• Desde la década del 60, don Orlando trabajaba en la Plaza de Armas. En la foto, sus inicios con su buquecito manisero.
  • Don Orlando siempre incentivó a sus hijos el compromiso, la puntualidad y el amor por la familia.
  • Padre de nueve hijos, el "chato Willy" siempre se daba el tiempo para pasar tiempo con su familia a pesar de su extenuante jornada laboral.
  • Sencillo, carismático y amable, Orlando Caimanque quedará en la memoria de los ciudadanos serenenses.
  • Sus nietos, sobrinos, hijos y esposa, recordarán por siempre el legado de mantener a la familia unida a pesar de las dificultades.
Crédito fotografía: 
Janina Guerrero
Con el deceso don Orlando Caimanque Caimanque, se  fue  parte de la historia del principal paseo de la capital regional en las últimas décadas.  Por años fue quien lideró  un quiosco musical, legado que continuará uno de sus hijos. Esta es la historia de su vida.

Su quiosco ubicado  en plena Plaza de Arma lleno de mensajes y agradecimientos, reflejó el cariño que la comunidad serenense le tenía  a don Orlando Caimanque Caimanque (76) quien  el 12 de octubre falleció repentinamente producto de un ataque cardiaco.

Por décadas inundó  la Plaza de Armas de La Serena con música y se terminó por transformar en un personaje popular.

Don Orlando, también conocido por su familia, amigos y clientes como “chato Willy” (debido a su modesta estatura) fue protagonista de una trayectoria marcada por su sacrificio.  No tuvo una niñez fácil. Por motivos de fuerza mayor, no pudo terminar la enseñanza escolar, por lo que pasó gran parte de su infancia recorriendo las calles céntricas de La Serena. En este deambular  conoció a gran parte de los ciudadanos que circulaban diariamente por la ciudad e hizo  numerosos amigos que lo acompañarían en sus aventuras.

UNA HISTORIA DE AMOR

Toda bella historia tiene su comienzo y esta no fue  la excepción a la regla. Cuando Orlando era adolescente solía visitar a sus amigos para conversar de los problemas que los aquejaban y para reírse de las divertidas anécdotas que compartían entre ellos. Una de aquellas visitas tuvo una particularidad que lo cautivó. En una de ellas se topó con la sorpresa que habían dos mujeres   visitando a su amigo. Una de ellas le causó una gran primera impresión. Se trataba de Ana del Carmen Montero. Una niña de ojos marrones que con tan solo una mirada sincera supo que debía conquistarla. Años más tarde se convertiría en su esposa. En el amor de su vida y madre de sus nueve hijos.

Su hijo mayor, Rodrigo Caimanque, destacó que después de 58 años de casados Ana siempre lo apoyó e instó a surgir dándole consejos. Lo motivaba a levantarse cada mañana con una sonrisa en el rostro. Pero, también lo abrazaba fuerte cada vez que le faltaban fuerzas para seguir adelante. Gracias a ella  Orlando se convirtió en el hombre virtuoso, culto y experimentado que gran parte de los serenenses conoció.

SU COMIENZO EN LA PLAZA

Durante la década de los 60’,  Orlando comenzó a trabajar en la Plaza de Armas lustrando zapatos. Se instalaba tempranamente en calle Cordovéz  frente al conocido Cine Centenario y al lado de  señor con un buque manisero. Su esposa  Ana lo incentivo     a comprarse uno  y así aumentar sus ingresos. Luego de un par de meses Orlando logró el objetivo. Su hijo Rodrigo  recuerda que en varias oportunidades lo ayudaba con el traslado de insumos y con la fabricación del maní, “de esos que ahora son difíciles de encontrar”.

Con su buque  manisero e instalado en el mismo lugar donde lustraba zapatos Orlando comenzó a hacerse más conocido y a generar ingresos mayores. Casi una década más tarde reunió  los recursos suficientes para tener su propio quiosco de confites en la plaza.

