Erika Bordones y sus hijos, Alberto (19) e Iván (22), hace 23 años que viven en la población Coll, en el sector de La Antena, en La Serena. 23 años que terminarán de golpe porque hace algunos días recibieron una orden de desalojo que se hará efectiva a más tardar este martes 2 de mayo
Sin casa, sin dinero, pero con ganas de sacar adelante a su familia, cuenta casi con lágrimas Erika, que el día de mañana no tendrán a dónde ir. “He recorrido muchas partes pidiendo ayuda, y nada. Fui al municipio y no tienen para ayudarnos. Ya no sé qué hacer. Es más. Fui a la Corporación Municipal a buscar un abogado, pero me dijeron que de todas maneras nos teníamos que ir antes del 2 de mayo. Tenemos la audiencia en el juzgado de familia y ahí recién se verá con el abogado si se puede apelar, al menos tener un plazo de un mes o dos para buscar en otro lado donde irme, ya que tampoco quiero estar en la calle”.
La casa, en calle Bernardo Ossandón, pertenece a la abuela de su marido, quien vivía con ellos hasta hace poco. Sin embargo, todo comenzó a empeorar cuando las hijas de la abuela le pidieron la casa. De golpe. Sin aviso.
“Luego de 23 años vienen a corrernos de la casa y no tenemos a dónde ir. La culpa la tiene mi marido que es alcohólico y ya ha pasado los límites, causando muchos problemas, lo que finalmente ha repercutido en nosotros, pues ahora no tenemos un lugar para irnos. Me acusan de violencia, pero jamás le he causado problemas a la abuela, porque siempre he sido yo y mi marido, pese a todo, quienes hemos estado con ella, cuidándola en todo momento”, sostiene.
Y agrega que “la casa está a su nombre y tampoco mi intención ha sido quedarme con la casa, pero estas mujeres la quieren sí o sí y no sé con qué intención quieren que me vaya, si yo nunca les he hecho daño. Ellas se la llevaron luego que me llegara la orden y tenemos que desalojar antes este 1 de mayo y al día siguiente tenemos que estar con nuestras cosas fuera de la casa, la que si bien no es mía, nos ha cobijado durante 23 años. Mis pocos muebles que tengo los tengo arruinados, porque me los tiraron para el patio. Estoy desesperada, pero sé que tengo que seguir luchando junto a mis hijos, pese a las adversidades”.
“En estos momentos no estoy trabajando y mi hijo –el del medio- me está ayudando. No cuento con mi marido y si hace sus pololitos, es sólo para él”, asegura.
Pero pese a todo, Erika nunca ha bajado los brazos. Ha tenido que superar una larga lista de obstáculos, pero feliz ella junto a sus hijos –Iván (22), estudiante de ingeniería en la Santo Tomás y Alberto (19), técnico en alimentación- dice que seguirá adelante. Y lo ha demostrado. Trabajando y también estudiando, ya que hace algunos años terminó sus estudios de enseñanza media en la nocturna, y también rindió la PSU.
“El año 2013 di la PSU y con esfuerzo saque el cuarto medio en la nocturna. Me costó, pero lo saqué. Me fue más o menos finalmente en la prueba, ya que no me preparé como debía, pero quería estudiar y no pude. Mi objetivo siempre ha sido estudiar inglés, que me encanta, peo mis sueños se me truncaron. Hoy sólo quiero sacar adelante a mis hijos para que ellos sí puedan terminar sus estudios y tengan un mejor mañana. Sé que tengo que dejar la casa, pero estamos esperanzados en que por último nos den un tiempo, un mes más, para luego buscar otro hogar y así tener un techo, ya que no puedo estar en la calle, aunque mis niños estén grandes. Tampoco es gracia que estén mendigando. No quiero dar lástima, pero estoy aburrida, cansada de que estas mujeres me traten como un animal y que nos digan ¡váyanse!”, finaliza Erika. 4301