Ingeniero de profesión y académico, Diego Hernández Cabrera ha ocupado el cargo desde 2016, de presidente nacional de la Sociedad Nacional de Minería, SONAMI, el principal gremio que reúne a los representantes de las pequeña, mediana y gran minería del país.
Considerado como uno de los ejecutivos más destacados que ha tenido el país en el área minera, Hernández ha ocupado destacadas posiciones en grandes empresas mineras a nivel mundial como BHP Billiton, Vale, Rio Tinto, Anglo American y en la propia CODELCO, siendo su presidente entre 2010 y 2012, para posteriormente llegar a Antofagasta Minerals, propiedad de la familia Luksic. Ayer estuvo en la Región de Coquimbo celebrando el día de San Lorenzo, patrón de los mineros, donde, en compañía del ministro del ramo, Baldo Prokurica y la intendenta Lucía Pinto entre otras autoridades, donde se premió a una serie de tres representantes destacados de cada sector minero: de la pequeña, mediana y gran minería.
No obstante, hoy su preocupación más inmediata está puesta –además de la elección que el gremio minero celebrará el próximo 30 de agosto, en donde Hernández va a la reelección- en la situación internacional que, producto de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, ha afectado fuertemente al precio del cobre, provocando una fuerte caída en su valor en mercados internacionales.
En conversación con Diario El Día, Hernández sostuvo que es probable que esta incertidumbre se mantenga por más tiempo de lo esperado “pues cada vez que llegan a un acuerdo, ese acuerdo se cae después, aumentan las medidas de represalia y efectivamente esto ha afectado las expectativas de crecimiento de la economía china. Y como ellos son los principales consumidores de cobre y de otros muchos metales, ha afectado la expectativa del precio del cobre”.
Al respecto, el dirigente gremial reconoció que un precio del cobre a ese nivel, “no es un precio bueno. Es una mala noticia para nosotros”. Pese a todo, aseguró estar optimista respecto al “mediano y largo plazo, porque justamente la oferta y la demanda de cobre está muy apretada y podría faltar justamente cobre, y eso haría reaccionar el precio”, aunque eso sí, no hay certeza de cuando ello podría ocurrir. “En unos meses, en un año o en un par de años más inclusive, y eso depende mucho cómo evolucione el tema de Estados Unidos y China”.
-Y a nivel local, siendo la región de Coquimbo una región minera, ¿esta situación podría afectar la puesta en marcha de algunos proyectos mineros en la región?
“Sobre los proyectos mineros, el más importantes es el de Pelambres que está en inicio de construcción y no va a tener retrasos. También hay unos proyectos de mediana minería que están obteniendo los últimos recursos como El Espino.
Tienen buena posibilidad de acuerdo al programa que manejamos.
Y el otro proyecto que está en veremos es el de Dominga. Esperamos ahí que se aclaren los temas de permisos ambientales”. Hernández insiste que el 25% del producto regional es la minería, y que es equivalente a la construcción, comercio y agricultura juntos. Entonces la minería es la principal actividad económica de la cuarta región”.
-¿Y cómo proyectan la actividad a futuro en la región, más allá de la guerra comercial entre China y Estados Unidos?
“Sin duda que la región tiene potencial para seguir siendo un importante productor minero. Si bien está Pelambres como gran minería con muchos años más de crecimiento, también hay mucha mediana minería que es importante, porque está muy conectada a las comunidades locales, y genera mucho empleo directo e indirecto. Por eso vemos el desarrollo con mucho optimismo y esperamos que estos proyectos se puedan desarrollar”.
-Y volviendo al presente ¿se vislumbra una posible una pronta reactivación de la minería?
“Nosotros creemos que las empresas están un poco en un compás de espera para poder aclarar que va a pasar en el frente internacional con este tema de China y Estados Unidos que no puede seguir eternamente. Y en el ámbito nacional es importante que sigamos trabajando para mejorar la seguridad jurídica, perfeccionando los reglamentos y las leyes en los temas de permisos ambientales y otros, de modo que las empresas tengan claro cuáles son sus derechos y obligaciones. Pero todo esto debe hacerse en un marco de seguridad jurídica que es un tema que estamos un poco al debe y tenemos que perfeccionar. Somos más bien cautelosos en el corto plazo, pero optimistas en el mediano y largo plazo”.
