• La eterna voz de un serenense
    La eterna voz de un serenense
Cantante, exconcejal por La Higuera y casi futbolista. Con 70 años, Germán Aguirre tiene mil historias que contar. Aquellas que hablan de grandes escenarios en sus años de juventud, cuando era el gran exponente de la Nueva Ola en La Serena, esa que cuenta que luchó por el retorno de la democracia y que sufrió los embates de la dictadura.

Ya han pasado tres semanas desde que culminó el Festival de La Serena, pero en su corazón él aún siente el aplauso de las 15 mil personas que lo aplaudieron durante las dos noches que duró el certamen. Claro, hace años que no estaba en un evento tan masivo y aunque no cantó, aquel fue su retronó a los grandes escenarios y además un reconocimiento a una carrera artística colmada de éxitos y sobre todo de historias.
Con 70 años, Germán Aguirre vive nuevos bríos en su vida. Pese a que ha tenido dificultades de salud, hoy sigue dando la pelea y está convencido de que tiene para rato, y de que su voz está lejos de apagarse. 

MIL HISTORIAS 

La mayoría de la gente lo reconoce como cantante, pero Germán es mucho más que eso. Además de músico, destacó en el fútbol, donde estuvo a punto de llegar al equipo profesional en Club Deportes La Serena.
Pero fue más allá. Fue un emblemático dirigente de la democracia cristiana, donde llegó en su época universitaria. Tuvo que luchar contra los embates de la dictadura y una vez recuperada la democracia, fue concejal por la comuna de La Higuera. Sin duda un hombre de mil historias.
Cuando llegamos hasta su casa en el sector de Peñuelas nos esperaba sonriente. Sabe que en la actualidad la atención que los medios de comunicación brindan a los artistas de antaño no es la suficiente. “Se nos reconoce poco”, acota, y por eso valora el poder volver a estar en contacto con el público.
Vive con su esposa, Bessie, su hija menor y su pequeña perrita, “la niña de la casa”. Se levanta temprano y dentro de su rutina diaria está pasar como mínimo una hora en la sala de ensayo, donde vocaliza y entrena su voz, para que aquello que parece interminable no se agote. “La voz hay que cuidarla. Si dejo de cantar, no creo que la pierda, pero se puede debilitar. Además, es algo que me llena el alma, así que no puedo dejar de hacerlo. No lo haré nunca”, enfatiza Germán, mientras nos acomodamos en la mesa de su comedor, donde amable nos tiene preparado un jugo de piña y un trozo de torta. “Sírvase, por favor”, dice, y le hacemos caso, mientras el inicia su relato.
“Soy serenense de corazón. Nacido y criado en el centro de la ciudad, en calle Prat”, cuenta, con algo de orgullo. Y es que esos años los recuerda con cariño. Eran tiempos inocentes, en los que la infancia parecía ser mágica. “Tú comprenderás que en ese momento nada era como ahora. La principal entretención era ir a la plaza con mi hermano, y jugar a la pelota en el colegio. Eso era lo que más hacíamos en ese tiempo. No era como hoy, que hay televisión, internet y un sinfín de posibilidades de entretención que tienen los niños y los jóvenes”, cuenta Aguirre, siempre nostálgico. Al menos eso percibimos.
Su primera gran pasión fue el futbol. Pasaba horas y horas tras el balón y parecía ser lo único que le importaba. Sin embargo, cuando quiso integrar el equipo del colegio en el que estudiaba, Seminario Conciliar, no tuvo suerte, según dice porque no cumplía los requisitos. “Mira, cuando conversaba con otros jugadores que había en el colegio me lo dijeron. Yo era muy chico de edad y de tamaño. Tenía 11 años y la mayoría ahí eran de 14 ó 15. Además yo siempre fui chico de porte, así que claramente no calificaba, por lo tanto, tomé otra opción donde poder jugar”.
Y no se equivocó. Finalmente fue a pedir una oportunidad a Club Deportes La Serena y allí de inmediato reconocieron su talento. “Me di cuenta que en verdad era bueno. Siempre estuve bien considerado y duré varios años ahí. Llegué hasta cuarta especial, que es ya cuando estás a un paso de ser profesional. Me decían Firulete, por el personaje de Barrabases, porque era el que hacía todos los goles”, afirma, con una sonrisa en sus labios.
Pero la música pudo más. Desde siempre había tenido inquietudes artísticas. Sin embargo, no las había concretado. A eso de los 18 años se encontraba en el dilema de continuar ligado al balompié o dedicarse completamente al canto y hubo un hecho anecdótico que lo hizo tomar la decisión definitiva. “Yo no estaba muy seguro de qué hacer. En un tiempo en que combinaba el canto y el futbol, y no era algo que no pudiese hacer. Pero pasó que una vez en un partido, un clásico que tuvimos contra Coquimbo, yo me perdí un gol increíble, solo frente al arco la tiré afuera. Ahí alguien del público me gritó, ‘ándate Aguirre, dedícate a cantar mejor’, y yo le hice caso”, relata, y de pronto lo interrumpen los ladridos de su perrita, que parece saber cuándo intervenir.

