“No habrá fiesta de La Pampilla”, tituló diario El Día, el 18 de septiembre de 1973, cuando los militares ya habían derrocado a Salvador Allende.
LOS MINEROS AL CIRCO
Pero no sólo de Pampilla se hablaba por esos días. “Pasen a ver el circo”, se escuchaba en las afueras de la UTE (Universidad Técnica, hoy Universidad de La Serena). Y es que haría su debut el tradicional Circo Minero, único circo propiamente serenense que había prosperado al alero de los estudiantes de técnico en minas de la casa de estudios.
Así, con un estadio José Iglesias (hoy conocido como la Bombonera) colmado, el 6 de septiembre la agitación social era interrumpida por el arte universitario que deleitó a los cientos de asistentes con los payasos acróbatas, Los Pulsarios, y el acto más esperado de todos, La Escalera de la Muerte, en donde los valientes estudiantes ponían en riesgo su vida con tal de satisfacer a un público deseoso de diversión.
EN LAS SALAS DE CINE
No hay forma de eludir la realidad para siempre, pero sí por un par de horas. Cuando el curso de la historia se tornó difícil de asimilar en la Región de Coquimbo, había una senda de escape que experimentaba su época de esplendor, eran los grandes teatros, que por esos años, ya convertidos en salas de cine servían de bálsamo para un pueblo que necesitaba historias de esperanza.
En 1973 eran tres los grandes recintos que -literalmente- se robaban la película: El Teatro Nacional; el Centenario y el O’Higgins de Coquimbo.
Todos tenían su público. El Centenario era el más tradicional y por aquellos años ofrecía como gran atracción El Lago de Los Cisnes, además del filme Congreso de Maridos, que prometía sacar carcajadas entre el público deseoso de diversión.
El Centenario tenía un gran anuncio. Y es que en el mes de septiembre promocionó el estreno de “Las Novicias”, un filme protagonizado por Briggitte Bardot y Annie Girardot, que había “escandalizado a Francia”. La película no llegó a exhibirse, al menos antes del 11.
Pero el Centenario no corría solo. El Teatro Nacional, según cuentan, de carácter más popular, le hacía franca competencia. Emplazado en Balmaceda, entre calles Brasil y Prat, tenía tres pisos, siendo el más grande de todos.
Era la época de los rotativos y una persona podía ir, pagar una entrada y quedarse durante toda la jornada disfrutando del séptimo arte. Cuenta la leyenda que los estudiantes de antaño que hacían la cimarra habitualmente cambiaban sus aulas escolares por las salas del Teatro Nacional, donde se pasaban tardes completas.
En Coquimbo no se quedaban atrás. El Teatro O’Higgins acaparaba incluso público serenense, ya que no pocas veces sorprendía con filmes que no se encontraban ni en el Centenario ni en el Nacional. Tal fue el caso de “Girly, una nena fatal”, comedia de terror que fue furor en los salones del desaparecido recinto porteño.
“LA PELOTA NO SE MANCHA”
Corría el tiempo contra el reloj que avanzaba sin retorno hacia el golpe y corrían hombres, como siempre, tras un balón dentro de una cancha. Y es que el fútbol nunca dejó de estar presente en el quehacer regional y fue tal vez el exclusivo y aislado motivo de unión para un pueblo nunca antes tan dividido.
Resulta que no importaba si la pelota rodaba hacia la izquierda o hacia la derecha, sólo importaba que avanzara hacia el arco contrario. Durante 90 minutos, los hinchas de Club Deportes La Serena eran sólo hinchas de Club Deportes La Serena y los hinchas de Coquimbo Unido eran sólo hinchas de Coquimbo Unido.
Aunque para el ’73 ambos equipos vivían realidades dispares. Mientras los papayeros peleaban por mantenerse en los lugares de avanzada de la división de honor del fútbol chileno (aquel año terminaron octavos en la liga, con 36 puntos), el cuadro pirata libraba una dura batalla para retornar a primera división, lo que no consiguió ese año.
En la capital regional era época de fichajes y preparación. A comienzos de mes se anunciaba con bombos y platillos la llegada del “fornido ariete de 30 años Juan Álvarez” quien retornaba a la región en busca de una revancha luego de un breve paso por el club dos años antes.
