• La irrupción del caso Lejderman- Ávalos cuatro décadas después
    La irrupción del caso Lejderman- Ávalos cuatro décadas después
El cruce de palabras entre el ex comandante en jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, y Ernesto Lejderman, un sobreviviente de una causa de violación de los derechos humanos, donde asesinaron a sus padres en Gualliguaica en 1973, trajo al presente un episodio dramático.

El frente a frente de Ernesto Lejderman y el ex comandante en Jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, en un programa en TVN durante la semana pasada, instaló de golpe uno de los casos más dramáticos de violación a los derechos humanos ocurridos en la Región de Coquimbo en 1973. Incluso provocó fuertes repercusiones. La más mediática fue la renuncia a la presidencia del Servel del propio Cheyre, luego de la ofensiva de quienes cuestionaron su accionar en el episodio.
La controversia resurgió justo cuando se cumplen 40 años del golpe de Estado.
En la zona y principalmente en el valle de Elqui, el caso es ampliamente conocido y ha tenido diferentes capítulos.
Aunque en la casa del agricultor Luis Ramírez en Gualliguaica siempre tuvieron claro lo ocurrido, hasta diciembre de 1989, la verdad oficial fue que el joven matrimonio de Bernardo Lejderman y María del Rosario Avalos murió dinamitado tras un enfrentamiento con militares el 7 de diciembre de 1973.
Sólo en abril de 1991 el país pudo conocer que ambas personas fueron ejecutadas “por agentes del Estado al margen de todo juicio”, según consigna el informe Rettig.
A pesar de las evidencias y lo contundente de las pruebas no fue fácil que los tribunales lograrán establecer la verdad y condenar.
Ni el propio Ernesto Lejderman se imaginó el impacto que produciría revivir su caso cuatro décadas después.
A través de un correo electrónico admitió a diario El Día que su reacción fue de sorpresa, “la gente en la calle en Santiago me transmitió mucho cariño y respeto y un sector de la clase política dirigencial también ha manifestado coincidencias con mis palabras. Desde el 2000 que vengo planteando lo mismo y diario El Día es testigo con sus publicaciones. La única diferencia es que a 40 años, la sociedad chilena ha madurado y es más reflexiva y ya no quiere creer en palabras vacías de contenido”.
Su visión es que los grandes medios de comunicación “se están abriendo a los familiares de las víctimas. Creo que hay un resurgir de la sociedad chilena y los primeros fueron los jóvenes estudiantes hace pocos años”.
A pesar de que el excomandante en jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, enfrentó el tema a través de la entrevista, Ernesto afirma que el ex militar “no fue sincero”.
Aunque en Chile el caso está cerrado tras condenarse a los militares Fernando Polanco, Luis Fernández y Héctor Vallejos y se absolvió al ex comandante del Regimiento Nº 21 Arica, Ariosto Lapostol Orrego, y no se encontró responsabilidad penal en Cheyre, desde el 2009, Lejderman y un abogado argentino están planteando el caso a la Comisión Interamericana, “quiero aclarar que en Chile no tengo ningún representante legal ni a favor de Cheyre ni en contra de él. Mis manifestaciones fueron públicas y son bien claras”.
En medio del recuerdo de los 40 años del caso, Lejderman admite que su deseo es volver una vez más al lugar de la tragedia.
“Me gustaría, me encantaría, pero no sé si podré contar con los medios materiales para lograrlo”, reconoció a El Día.
Como presidente de la Comisión de Derechos Humanos, el exconcejal de Coquimbo, Carlos Oros Rojas, vivió de cerca el caso Lejderman. De hecho, la entidad colocó todos los antecedentes en la justicia y colaboró en el informe Rettig. “Se hizo una investigación minuciosa”, recuerda.
Justamente el caso Lejderman formó parte de un capítulo del libro que escribió el propio Oros sobre las víctimas del régimen militar.
En “El Largo Invierno del ’73, crónicas para no olvidar”, se relatan los pormenores del asesinato del matrimonio argentino-mexicano.
Se narra el perfil de Bernardo Lejdermann Konoyouka (30) (argentino) y María del Rosario Avalos Cáceres (24) (mexicana).
Lejderman en 1973 se había trasladado a Diaguitas donde trabajaba como mueblista y el golpe de Estado lo encontró en Vicuña.
Tras la irrupción de los militares concordaron en que no había nada que temer y voluntariamente Ávalos se presentó en Carabineros para consultar por su situación. Le respondieron que volviera con su esposo.
Sin embargo, tras la pregunta y solicitud, finalmente, evaluaron no presentarse. “A fines de septiembre su permanencia en la ciudad se hizo insostenible, resolviendo mantenerse en los alrededores, apegado a los cerros del valle. Su albergue era el túnel de Huancara, permaneciendo allí a lo menos todo el mes de octubre”, narra el libro.
Pero estaban conscientes del peligro y decidieron internarse hacia la sierra elquina y esconderse en unos hornos de carbón. Se trataba de la estancia Los Perales, sector Puclaro, en la comuna de Vicuña, distante a unos 12 kilómetros de Gualliguaica.
En el lugar vivía Luis Ramírez “y un anciano de apellido Pastén, quienes les prestaron ayuda, conmovidos por el pequeño. En ese lugar se sintieron más seguros”.
Pero el objetivo del matrimonio era claro. Esperar el mejor tiempo climático y comenzar la travesía hacia Argentina. “Así es como solicitaron al lugareño un par de zapatitos para el pequeño (Ernesto), por cuanto habían extraviado uno de tanto andar de un lugar a otro”.
Ramírez estaba consciente del peligro que corrían y debían actuar con cautela, sobre todo por el temor que reinaba en el país y que se había traspasado a la región. En todo caso, para acceder a la petición, recurrió a la persona de mayor confianza: Carlos Ramos, profesor y director de la escuela de Gualliguaica. “Sabiendo Ramos que Ramírez no tenía niños, le consultó para quién quería los zapatos. Ramírez resolvió contarle todo. En esto llegó al pueblo a concertar un partido de fútbol, el profesor oriundo del lugar Jorge Polanco Galarce, a quien Ramos decidió contarle sobre el matrimonio y sus necesidades, ante lo cual Polanco asumió el compromiso de conseguir algunas cosas”.
Sin embargo, lejos de cumplir el encargo, el ambiente se enrareció y se iniciaba una cruenta historia. En medio del desconcierto de los habitantes del lugar y del colegio, los militares irrumpieron en la escuela de Gualliguaica, “sacando a culatazos a Ramos, delante de los alumnos y fue introducido a un galpón, siendo interrogado sobre el matrimonio que vivía en el interior de Gualliguaica. Los militares le dieron muy duro al profesor, ya que al parecer, ellos se habían formado un exorbitante cuadro y no lograban convencerse de que lo único efectivo era lo que les contó el lugareño Ramírez”.
Tanto en Ramos como en Polanco había incredulidad respecto de la causa por la que habían llegado los militares. Sin embargo, Polancose convenció de que había sido traicionado por un taxista de confianza a quien junto con contarle de la existencia del matrimonio y un hijo, había sido encomendado para llevarle la ropa solicitada por Ramírez. No obstante, terminó por delatar el hecho a los uniformados. El resto es historia conocida. Se trata del dramático final de Lejderman y Ávalos, que siempre tuvo dos caras. La “oficial” del régimen, que estableció que se trataba de terroristas que fueron abatidos luego que intentaban fugarse y la que tres décadas después se logró imponer, que habían sido acribillados por los militares.
El menor Ernesto fue encontrado en el interior de un horno de carbón y trasladado a la unidad militar de La Serena. Posteriormente fue llevado a un convento de religiosas de la capital regional.
En el Convento Casa de la Providencia de La Serena, aún recuerdan a Ernesto, sobre todo Fidela Cortés. Actualmente tiene 65 años y mantiene claro el recuerdo cuando el menor llegó hace cuatro décadas. “Lo venían a dejar porque sus padres se habían suicidado... Era chiquitito, caminaba, pero hablaba poco. Fue muy regalón pues fue el único bebé chico que tuvimos”.