EL INNOVADOR QUIOSCO MUSICAL

En 1976 Orlando consiguió el dinero y el permiso para instalarse en un quiosco para vender confites y helados. Con el tiempo su nombre cobró fuerza y comenzó a ser conocido. No sólo por su simpatía, sino también por su preocupación de fomentar la vida social en la Plaza de Armas.

Desde el primer día hasta el último le dio vida al lugar con su innovación y música envasada.

El “chato Willy” fue el primero en implementar el encendedor amarrado después de percatarse que cada vez que los prestaba, muy pocas veces los clientes se acordaban de devolverlo. Además tocaba tangos, aunque  predominaba la música clásica ya que sentía que esta era la que le llenaba el alma. Igualmente se le reconocía el conocimiento y era visto como una verdadera enciclopedia musical. “No tenía vocación para estudiar, pero tú le decías un autor y él te daba con lujo y detalle toda la información sobre su música. Era muy culto en todos los ámbitos”, añade Rodrigo Caimanque.

Oficinistas, comerciantes y estudiantes pasaban diariamente por su lugar de trabajo a comprarle algunos productos y hacer uso de los servicios que ofrecía de manera gratuita para toda la comunidad. Se  le reconocía su buena llegada con los clientes, los que consideraba sus amigos. Podían estar horas conversando.

LA IMPORTANCIA DE LOS VALORES

En su trabajo era la misma persona preocupada, cariñosa y esforzada como se desenvolvía en su hogar.  Siempre pensaba en el bienestar de su familia. Era un trabajólico y se daba pocos días de   descanso. Laboraba más de 12 horas al día para que a su entorno nunca le faltara nada. De hecho, el principal objetivo de  Orlando fue que ésta siempre se mantuviera unida.  

Aparte de su responsabilidad laboral y familiar, sentía orgullo de ser serenense. Es por ello  que se preocupaba de saber de los panoramas de la región para fomentarlos hacia los turistas.

RECONOCIMIENTO EDILICIO

La ex alcaldesa de La Serena Adriana Peñafiel, tiene recuerdos de Orlando desde que era una adolescente. “Una persona fenomenal y colaborador. Quería contribuir a mejorar el turismo en la región, de hecho una vez fuimos juntos a Argentina a promocionar la ciudad”. Para peñafiel,   fue y será  un personaje que refuerza nuestra identidad regional.

El también exalcalde de la ciudad y actual diputado,  Raúl Saldívar Auger, lo recuerda como un amigo de infancia y  un hombre ameno para  conversar de los diversos temas, “muy respetuoso y amable. Definitivamente  una persona de relaciones directas y afectuosas”, precisó.

Actualmente, la mayoría de los hijos de don Orlando viven juntos en la casa que con esfuerzo le tomó construir. En paralelo tienen el consuelo que mantendrán  a la familia unida y que perdurará hasta con su ausencia. 

De la misma forma   su quiosco musical seguirá funcionando gracias a su hijo menor y a su esposa al son de melodías clásicas.  Las que  vibrarán más fuerte que nunca sobre los corazones de su familia y la comunidad serenense.

CONTINUANDO  EL LEGADO

Para el hijo mayor, don Orlando    se había transformado en su cable a tierra. Es por ello que su partida fue dolorosa. “Los últimos años los compartí a “concho” con él. Era mi bastón y yo el suyo. El dolor que llevo en este rato es tremendo, ya no tengo mi bastón para que me afirme. Pero seguiré su legado de transmitir a mi familia y hermanos el apoyo necesario para que nunca se sientan solos”. Asegura que su padre se merece que su labor pueda continuar en el futuro, “por sus valores instaurados. No voy a claudicar en ninguna situación, seguiré adelante junto a mi madre y hermanos hasta llegar al punto de cuando sea viejo, su legado seguirá vigente de alguna u otra forma”.

Su mensaje de despedida  fue emotivo.  “Nadie querrá ni podrá pasar sobre tuyo papá, ya no estás con nosotros pero no importa, en el corazón y en el alma está todo. Te quiero y te querré siempre, gracias viejo mío”,  confesó.

 

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