Los desafíos de cara a un nuevo año escolar

Durante el 2020 la educación chilena enfrentó uno de sus principales desafíos, trasladar la enseñanza desde las aulas hacia el hogar. Esto entregando los contenidos a través de una pantalla, uso de la tecnología que era ampliamente criticado por los docentes, al ser un mecanismo de distracción, pero que durante esta pandemia ha sido uno de los mayores aliados.  

A la discusión de cuál sería la mejor forma de entregar los contenidos básicos estipulados por el Ministerio de Educación, se sumó la de eliminar la repitencia, idea que finalmente se descartó.

A pesar que el porcentaje de repitencia será entregado por el Ministerio de Educación en el mes de marzo, el tema no ha dejado de generar inquietudes.  Zita María Teresa Juliá, académica de la Universidad Central y doctora en Filosofía en la Universidad de Gales, tiene una postura clara. “No se puede responsabilizar al niño, cuando las variables que influyen en su aprendizaje se escapan de su control. No puedo decirle  ‘no te esforzaste los suficiente’. Los profesores han hechos un esfuerzo sobre humano para lograr que los niños aprendan en estas condiciones” sostiene la experta.

 En esta misma línea agrega que “si dijéramos que para aprobar hay notas, no podemos calificar a niños cuyas condiciones de aprendizajes no están garantizadas, hay un criterio de justicia. (…) El tema no tiene que ver solamente con que los niños pasen de curso o que reparemos los contenido que no se lograron pasar, sino que aquí hay una generación de niños que estuvo pegada a una pantalla, los profesores hacían un esfuerzo sobre humano por quitarle los teléfonos a los niños”.

“Cultura escolar”

Otro de los factores que influyeron en este proceso de aprendizaje fue la falta de la llamada ‘cultura escolar’, una comunidad con la que los estudiantes conviven diariamente dentro de las salas de clases. “Compañeros, profesores y amigos, esa comunidad que crea una cultura genera un contexto para el aprendizaje que no se da en la casa. Aunque los padres fueran entregados al proceso nunca podrían reemplazar el contexto de interacción social. En las escuelas los niños no aprenden solos, sino que generalmente en grupos”, explica la académica de la Universidad Central.

La doctora en Filosofía señala que se pasa de una comunidad educativa a un contexto familiar, en el cual, “se pierde el límite entre lo cotidiano y lo académico, la cama está en el mismo lugar donde el niño está aprendiendo (…) El aislamiento de los niños tiene un efecto en su desarrollo. El efecto pandemia de miedo e incertidumbre también se refleja en ellos. Es un niño que está tratando de seguir un ritmo de aprendizaje, pero en un contexto diferente”.

Adaptarse nuevamente

Ante un posible regreso a clases presenciales Zita María Teresa Juliá advierte que, “no sólo van a tener vacíos educacionales, van a tener efectos en su desarrollo. Van a ser los ‘niños de la pandemia’, marcados por el evento histórico que les tocó vivir. Su desarrollo vital va a quedar marcado”.

Además señala  que se debe tener en cuenta las medidas sanitarias y “así como tuvieron que adaptarse a las clases en línea, van a tener que readaptarse. No sólo desde el punto de vista de las salas híbridas y de las medidas sanitarias, sino que también desde el punto de vista psicosocial. Esto no va a tener un efecto sólo escolar, sino que también un efecto que te queda en la vida, de haber sido de la generación de niños que vivió la pandemia”.

Esto no va a tener un efecto sólo escolar, sino que también un efecto que te queda en la vida, de haber sido de la generación de niños que vivió la pandemia”.