Crédito fotografía: 
Bastián Salfate
El arzobispo de La Serena analiza la intensa semana de movilizaciones sociales y defiende la opción de las familias a salir a la calle, aunque lamenta que en algunos casos, se llegara al saqueo y los incendios.

La entrevista estaba pactada  para las 18: 00 horas de ayer sábado y monseñor René Rebolledo nos espera  en el frontis del  Arzobispado de La Serena.  A esa misma hora  en la plaza de Armas cientos de personas participan de una nueva movilización que logró reunir históricamente a los líderes de las barras de Colo-Colo y la Universidad de Chile. 

El arzobispo los observa detenidamente y en la entrevista que  concedió en su oficina  en el segundo piso del  edificio se explayó ampliamente. Incluso, antes de contestar las preguntas nos entrega una carpeta con algunos textos donde escribió sobre el sensible momento que vive nuestro país. Un análisis de la Conferencia Episcopal y un resumen de la homilía que oficiará al medio día en la catedral serenense, centrado en las peticiones por Chile, Perú (celebra el Señor de Los Milagros) y Argentina donde hoy se desarrollan  elecciones.  

Además, en una de las hojas tiene subrayado  el mensaje del Papa Francisco  sobre el panorama que se vive en nuestro país. “Sigo con preocupación lo que está sucediendo en Chile. Espero que, poniendo fin a las manifestaciones violentas, se utilice el diálogo para encontrar soluciones a la crisis y hacer  frente a las dificultades que la han generado, por el bien de toda la población”, planteó el prelado en su carta. 

Para monseñor Rebolledo las  manifestaciones son valiosas.   El religioso admitió que se está consciente, “que hay gran sufrimiento en el pueblo. En primer lugar por la grave desigualdad social. Hay graves problemas como la salud,   la educación y  las pensiones que son verdaderamente indignas. Como  tantos otros problemas. Estimo que es el modo en que el pueblo ha querido manifestar y hacer presente lo que anhela, lo que desea y obviamente es un modo justo”.

-¿Lamenta que se tenga que llegar a este estallido para que el gobierno inyecte nuevas medidas o algunos empresarios anuncien que subirán el sueldo a sus trabajadores?

“Sí, es uno de los temas que me ha complicado. Llevo  casi 16 años de obispo, 10 años en Osorno y casi 6 aquí, y esta mañana tomé todas las prédicas que he hecho en este tiempo  y creo que su servidor, como también los demás obispos, habíamos tocado  todos estos temas que han salido esta semana”.

-¿La iglesia advirtió la crisis que hoy reventó?

“No, la iglesia no advirtió.   Pero sí advirtió que era necesario ponernos al día con una gran mayoría que está sufriendo y con una minoría que tiene más que lo suficiente para vivir y una gran mayoría que está complicada para financiar la educación de sus hijos y que no tiene las atenciones en los temas de salud, pensiones indignas y eso lo habíamos anticipado en nuestros mensajes y  cartas pastorales y tedeum.  Lo habíamos planteado”.

-¿En  sus reuniones con los empresarios y diversos sectores,  se hizo una idea por qué, por ejemplo, no se logran equiparar los sueldos, existiendo enormes brechas?

“No puedo hablar en nombre de los empresarios, pero creo que es el sistema que va dejando gente en el camino y eso tenemos que analizarlo profundamente y para el porvenir.  Es decir, qué sistema queremos darnos que sea el más justo y equitativos en donde la riqueza que genera el país alcance a todos, porque la dignidad es de todos”.

Lamentable daño

-¿Le duele que en medio  de las manifestaciones existan rayados en los distintos templos en contra de la iglesia y de los sacerdotes?

“Sí, porque creo que no es la forma de manifestarse, sobre todo aquí en La Serena en donde tenemos templos tan maravillosos. La Serena es conocida por la ciudad de los templos. Duele porque se ve estéticamente mal, pero nos tiene que ayudar a cuestionarnos el por qué la gente se manifiesta de este modo. He pensado en estos días, hay muchos que levantan la voz por la violencia que no podemos aceptar de ningún modo, pero hay muchos que levantan la voz por la destrucción.

Pero, diría, levantemos la voz por lo positivo, porque estás convocatorias tienen mucho de positivo. He visto la unión de las familias, de los habitantes de Coquimbo y La Serena. Gestos tan generosos de los jóvenes.  He pensado el sacrificio de la gente para venir a estas convocatorias que tienen que pagarse sus pasajes. Muchos vienen caminando, todo eso es sacrificio. Hay algo que es una motivación profunda y eso es lo que tenemos que valorar en estos días.

