Impotencia es lo que siente Carmen Rivera Muñoz y toda su familia. Porque desesperados han buscado ayuda. Una solución. Pero no la han encontrado. Dice que el esfuerzo de toda una vida de sus abuelos se ha ido a la basura. Porque su vivienda hoy es okupada y poco han podido hacer, salvo esperar que la justicia intervenga.
Hace un año que la casa –herencia de sus abuelos-, ubicada en calle Ramón Angel Jara, antes de llegar a Huanhuali por Larraín Alcalde, en La Serena, fue puesta a la venta. Pero hace tres meses que todo se ha vuelto una pesadilla. Claro, pues cuando el corredor de propiedades visitó la vivienda para mostrarla, el sentimiento no fue de alegría, sino de absoluta desolación e impotencia. Habían cambiado la cerradura, y la llave, la de su casa, la que sagradamente visitaban y cortaban el pasto para que no se viera tan sola, no podía abrir la reja. Sí, la casa estaba ocupada desde hace unos días por desconocidos. “Una pareja y dos menores, que se presentaron como okupas”, cuenta Carmen.
La señora Carmen Rivera
Y agrega. “Mientras no se vendía, iban mis tíos y mis primos día por medio a limpiarla, a cuidarla. A recoger las cartas, a barrer, se cortaba el pasto, se regaba. Tenías todas sus cuentas al día. Incluso estaba hasta con cortina. La dejamos como si estuviera viviendo gente para que nadie la viera sola”.
De aquel día han pasado ya tres meses y los okupas siguen ahí, sin que nadie haga algo. Han estado usando su casa como si fuera la de ellos.
“Lamentablemente la ley protege a toda esta gente. Y Carabineros nos los pudo sacar, mientras que a los que estaban ocupando una propiedad de una caja de compensación hace algunos días, acá en La Serena, los sacaron inmediatamente. Estas personas llevan tres meses viviendo en nuestro hogar y nadie ha podido hacer algo. Hemos tratado de hablarles, de llegar a un buen entendimiento, pero son súper agresivos. Y se saben las leyes al revés y al derecho. Andan con unos escritos, entonces Carabineros no ingresó más allá de la reja”, cuenta hoy con resignación Carmen, y de brazos cruzados, sin saber qué hacer y advertir que Carabineros no ha podido hacer nada y sólo nos dijo que “teníamos que contratar un abogado para solucionar el tema”.
Y de manera casi insólita reconoce que “ya no vamos porque se nos prohibió acercarnos, ya que la idea nuestra era hablar con los vecinos para decirles que queríamos ir y juntarnos con ellos para realizar una protesta; poner lienzos, pero Carabineros nos dijo que no, pues si ellos, los okupas, los llamaban, a nosotros nos llevaban detenidos. Hemos mostrado papeles de la casa, escritura, pero así y todo la ley no nos protege. Suena increíble ¡En qué país vivimos! Es más. Parece que ellos se habían tomado una casa más abajo, en el sector del Romeral, y que habían estado 8 meses y como los sacaron, se tomaron la nuestra”.
No obstante, ese no es el único problema que dicen tener, porque según las informaciones que han recabado con los vecinos, los nuevos inquilinos del barrio algo le estarían haciendo a la casa, puesto que, señala Carmen, “nos cuentan que meten mucha bulla, que tienen mucha mugre en el patio, que martillan toda la noche, que trabajan hasta tarde, entonces pensamos que esta gente puede estar haciendo divisiones dentro de nuestra casa –piezas-, y así subarrendar, porque en el Censo, por una persona conocida, me enteré que en ese sector había una vivienda con 30 personas. Así que ojalá no sea la nuestra”.
Ahora, sólo esperan que el asunto quede zanjado y en manos de un abogado, que es lo que les dijeron.
“Hemos ido a la asistencia judicial, pero nos dijeron que no nos podían prestar ayuda, así que tenemos que pagar un abogado particular. También fuimos a los tribunales de justicia, pero tampoco nos entregaron una respuesta concreta. Nos dijeron que teníamos que esperar, puesto que es un tema largo. Así que estamos viendo qué hacer. Estamos desesperados. También fuimos a Conafe, les contamos el problema y les cortaron la luz, pero ahora nos hemos enterado que se colgaron, que nuevamente tienen luz, lo mismo que el agua. Yo pasó todos los días y veo cerrado, hasta las persianas. No sé qué hacer, la verdad”.
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