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Carlos Zuleta Ramos
Estos cuerpos de agua forman una red indispensable para las comunidades biológicas aumentando la resiliencia frente a los impactos del fenómeno. El académico de la Universidad de La Serena, Carlos Zuleta, profundizó en la importancia que revisten estos ecosistemas.

Organizaciones de todas las latitudes han levantado la voz reclamando la detención del calentamiento global. Un llamado especial para que los líderes políticos reaccionen y enfrenten a uno de los mayores desafíos de la humanidad, el cambio climático.

En tiempos como este, se hace imperativo conocer el estado de los ecosistemas, la importancia de su conservación y en particular, el rol que algunos hábitats, como los humedales, pueden desempeñar frente a este fenómeno.

Carlos Zuleta Ramos, académico del Departamento de Biología de la Universidad de La Serena, explicó en qué consisten estos cuerpos de agua, los servicios que brinda, la relevancia científica y social que revisten y algunos trabajos de la casa de estudios estatal.

Zuleta dijo que los humedales son ecosistemas que reúnen a distintos tipos de organismos y se refieren a suelos que están completos o parcialmente anegados o saturados con agua, desarrollando una vegetación de tipo hidrófila o acuática.

Del mismo modo, no son objetos aislados ya que están conectados espacial y temporalmente por lo que ocurre en la parte superior de la cuenca, como la convivencia de comunidades biológicas, como las aves que se distribuyen en esta red de estancia que forman los cuerpos de agua, donde se alimentan, reproducen y desplazan.

“La idea general que tenemos es la de un lago grande o un cuerpo superficial, pero también hay otros definidos por la Convención Ramsar, como las playas, los roqueríos, quebradas e incluso los subterráneos llamados criptohumedales”, aclaró el académico de la ULS.

El trabajo de la ULS

Respecto a la existencia de estos ecosistemas en la Región de Coquimbo, Carlos Zuleta indicó que si bien la zona es semiárida, esta posee una gran diversidad de estos hábitats.

En específico, la Universidad de La Serena, a través del Departamento de Biología se ha enfocado en estudiar los humedales costeros, jugando un rol protagónico en la declaración de sitio Ramsar en dos de los tres existentes en la región.

El sitio Ramsar Salinas de Huentelauquén y la Bahía de Tongoy. El tercero, Laguna Conchalí es una iniciativa privada.

El académico especificó que esta declaración se trata de un sitio internacional para la conservación de aves, pero que también tiene el propósito de un desarrollo armónico y sustentable con la comunidad, una figura similar a las áreas marinas de múltiples usos.

“Dentro de los humedales costeros encontramos los estuarios que corresponden a la desembocadura de los ríos, lagunas costeros que son cuerpos de aguas un poco separados del mar y humedales de quebrada y lo que hemos descubierto últimamente, que son charcas temporales o pozas, que constituyen pequeños humedales que se forman por las precipitaciones de invierno y que son importantes para la mantención de la biodiversidad local y regional”.

Carlos Zuleta comentó que el equipo de la Universidad de La Serena ha levantado la información de al menos 17 humedales costeros, y que si bien no son todos, corresponden a los principales y más asequibles para el estudio.

“Nosotros hicimos ese análisis hace unos cinco años aproximadamente y levantamos  toda la información biológica y sociocultural, este trabajo se va a resumir en un libro que se publicará pronto y se llamará Humedales de la Región de Coquimbo”.

El investigador aclaró que pese a los estudios, en este momento no se cuenta con un registro preciso de la cantidad ni el estado de los humedales de la región.

Acciones antropogénicas y cambio climático

Carlos Zuleta aseveró que las organizaciones medioambientales y la comunidad en general han adoptado una postura importante respecto a los efectos del cambio climático. Sin embargo, las acciones antropogénicas siguen afectando a los humedales casi al mismo nivel que el fenómeno.

“En vez de pensar en destruirlos, alterarlos o usarlos irracionalmente, con construcciones de inmuebles como en el caso de la desembocadura del Río Elqui o El Culebrón, por ejemplo, debemos pensar en cómo mantenemos esos ecosistemas y cómo los manejamos sustentablemente, porque el daño lo hacen unos pocos, pero lo pagamos todos los ciudadanos, la recuperación de un ecosistema es caro y a largo plazo. En definitiva estamos perdiendo un patrimonio natural”.

Zuleta indicó que los humedales son necesarios para algunos ciclos biológicos de los recursos hidrobiológicos que se extraen de las playas, como machas, chorito, etc. Y que si estos desaparecen también se verían efactados estos bancos de moluscos.

Por efecto del cambio climático, la zona semiárida del país ha registrado una disminución de las precipitaciones y nieve en la última década, eso sumado al aumento de la población en el litoral podrían ocasionar “serios problemas”, ya que se generaría una presión mayor para usar el recurso, aseguró Zuleta.

Otra de las amenazas del cambio climático es el aumento de las marejadas que en algunos casos alcanzan los humedales y las aguas se mezclan provocando una modificación en la composición química de estas, generando problemas en toda la comunidad biológica.

“Cuando se salinizan los cuerpos de agua dulce es muy difícil volverlos a su estado natural y eso está comprobado ampliamente en la literatura,  eso puede ocasionar problemas de diversos tipos, porque el agua se hace salobre y ya no sirve para los propósitos  que antes tenía la población”.

El papel de los ecosistemas

Según la Convención Ramsar, los humedales aumentan la resiliencia de las comunidades frente a los impactos del cambio climático.

Son indispensables por los innumerables beneficios o servicios ecosistémicos que brindan a la humanidad, desde suministro de agua dulce, alimentos y materiales de construcción y biodiversidad, constituyen barreras contra la subida del nivel del mar y marejadas, reduce el impacto de las inundaciones y las sequías además de recargar las aguas subterráneas.

“La mayoría de las investigaciones científicas indican que el desierto está avanzando y no creo que se pueda detener los efectos del cambio climático, pero sí debemos ser los suficientemente inteligentes para poder adaptarnos a estas nuevas condiciones”, indicó Carlos Zuleta.

En este punto, al investigador de la ULS, dijo que el foco está en la conservación de los humedales y la protección de sistemas de dunas asociados a estos ecosistemas ya que disminuye la energía de las marejadas y proveen de refugio y  hábitat para la biota.

“Es cierto que tenemos agua para la agricultura y el consumo, pero también  tenemos servicios que son soporte de biodiversidad, mantención de fauna y hábitat para aves migratorias”.

Sin embargo, Zuleta confiesa que los humedales también tienen servicios culturales asociados, tradiciones y fiestas que forman parte de la identidad de las comunidades cercanas a estos cuerpos de agua.

“La población que vive cerca de un humedal tiene un arraigo importante con estos ecosistemas, esa es una razón por la que algunas comunidades como Tongoy han desarrollado movimientos ambientalistas para proteger sus humedales. No debemos olvidar que son una parte de conexión con nuestra identidad natural, no solo disfrutamos de los servicios económicos, también espirituales, de recreación y eso es importante conservarlos porque tendremos un desierto no solo biológico o físico también cultural y vamos perdiendo ese arraigo con nuestro territorio”, especificó el académico.

 

 

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