Mitos
-Frente a proyectos mineros como Dominga –aun en veremos - y Pelambres en la provincia del Choapa, sobre todo tras el conflicto con la comunidad de Caimanes, ha surgido con fuerza una suerte de rechazo a la actividad minera, en el sentido de que la actividad sería incompatible con otros rubros económicos como por ejemplo, la agricultura, más aun en el contexto de sequía que estamos viviendo.
“Existen muchos prejuicios con nuestra actividad. Creo que todos estos últimos proyectos de los años ‘90 hasta ahora, en general, han usado o se han hecho con las mejores prácticas ambientales. No hay incompatibilidad entre minería y otras actividades económicas y hay que hacer las cosas bien. Así que parte de nuestra obligación es explicar lo que hacemos, cómo lo hacemos, y en el fondo dar a conocer la realidad, y de esa manera darle más tranquilidad a otros grupos de interés en torno a nuestra actividad”.
Agua y comunidades
-¿Cómo están afrontando las empresas mineras la situación creciente de escasez de agua que se está registrando, no sólo en la región sino que también a nivel país? ¿Cuál es la cantidad de agua que utiliza actualmente la actividad minera?
“En el norte hoy día, no hay ningún proyecto grande -que sea nuevo- que pueda ser hecho sin usar agua de mar.
Sobre los derechos consuntivos, es decir, el agua que se consume, la minería ocupa el 3% del agua y la agricultura consume más del 90%, y entre un 6 o 7% lo consumen las ciudades y la gente como agua potable.
Nosotros no somos los grandes consumidores de agua y también hemos hecho muchos esfuerzos en mejorar y reciclar el uso del agua. Creo que eso hay que reconocerlo y no vemos una incompatibilidad entre minería y agricultura, por ejemplo.
Ceo que también es un tema en el que debemos seguir trabajando y seguir dando a conocer cuál es la realidad”.
-En ese sentido y ante la existencia de numerosos conflictos ¿cree que las empresas mineras no han hecho lo suficiente para relacionarse con las comunidades en donde se ponen en marcha los proyectos mineros?
“Cada vez más la mayoría de las empresas han ido adaptándose a estos nuevos tiempos y cambiando el enfoque de su relación con las comunidades, haciéndolo cada vez más participativo y más cercano. Vemos un buen ejemplo con Minera Los Pelambres la cual ha cambiado el enfoque de su relación con las comunidades, lo cual han dado buenos resultados y debemos seguir en esa ruta. Ahora, independientemente de eso, de repente se producen conflictos que muchas veces, están originados en conflictos de interés o en, por ejemplo, si hay un proyecto minero que va a requerir mano de obra local y esa mano de obra va a ganar más de lo que cobra otras actividades en las comunidades, de pronto no les gusta esa competencia. O por otro lado, algunos ven una oportunidad al ejecutarse estos grandes proyectos mineros, de sacar ventajas pecuniarias más allá de lo razonable. Hay conflictos y conflictos, pero la minería tiene que hacerse cargo de todas esas cosas y verlo de manera positiva, como se está haciendo ahora”.
-¿Cómo se están asumiendo esos cambios?
“Si nosotros vamos hacia atrás, 20 o 30 años, cuando se hacía un proyecto, los únicos grupos de interés que habían era la empresa que hacia el proyecto y las autoridades que controlaban, y nadie más se sentía involucrado y afectado.
Hoy día no es así. Hoy día están las empresas, la autoridad nacional, la autoridad regional, la autoridad municipal, que muchas veces tiene enfoques distintos respecto a la actividad, están las comunidades, las ONG, etc., y además, las comunidades de pueblos originarios.
Sin duda es mucho más complejo, pero esa es la realidad y hay que hacerlo bien. Yo creo que todos hemos entendido esto, unos más rápido, otro más lento, pero nos estamos adaptando a esta nueva realidad”.