Caminar por el borde costero de Coquimbo es una invitación a viajar hacia el pasado y encontrarse con el innegable legado de historias de corsarios, piratas y grandes tesoros que hasta la fecha son buscados por habitantes del lugar y otras regiones, lo cual, en la actualidad se espera potenciar notablemente con la implementación de proyectos turísticos, culturales y educativos.
En esta comuna se pueden conocer puntos interesantes para todos quienes gustan de empaparse de la historia. Así, serpenteando por las calles del puerto, podemos llegar a Punta Pelícanos, lugar en el cual se encuentra el cerro Carmen, que acoge las instalaciones del Fuerte Lambert, que incluyen los cañones utilizados para defender a la ciudad.
Esta área fue construida durante la segunda mitad del siglo XVII, cuando los corsarios, a bordo de sus galeones, navegaban por las costas del norte de Chile y causaban terror en la población. Por eso, cuando uno lo visita se vuelve a topar con parte importante de la historia y entiende también por qué a Coquimbo se le llama tierra de piratas. Así, al igual que el Barrio Inglés, este fuerte fue restaurado para dar vida a una de las zonas históricas más importantes de la ciudad porteña y así mejorar el entorno y las principales características típicas de esta valorada edificación.
En este contexto, se origina durante fines del año 2012, un proyecto, llevado a cabo por un coquimbano que pretende revivir los momentos característicos de la historia porteña, cuando era frecuentada por destacados piratas. Entre ellos, Sir Francis Drake, quien salió de Plymouth en el Reino Unido, para llegar a la región de Coquimbo en 1578, precisamente a la bahía de Guayacán, desde donde recorrió el norte, apoderándose de tesoros y galeones españoles, contituyéndose en una figura indiscutida entre sus pares.
Estos relatos inspiraron a Milton Gloria, fanático de las historias de corsarios, a realizar el proyecto más ambicioso de su vida, a sus cortos 28 años de edad. En conjunto con su padre, pescador por naturaleza del puerto coquimbano y actual exitoso empresario gastronómico y del transporte, decidieron dar vida a un galeón español de nombre “Valeska”, el cual, pasaría a conformar una parte importante de la comuna de Coquimbo, a través de su ornamentación y puesta en escena de sus tripulantes, lógicamente caracterizados de piratas, que en la actualidad pretenden otorgar un sello distintivo a la comuna y a sus habitantes.
Según Milton, todo comenzó debido a la baja ostensible en la pesca sufrida en los últimos años y a la poca utilización que se estaba dando a una embarcación de propiedad de su familia, llamada “Doña Lola”. Por tanto decidió darle un giro rotundo a esta situación y desarmar por completo la gran lancha pesquera, para transformarla en un galeón español, en poder de dos temibles piratas porteños. El mismo dueño del navío, bajo el seudónimo, “Sir Sabatul de Ul, El moro” y el malvado “Pirata cuervo”, encarnado por su colaborador de travesías, José Molina, quienes realizan una puesta en escena notable sobre su nave marítima, atrayendo a público nacional e internacional.
Es así como estos dos jóvenes porteños tienen la idea de mezclar turismo, cultura y educación de una manera singular, reviviendo escenas de piratas con una gran verosimilitud, apoyados por el sonido ensordecedor de sus cañones disparados una vez internos en el mar, e integrando a los navegantes que decidan realizar en su compañía los viajes por la bahía de Coquimbo, zarpando desde la caleta porteña cada fin de semana.
INICIOS DEL PROYECTO. En un comienzo, la iniciativa vivía en la cabeza de Milton Gloria, desde hace muchos años, pero el empuje dado por su padre y su familia lo llevó a emprender este desafío materializándolo en la actualidad. Este joven, al mirar atrás, señala que “en mi familia teníamos una embarcación de 50 toneladas, que se llamaba la Doña Lola, en cierto sentido, acá en Coquimbo el ámbito de pesca se fue a cero. Así que, pensando y soñando en elaborar un galeón pirata para este puerto, lo cual nunca se hizo, llegamos y lo hicimos, trajimos los árboles desde el mismo bosque y comenzamos a elaborar nuestra embarcación, utilizando eucaliptus para la estructura central y ciprés para el recubrimiento exterior”.
Desde ese momento, en el mes de noviembre del 2012, se comenzó a gestar esta apuesta en blanco, que concluyó cinco meses después con el galeón completamente armado y operativo. Participaron en la creación de esta embarcación pirata, dos destacados artesanos de Coquimbo, el llamado “Osamenta”, artísticamente, que se encargó de la elaboración del mascarón de proa junto al “pirata Cuervo”, conformado por la imagen de una bella mujer tallada en madera de pino insigne, que le otorga una característica forma y color. Este último señaló que “este fue un gran trabajo, costó llegar a lo que es el día de hoy, pero estamos conformes con ello”.
Además, a este proyecto se sumó el artesano Juanito, quien creó todo lo que es la estructura del navío. Allí se daban ideas, se analizaban y se llevaban a cabo con la finalidad de tener un trabajo de calidad, lo cual claramente se consiguió. Con la idea principal, según Milton y sus colaboradores, de tener una embarcación turística y cultural, pero a la vez que permitiera educar en lo que es la historia de Coquimbo y la influencia pirata en el lugar, señalando que “la gente no debe conocer solamente lo que ya existe desde hace años, queremos dar un auge a la región”.
CONFLICTOS. Durante la elaboración y construcción del proyecto surgieron algunos conflictos con los dueños de las embarcaciones turísticas del sector de la caleta de Coquimbo, lo cual, según el creador de esta obra, señala que “es más que todo envidia, cuando comenzamos todos nos decían que no tendríamos éxito, ya que existe una gran cantidad de lanchas turísticas, pero ya el 11 de febrero cuando pusimos la embarcación en el agua obtuvimos un éxito inmediato”.