• El misterio de la araucaria de Diaguitas
    El misterio de la araucaria de Diaguitas
Se trata de un árbol que no es de esta zona, pero que hasta el habitante más viejo de esa localidad del valle de Elqui recuerda que creció bajo su sombra.

No existe un residente de Diaguitas, localidad de la comuna de Vicuña, que no haya crecido bajo el alero de la única araucaria que hay por esos lados. Pero tampoco existe uno que pueda decir con claridad cómo llegó este árbol allí o quién lo planto, ese es todo un misterio.
Si bien lleva decenas de décadas inamovible en el lado norte del pueblo, entre un parronal y el camino, sólo hace un par de semanas se conoció masivamente de su existencia, luego que los vecinos tomaran contacto con la municipalidad para evitar que muriera, pues detectaron que se estaba secando, luego que el canal que la regaba fuera abovedado y dejara de recibir agua.
Las medidas ya fueron tomadas. En primera instancia se le extendió el riego por goteo que alimenta al parronal y en segunda, el edil, Rafael Vera, dispuso que se le hiciera una taza más grande para que contenga agua y enviará un camión aljibe una vez por semana a humedecer adecuadamente sus raíces. También se le podarán las ramas secas y las que se cruzan con el tendido eléctrico que pasa precisamente por el lugar.
Pero más allá del rescate de la araucaria, su presencia está estrechamente ligada al pueblo y su gente, pues no existe un solo habitante nacido en el lugar que no dé cuenta de ella y diga que la conoce desde que era un niño.
Uno de los habitantes más antiguos de Diaguitas tiene 93 años y desde que tiene uso de razón que la ha visto plantada de manera solemne en ese lugar, hacia donde precisamente fue creciendo el pueblo.
Recuerda que desde pequeño se arrancaban a ese lugar, que en esa época era un terreno eriazo y se sentía mucho más distante del pueblo que en la actualidad.
No tiene en sus recuerdos que les hayan dicho cómo llegó a ese lugar esa planta que en Chile se da principalmente en el sur.
José reconoce tener más de cincuenta años y mientras camina por la vereda nos va contando su experiencia y cuenta que cuando estaban en el colegio con los vecinos de su edad, el profesor los hizo estudiar y buscar fotos en los libros sobre la araucaria. “Aprendimos que era una planta del sur, que es milenaria y que está muy arraigada en la cultura de la Araucanía”. Sin embargo, comenta que ni siquiera el profesor había podido dilucidar cómo llegó el árbol a ese lugar ni quién lo plantó. Por lo tanto, nadie sabe cuándo fue plantada.
“Cuando éramos chicos, el árbol ya era gigante. Una vez tratamos de escalarlo, pero nos fue imposible porque el tronco era muy ancho y nuestros brazos eran muy cortitos, siempre que pasábamos nos quedábamos mirándolo hacia arriba, porque lo encontrábamos tan grande”, cuenta Manuel, quien es incapaz de descifrar la fecha en que fue plantado.
Dina Aguirre dice que ella llegó a vivir a Diaguitas con su madre que era originaria del lugar. “Fue en 1957 cuando llegamos y me recuerdo que ya era un árbol grande”. Señala que no existe una persona adulta del pueblo que no tenga como punto de referencia algún momento de su vida con esa araucaria.
De hecho, en el hablar de los residentes se siente que el árbol es como un habitante más del lugar, porque todos señalan que siempre ha estado ahí.

LA ESPECIE ARBÓREA
Todos los habitantes que han leído alguna vez sobre la araucaria, indican que es una especie del sur del país y así la relacionan. Sin embargo, los profesionales de la Corporación Nacional Forestal, CONAF, afirman que no se trata de un árbol autóctono, sino que se trata de de una especie exótica y se trataría del llamado Pino de Paraná (Araucaria Angustifolia) y que obviamente alguien hace mucho tiempo la plantó en ese lugar, donde se desarrolló gracias a que estaba plantada a la orilla de un canal.
Pero esas aclaraciones a los habitantes de Diaguitas poco le interesan, ya que apuestan por un árbol que está lleno de misterio sobre su origen en el valle de Elqui, con grandes olas de calor y que hace décadas es una parte importante de la historia del pueblo.
Algunos insisten en que se encuentra en ese punto antes de que llegaran los españoles, porque algunas historias se han transmitido de manera oral desde los tatarabuelos y abuelos. Pero esa versión pierde peso, puesto que de tratarse de la especie exótica de la cual hablan los expertos de CONAF, con mucha exageración podría alcanzar los 200 años. Pero eso parece no importar.
La presidenta del Comité de Agua Potable Rural, Flor Salazar, reconoce que no nació en este pueblo del valle de Elqui, pero dice que ha escuchado a los más ancianos hablar que desde que hay conciencia el árbol ha existido.
Algunos indican que en una oportunidad se le instaló un letrero donde se señalaba el tipo de araucaria que era y la cantidad aproximada de años que tenía, que superaba los 150, pero que dicha indicación desapareció de la noche a la mañana, transformándose también en un misterio.
En algo sí coinciden todos y es que esa especie ha sido como un punto de tranquilidad y hasta de suerte y que nunca ha ocurrido algo malo o dañino cerca del árbol.
De hecho, no saben cómo se organizaron cuando se dieron cuenta de que se estaba secando y concurrieron a hablar con el alcalde de Vicuña, Rafael Vera para evitar que muriera por la falta de agua.
Algunos responsabilizaron a los propietarios del viñedo que hay a un costado, pero el capataz de la Sociedad Agrícola Iglesia, Merman Esquivel, precisa que ellos no tienen ninguna responsabilidad. Es más, aclara que se preocuparon de extender el riego por goteo de los parronales a la araucaria y explica que quienes mandaron a abovedar el canal tiene la mayor responsabilidad. Explica que cuando hicieron la zanja con la retroexcavadora, ésta arrancó parte de las raíces del árbol y ahí comenzó a decaer. Y, además, al poner cemento al canal, no se dejó ningún paso de agua para que se regara el árbol.
Como sea, la planta ha entrado a un estado de recuperación y sigue siendo un punto importante para los habitantes de Diaguitas, los que esperan que sus hijos y nietos sigan desarrollando sus vidas a los pies de un árbol que ellos consideran milenario y de buena fortuna. 1601 i
 

 

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