VIVIR PARA CONTAR. Ernesto Lejderman creció pensando que sus padres habían muerto en un accidente de un tren como se lo contaron sus propios abuelos Enrique y Elisa. Sin embargo, cuando tenía 10 años, revisando ropa antigua de la casa, leyó unos recortes de diarios donde se hablaba del asesinato. “Es ahí donde me entero”, confesó en septiembre de 2000 en entrevista con diario El Día.
Viajó exclusivamente a La Serena para comenzar la batalla judicial que buscaba hacer justicia y visitar el lugar donde fueron muertos sus progenitores. “Me ha hecho muy bien encontrarme con mi pasado. Eso me ha ayudado a entender mi vida… se siente tranquilidad de reconstruir la historia que tuvieron mis padres en esa época”, exteriorizaba.
A pesar de lo dramático que fue enfrentarse a la verdad, insistía en que no lo embargaba la venganza. “Pero sí quiero que se haga justicia con los responsables de los asesinatos. Cuando alguien comete un atropello debe haber justicia, si es que hay un sistema democrático, como creo que existe hoy en Chile”.

La exhumación del alivio

••• Tras la tajante frase del Informe Rettig, que el matrimonio Lejderman-Avalos había sido asesinado por los militares, en agosto de 1991 el caso experimentó un momento clave. La Comisión de Derechos Humanos Capítulo Cuarto concretó la exhumación del cuerpo de Bernardo Lejderman desde el lugar donde había sido sepultado por pobladores de Gualliguaica. El trámite tuvo un fuerte impacto mediático y fue dirigido por el juez de Vicuña David Salazar. Cuando se pensaba que era el primer paso para la obtención de justicia y la búsqueda de culpables al interior del Ejército, se aplicó la Ley de Amnistía y se cerró el caso. Pero con Augusto Pinochet detenido en Londres, en octubre de 1998 se reactiva una serie de causas de DD. HH. La de Ernesto Lejderman fue una de ellas. Sólo en el 2007 se dio un paso concreto. La Corte de Apelaciones condenó a los militares Fernando Polanco, Luis Fernández y Héctor Vallejos y absolvió al excomandante del Regimento Nº 21 Arica, Ariosto Lapostol Orrego. Lo mismo hizo la Corte Suprema en mayo de 2009.

 

Suscríbete a El Día y recibe a diario la información más importante

* campos requeridos

 

 

Contenido relacionado

- {{similar.created}}

No hay contenido relacionado

Cargando ...

 

 

 

 

 

 

 

 

Diario El Día

 

 

 

X