A solo horas de la Navidad, en 1978, Humberto Lazo Gálvez era un conscripto que se mantenía en un trinchera junto a una patrulla de chilenos, esperando el inminente inicio de la guerra con Argentina. Fue a escasas horas de la Noche Buena que el soldado Lazo recibió el mejor regalo que pudo obtener ese día. “La Guerra terminó ¡la guerra terminó!”, gritó un compañero que escuchó el mensaje en clave en la radio.
En la actualidad, Humberto Galvez Lazo (59) es funcionario de la Municipalidad de La Serena, donde cada día día llega muy temprano, costumbre que adoptó de su paso por el Regimiento. En las sesiones del concejo, es habitual que brinde atención a los concejales y a los asistentes a la reunión.
Muy pocos conocen la historia de su juventud, cuando con 18 años debió cumplir con su servicio militar en el regimiento Arica de La Serena y luego trasladarse al sur del país para defender la frontera de un probable invasión argentina.
Lazo recuerda que desde La Serena fueron enviados al sur aproximadamente 180 soldados conscriptos, quienes fueron repartidos en diferentes lugares desde la Isla de Tierra del Fuego hasta Puerto Porvenir.
Como veinteañero permaneció un año y seis meses en el sur, tiempo en que estuvo incomunicado con su familia, desconociendo hasta su regreso sobre el lugar al que había sido destinado.
Lazo relata que los jóvenes del norte estaban “muy desanimados por el tema del frío”, con temperaturas que bordeaban los 10 o 12 grados bajo cero. Con el transcurso de los días, perdieron la noción del tiempo.
De un joven conscripto con estricta vida militar se convirtió en un “trinchero”: sin bañarse ni afeitarse, durante meses no se cortó el pelo.
“Nosotros estábamos a 200 metros de los argentinos, así que los podíamos ver. Tenían movimiento de tropas durante toda la noche (...) se veían columnas muy grandes de gente”, cuenta.
“A nosotros nos inculcaron que como soldados chilenos valiamos tres veces más que los argentinos, porque teníamos más instrucción. Ellos mandaron a la frontera a lolos de 16 años, que solo sabían apretar el gatillo y nada más. En cambio nosotros aprendimos muchas cosas más”, expresa.
Cuando el conflicto era inminente, su patrulla recibió orden de disparo. “Si se movía teníamos orden de disparo, tanto tiro a tiro como a ráfaga... pero no puedo contar más allá porque son cosas que quedan dentro de uno, como buen soldado chileno”, expresa.
Sin embargo, fue las vísperas de la noche buena que un compañero recibió la comunicación que la guerra habìa terminado. “Todos nos abrazamos y gritamos de alegría, porque sabíamos que muy pronto volveríamos a nuestras casas”,
UNA HISTORIA DE AMOR. La vivencia de Humberto Lazo como conscripto en el conflicto con Argentina está marcada por su relación con su actual esposa Verónica Adaros Tapia. Como joven, Lazo la piropeaba cada vez que cumplía la labor de guardia en el regimiento y ella cruzaba por el lugar con rumbo al Liceo Providencia. Luego, comenzaron a pololear y cuando la relación estaba bien encaminada, él fue destinado al sur.
Durante el tiempo en que él estuvo en el sur, nunca se pudo comunicar con ella.
“Ella me contó que nunca se olvidó de mí y que tenía muchos pretendientes, quienes le decían que yo nunca volvería, porque iba a empezar la guerra y me matarían, o que conocería a otra muchacha sureña y me quedaría en el sur”, dice.
En la actualidad, el matrimonio tiene dos hojas, Tania (28) y Valentina Loreto (21) y un nieto, Máximo Pizarro Lazo.
RECONOCIMIENTO
Humberto Lazo es actualmente presidente de la Agrupación de Ex Soldados Conscriptos de 1977 a 1978, la cual se reúne mensualmente en La Serena. “Esta agrupación nace cuando nosotros estuvimos en el sur en el año 1978 y acordamos que nunca íbamos a dejar de juntarnos (...) somos camaradas de armas”, comentó.
En septiembre de este año, Lazo recibió una invitación del Regimiento “Caupolicán” de Tierra del Fuego y en una ceremonia privada recibió una medalla de reconocimiento por su participación en el conflicto con Argentina.