Si hay aspectos negativos como la violencia, como saqueos y  quemas, que no podemos condescender ni estar de acuerdo, pero hay un aspecto positivo que  se está gestando, por eso el mensaje que hice anoche (viernes). Dije que estamos en una crisis profunda que se ha manifestado con signos que pueden ser negativo, pero a la vez es una crisis promisoria que si la sabemos tomar puede ser de un augurio muy grande para nuestro país.

Me imagino que si conserváramos  el espíritu de unidad, si volviéramos a lo que el Cardenal Silva (Raúl) llamaba el alma de Chile, si cada uno pensara que la riqueza tiene que ser compartida, nos esperaría un porvenir maravilloso, de esperanza, o sea sería muy grato vivir entre nosotros con este tipo de acuerdos, con este tipo de conductas, si todos pusiéramos nuestra mirada en el bien común”.

-En los 70 y 80 la iglesia tuvo un rol fundamental, ¿le gustaría que en estos tiempos el clero igualmente fuera el referente, que se instale como un líder para mediar?

“Estimo que son situaciones muy diversas, porque hoy los poderes del estado y las instituciones del estado funcionan. Nuestros antepasados cumplieron roles y misiones que hoy se ven de otro modo y otro punto de vista. Sin embargo, escribí anoche (viernes) una palabra que hoy día como que la he vuelto a vivir. Dije, ‘la iglesia tiene que decir presente’, aquí estamos de otro modo que hace décadas atrás, pero no ausente.

Sería terrible, nosotros no podemos soslayar lo que el pueblo nos está diciendo y, claro, valoramos mucho más lo que hicieron los arzobispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, los agentes pastorales  de aquel entonces  porque la exigencia era distinta, en cambio hoy es nuestra presencia y  acompañamiento, nuestra palabra orientadora entregada con respeto, pero que no puede estar ausente”.

-¿Siente que no pueden liderar el proceso  por los cuestionamientos  que ha recibido en el último tiempo la iglesia y algunos sacerdotes?

“Creo que son situaciones distintas, por ejemplo,   dicen que para la Fiesta chica de Andacollo, llegan 80 mil personas y este año se encontraban el doble, o sea, la gente distingue entre pecados, errores fallas, delitos  de personas consagradas, de sacerdotes, con la profesión de fe que es la participación activa de las comunidades.  

Estaba en Las Compañías y el templo lleno de gente. Voy en gira por los 500 templos que corresponden a nuestra jurisdicción, La Serena, Coquimbo, Ovalle y en todos se ve una iglesia, viva, activa, comprometida, sobre todo gente laicos que van madurando.   Sí, es triste, doloroso lo que ha pasado en los últimos tiempos, como digo hay errores, hay pecado y hay delitos, pero esto no quita la vitalidad de la iglesia como la hemos visto todos estos días”.

Respeto a la institucionalidad

-¿Fue un error en  democracia   instalar  el estado de emergencia y toque de queda?

“Creo que tenemos que ser respetuosos de lo que la autoridad ha establecido, pero mientras más pronto recuperemos la normalidad (mejor). Tenemos muchos problemas, como nación y como región, pero la sociedad está funcionando, entonces estas medidas excepcionales debe ser un augurio de todos nosotros que pasen pronto”.

-¿Se ha preocupado como obispo de recorrer los hospitales, comisarías para que se respeten los derechos humanos de las personas, porque hay denuncias que en los primeros días habría existido una fuerte represión?

“Pude visitar a las dos familias que sufrieron la perdida de un ser querido, estuve con la mamá, hermanos, parientes de los dos jóvenes, amigos que se convocaron, estuve rezando con las familias”….

-¿Pero, hubo exceso militar en estos casos?

“La dignidad de una personas parte por el respeto a la vida, por ser hijo de Dios y haber recibido la vida como un don de Dios y, claro, nosotros como sociedad, como comunidad cristiana uno de los valores que más tenemos que cuidar es el valor de la vida y el derecho de las personas a manifestarse, a tener su opinión, a conducirse en la vida”.

-¿La pregunta estaba enfocada en si hubo exceso militar o cree que hay que esperar lo que dictamine la justicia?

“Creo que todos estamos llamados a esperar los  veredictos de la justicia. Por nuestra parte nosotros recordamos los   principios generales que parten del evangelio, de la doctrina social de la iglesia, del magisterio de la iglesia, de las palabras del Papa Francisco y estos hermanos nuestros, sea quien sea, pero aquí coincide que los dos eran de comunidades cristianas, católicas, pero sea quien sea el respeto a la vida debe primar siempre”.

 

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