Hace 7 meses atrás, don Ruperto Cortes con 66 años, de El Tambo, comuna de Vicuña, sabía muy poco leer y escribir, porque cuando era un niño no pudo continuar sus estudios. “Fui a poquito tiempo a la escuela, porque mi papá, como era el único hombre a mí me andaba trayendo para todas partes. Por eso, no pude aprender a leer. Ahora tuve esta oportunidad para estudiar y acepté. Estoy contento, nunca es tarde para estudiar”, afirma.
Don Ruperto es uno de los 300 alumnos de la región y de los 106 de la provincia de Elqui, que cumplieron el sueño de mejorar su lectura, escritura y aprender operaciones básicas de matemáticas, gracias al programa gratuito de alfabetización “Contigo Aprendo”, que tiene como objetivo dar oportunidades para iniciar o completar estudios a personas jóvenes y adultos que por distintas razones vieron interrumpida su trayectoria educativa.
Según la encuesta CASEN en el país hay más de 400.000 personas que no saben ni leer ni escribir y en la Región de Coquimbo hay 20.039 personas que están en esta situación, diagnostico que llevó al gobierno, a través del Ministerio de Educación, a iniciar este programa en 2003, el cual cautivó por su impacto social, y después de cuatro años de interrupción, la Presidenta de la República Michelle Bachelet, volvió a incorporarlo, en las políticas públicas de la educación de adultos.
El Seremi de Educación, Pedro Esparza expresa que este programa “nos ratifica que estamos en la senda correcta. Nuestro ministerio y gobierno en el contexto de la Reforma Educacional están preocupados de los niños, desde sus primeros días de vida, educación parvularia, básica, media, educación superior, gratuidad, y también en este caso la educación de los adultos y adultos mayores, que en algún momento por razones ajenas a su voluntad debieron dejar de estudiar. Muy contentos, y con la total convicción del próximo año, seguir trabajando para que nuestro sistema escolar esté a la altura, de forma tal, que en un tiempo no muy lejano sea un soporte fundamental de nuestro avance hacia el desarrollo”.
La monitora Tania Góngora, fonoaudióloga, del sector El Tambo comuna de Vicuña, dice que fue una experiencia maravillosa. “En mi país Cuba vibraba porque se vanagloriaba en ser el primer país latinoamericano en eliminar el analfabetismo y siempre me quedó esa inquietud. Llegué a Chile y no sabía que este programa existía. La Directora de la Escuela El Tambo me ofreció si quería participar. Con los adultos puede ser un poco más fácil porque van con todas las ganas, pero es más difícil porque el proceso es un poco más lento. Ha sido una actividad maravillosa que refleja todo lo que se hizo durante estos meses”.
Es una alternativa para todas las personas mayores de 15 años, que nunca fueron a la escuela o asistieron menos de cuatros años a ella. Permite a sus participantes aprender a leer, a escribir, a realizar operaciones matemáticas y encontrar un espacio de socialización, y alcanzar el cuarto año de Educación Básica.
Otra alumna fue la señora María Benilda Rojas Cortés con 82 años del sector de Marqueza en Vicuña, que sólo había cursado hasta 4° básico. “No había más cursos donde vivíamos nosotros. Me integré al estudio, me fue a buscar la profesora a la casa. Yo pasaba enferma, la profesora me iba hacer la clase a la casa, y cuando estaba mejor me iba a la escuela. Dice que aprendió más, pero la vista me falla”.
Es una alternativa para todas las personas mayores de 15 años, que nunca fueron a la escuela o asistieron menos de cuatros años a ella. Permite a sus participantes aprender a leer, a escribir, a realizar operaciones matemáticas y encontrar un espacio de socialización, y alcanzar el cuarto año de Educación Básica.
Fueron 300 alumnos, organizados en 43 grupos, (20 en Elqui con 106 estudiantes; 16 en Limarí y 7 en Choapa), con clases dentro de lo que se define como educación no formal en La Ley General de Educación. El alumno de menor edad tiene 28 años y el de mayor edad 94 años, siendo mujeres alrededor del 75 % de los estudiantes.
Los 43 grupos fueron liderados por monitores y monitoras, previamente capacitados por la Seremi de Educación, los cuales en un gesto voluntario y solidario ayudan a sus vecinos, amistades o conocidos en la tarea de aprender a leer, escribir y realizar las operaciones matemáticas elementales. Reciben guías de lectura, de matemáticas, cuadernos de aprestos, diccionarios individuales, materiales de trabajo.
Las clases se realizaron en sedes vecinales, parroquias, escuelas o cualquier lugar con las comodidades. El servicio educativo se extendió por un período de 7 meses, con 6 horas semanales de clases. El proceso terminó con la examinación, pudiendo optar los alumnos a 2 pruebas: una que reconoce la alfabetización y otra que certifica cuarto año de enseñanza básica, y si lo deciden, continuar sus estudios.