A LA MÚSICA 

Fue en este periodo cuando desplegó todo su talento musical. A los 19 años cuando se encontraba en la Universidad un amigo le comentó que estaban formando una banda y que necesitaban a un vocalista. Germán no lo pensó dos veces y se integró a The Startime, grupo musical que nació en la década de los ‘60, y que en gran medida fueron los exponentes de la Nueva Ola en La Serena. “Nos fue muy. Sólo duramos cuatro años, pero fueron muy intensos. Lo que pasa es que en ese momento en La Serena sólo había dos grupos que eran los que se llevaban todos los aplausos, los Get Black y nosotros. Entonces el trabajo nunca faltaba. Tocábamos en todos los eventos, y cuando venían los artistas de la Nueva Ola de Santiago, nosotros los acompañábamos. Conocimos mucha a gente, muchos artistas en esos años”, cuenta.
Reconoce que ganó mucho dinero. Pero asegura que no lo malgastó. Y es que Germán y sus compañeros siempre fueron tipos ordenados, de hecho, Aguirre ya estaba casado. “Cualquiera podría pensar que con la fama que teníamos, también había excesos, mujeres, pero no. Nosotros éramos más ‘caídos del catre’, éramos pavos. Tocábamos y de ahí derechito para la casa. Yo era bien maduro y estaba preocupado de mi familia. El dinero lo gastaba en eso, y en vestimenta. Siempre me gustó vestirme bien”, relata el cantante.

LA POLÍTICA

Pero los integrantes de The Startime tenían otras inquietudes y el grupo se disolvió. Germán encontró otra banda donde cantar pero reconoce que nunca fue lo mismo. “Estuve en el Grupo 1, pero creo que los mejores momentos musicales los viví en el primer conjunto. Ya no era lo mismo y yo mismo me retiré de la banda”.
Nunca dejó de cantar e inició una carrera como solista. Pero no le daba para vivir, por ello, paralelamente desarrollaba su carrera universitaria. Germán es administrador de empresas y se desempeñó hasta el día de su jubilación (2004) en el Serviu. Ese fue su sustento.
Fue cuando se encontraba en la universidad cuando la política llegó a su vida. Ingresó a militar a las juventudes de la democracia cristiana. “Lo hice porque compartía los principios del partido. Me identificaba plenamente con ellos, hasta el día de hoy, pese a que a mis padres no les gustó mucho, porque ellos eran militantes del Partido Radical de toda la vida, tal vez yo ingresé a la DC para llevarles un poco la contra”, reconoce, entre risas.
Pasó buenos tiempos en la Falange, pero también de los otros, sobre todo cuando luego del golpe militar vino la dictadura. En ese momento él ya era un reconocido dirigente y tuvo que sufrir la represión, siendo detenido dos veces y en la segunda oportunidad, brutalmente torturado. “Cuando vino el golpe, nosotros acá en La Serena no dimensionamos lo que estaba pasando en Chile porque la información era poca, pero a medida que fueron pasando los días uno se empezó a dar cuenta de la magnitud de lo que estaba sucediendo”, cuenta Aguirre y de pronto su tono de voz se hace más serio. Y es que aún le duele recordar las veces en que se las tuvo que ver cara a cara con las fuerzas militares. “Dos veces me llevaron al Regimiento Arica y estuve detenido. La primera vez yo estaba trabajando con algunos compañeros en el Serviu, y empezamos a hablar de cosas que sucedían en el país, cosas políticas y yo expresé mi opinión en una conversación privada, pero claro, en ese minuto al parecer no se podía tener conversaciones privadas. Alguien me acusó. Horas después me fueron a buscar y me detuvieron. Me interrogaron, pero no fue tan terrible”, cuenta. Y claro, años más tarde vendría lo peor, cuando sin razón aparente, en momentos en los que caminaba rumbo a su casa un grupo de individuos lo subieron a la fuerza a un automóvil y se lo llevaron a los cuarteles militares. “Esa vez me tuvieron dos días. Querían que yo dijera algo que yo no sabía y cuando se dieron cuenta de eso, me pusieron electricidad en los testículos, una aberración. Después me dejaron literalmente botado en la Chacra Figari”, relata, y sus ojos brillan más de lo normal. Resulta que aquel episodio trajo consecuencias en su vida ya que tiempo después se le debió extirpar uno de sus testículos.

LA DEMOCRACIA 

Siente que fue un férreo luchador por el retorno de la democracia y cuando llegó sintió una felicidad que hoy le es difícil de describir. Hubo cosas que nunca dejó de hacer, como cantar o militar en la democracia cristiana. Fue en el ’92 cuando inició una vida política activa llegando a ser concejal por la comuna de La Higuera. Una época que recuerda con cariño ya que continuó hasta el 2004. “Cuando vinieron las primeras elecciones, a mí se me presentó ese desafío de ir por La Higuera, y no lo dudé. No conocía muy bien la comuna pero llegué, la gente me creyó y finalmente salí electo. Creo que lo hice bien y por eso la gente me volvió a elegir (…) Aprendí mucho en este periodo, conocí realidades de gente que vive en condiciones tan desmejoradas y traté de hacer algo por ellos, lo que pude”, manifiesta el cantante.

DANDO LA PELEA 

Hoy se siente vital. No quiere dejar de cantar y todavía ejerce en eventos privados. Hace poco tuvo un cáncer al riñón pero asegura que ya está casi recuperado. “No me la ganó esa enfermedad. Al final lo que más me dolió fueron los 13 millones que me costó la operación”, dice, entre risas, al tiempo que mira por el amplio ventanal que da hacia la piscina del patio de su casa, respira profundo y parece que va a decir algo. Finalmente calla, pero el silencio no llega, su pequeña perrita vuelve a interrumpir. Y sí, definitivamente, sabe cuándo debe intervenir. 

 

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