Por otra parte, el conjunto del puerto se encontraba en plena temporada y la primera semana de septiembre libró un apasionante encuentro que, como solía hacerlo, paralizó al puerto ya que el equipo aún tenía chance de subir a primera. “En reñido encuentro Audax y Coquimbo igualaron a 1”, titulaba diario El Día a propósito de esa, la última brega de Coquimbo Unido antes del golpe militar.
Pese a la expectación que despertó, el compromiso no incidió en los resultados del club en la temporada. Sin embargo, comenzaba a erigirse la figura de Adrián Tapia, un joven delantero porteño autor del agónico tanto que le dio el empate a los piratas ante los de colonia.
“EL FANTASMA” Y “El PARTERO DE LA MUERTE”
En lo policial también sucedían cosas y en ese imborrable mes de septiembre, quien ocupaba las portadas era un sujeto conocido en el mundo del hampa como “El Fantasma”.
Fue capturado el día 1 de septiembre y los medios dieron amplia cobertura a este “logro de la autoridad”. Y es que Carabineros e Investigaciones, en una labor conjunta, estuvieron durante un mes tratando de dar con el paradero de Manuel Carrasco, de 23 años. “Es que era un delincuente muy poco común, porque nunca dejaba rastro luego de cometer sus fechorías”, comentaba en 1973 el capitán Lautaro Rojas, quien lideró la investigación.
Resulta que Carrasco había estado preso en la penitenciaría de La Serena ese mismo año, pero debido a su buena conducta logró obtener beneficios, entre ellos la salida dominical. En la calle, “El Fantasma” y su naturaleza criminal volvían a salir a la luz y el día 6 de agosto simplemente no regresó a su reclusión.
Durante los días que estuvo prófugo cometió algunos de sus más recordados crímenes. Fue en este intertanto , mientras era buscado profusamente por la policía, que ingresó a la casa del magistrado Luis Erazo, “para aperarse de algunas cositas ya que no tenía ni un peso al salir de la cárcel”, indicaba Lautaro Rojas.
En aquel robo desvalijó la casa del connotado juez y no dejó pista alguna, con lo que se acrecentó la leyenda de ser uno de los más hábiles ladrones que hayan operado en la región.
Pero toda leyenda llega a su fin y la de “El Fantasma” no fue la excepción. El delincuente que atemorizaba a serenenses y coquimbanos –y que también había tenido andanzas en la Región de Atacama- fue tomado por sorpresa mientras caminaba por las céntricas calles del puerto y las autoridades de la época lo calificaron como un verdadero “golpe a la delincuencia”. Días después, otro golpe haría noticia, uno mucho más determinante. Quedaba poco para el 11.
Pero el caso del hábil ladrón no fue el único que ocupó a la policía en aquellos primeros días de septiembre. El día 9 se informaba de la detención de el “Partero de la Muerte”. Se trataba de Carlos Adolfo Silva Bravo, de 60 años, quien practicaba abortos clandestinos en el sector de San Juan. “El hombre fue sorprendido in fraganti mientras terminaba de realizar una intervención a una de sus tantas clientas”, consignaba diario El Día de la época.
La detención de Silva Bravo tomó por sorpresa a la población de San Juan y, además, según indicaba la prensa, “les habría otorgado tranquilidad”, ya que utilizando precarias técnicas abortivas había atendido a más de 150 mujeres, una de las cuales, Nancy Cortés Veas, de 25 años, había muerto en el mes de abril.
EL DÍA “D”
Aquel 11 de septiembre del 1973, la portada de diario El Día era decidora. En días anteriores se preveía que algo podría pasar, pero aquel martes, la primera página del medio de comunicación era un presagio de los acontecimientos que tendrían lugar horas más tarde. “Ministros militares dejarían el gabinete”, decía el título principal y más abajo se consignaba que los gremios exigirían la renuncia de Allende.
Se informaba que el presidente de la República hablaría frente al país en horas de la mañana y así fue, sin embargo, no en las circunstancias que él tenía previstas. El resto es historia.