• “Nací como un hombre, pero hoy soy toda una mujer”
    “Nací como un hombre, pero hoy soy toda una mujer”
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foto: cedida
María José Sierralta Santander tiene pareja y dos hijas adoptivas. Podría ser una mujer cualquiera, pero ella sabe que es especial. Es una transgénero, es decir, a pesar de que nació como un hombre, se siente una mujer. Aquí, con su propia voz, cuenta su historia personal y el cómo llegó a convertirse en la directora de la Oficina de la Diversidad de la Municipalidad de Coquimbo.

Mi nombre legal aparece en mi cédula de identidad: Edwin Salvatierra y en todos los documentos legales que existen, pero desde los 14 años utilizo el nombre de María José Sierralta Santander”.

“Yo me sentía una mujer mucho antes de que tomara lo que llamo mi nombre social. Desde los cinco o seis años. Por ejemplo, recuerdo que en kínder debíamos disfrazarnos y mis compañeros varones decían que querían ser pistoleros o superhéroes, mientras que las mujeres, princesas, hadas, reinas. Yo también quería usar vestidos largos y verme como ellas, pero me disfrazaron de un conejo. Algo es algo”.

LA FRASE

Las transgénero y el transexual son lo mismo: son mujeres que nacieron en el cuerpo de un hombre

“Desde primero básico a cuarto medio, que siempre me gustó el mismo chico. Quería mantener una relación con él, porque tenía claro que yo era una mujer, siempre lo supe”.

“Para efectuar el cambio de mi nombre legal necesito que me patrocine un abogado y realizar un trámite que se llama “Rectificación de Partida de Nacimiento”, donde tengo que llevar a tres o cuatro testigos que afirmen que desde hace más de cinco años que ocupo mi nombre social, pero no haré el trámite”.

“Nosotros, los transexuales, tenemos libre albedrío para recibir o no un tratamiento hormonal, un cambio de nombre o de sexo, todo depende de los conceptos sociales, morales, religiosos de cada uno. En mi caso, he decidido ser transgénera y por lo tanto no voy a intervenir ni mi nombre ni mi cuerpo. Siento que no necesito de esas cosas (el cambio de nombre o de sexo) para ser la mujer que siempre he dicho ser”.

“Las transgénero y el transexual son lo mismo: son mujeres que nacieron en el cuerpo de un hombre. Nuestro sexo psicológico u orientación es femenino. Mientras las transgéneras somos aquellas que nos quedamos tal cual como nacemos, las transexuales son aquellas personas que intervienen su cuerpo, hacen un proceso de transición hasta llegar a la operación”.

“Uno nunca sabe cómo serán los procesos de su vida, pero yo ahora que tengo 40 años soy feliz: tengo una pareja, dos hijas adoptivas y hasta el momento no he necesitado de ningún cambio drástico en mi cuerpo”.

“Yo nací con un sexo erróneo, por lo tanto a los 14 años opté por ser lo que internamente yo sentía que era, una mujer, y adopté el nombre de María José porque encontré que era bonito, agradable y aceptable socialmente. También me servía mucho como nombre artístico, porque en esos años, y todavía lo hago, me presentaba en cafés concerts”.

 

En el trabajo

“La transexualidad es muy discriminada en lo laboral. Nos dicen que no hay empleo y que sólo servimos para ser prostitutas”.

“Yo con mis propias uñas traté de educarme al máximo y logré terminar un secretariado ejecutivo computacional, preparándome especialmente para el trabajo y he trabajado en todo, incluso fregando ollas en restoranes. Estuve a cargo de la línea 800 del Cesfam Santa Cecilia en la parte alta de Coquimbo y luego como secretaria en la Escuela Juan Pablo Segundo en la Unidad Técnica Pedagógica”

“Después se me ocurrió golpear las puertas de las autoridades, porque la ley Antidiscriminación, la Ley Zamudio, dice que el Estado debe crear espacios para la discusión de la diversidad. Y en relación a ello, se me ocurre crear el proyecto de la Oficina de la Diversidad, que nació el primero de octubre del 2012, aquí en la municipalidad de Coquimbo”.

La familia

“Yo provengo de una familia “superdisfuncional”. Mi padre enviudó con cinco hijos y mi madre siendo soltera tuvo dos hijos. Juntaron los tuyos con los míos, y luego nacimos cuatro hermanos más. Ahora ellos están separados”.

LA FRASE

La transexualidad es muy discriminada en lo laboral. Nos dicen que no hay empleo y que sólo servimos para ser prostitutas

“Mi condición sexual fue una experiencia bastante fuerte para mis padres porque ellos eran líderes de una iglesia evangélica, la Bautista. Mi padre era pastor, incluso yo, hasta los 14 años, participé de los grupos juveniles de la iglesia y todavía conservo los principios y valores cristianos que me influenciaron durante mi niñez y que ahora retransmito a mi propia familia”.

“Fue difícil y traumatizante a la vez, porque a los 21 años debí optar por salir de mi casa porque, de alguna forma, al vivir con mi familia tenía que reprimir mi sexualidad. Me decían: “Si saliste así no es necesario que lo practiques y te quedas con nosotros”. O sea, me tenía que transformar entre paréntesis en un solterón para toda la vida. Tenía que vivir reprimido”.

“Así que me fui de la casa, yo quise hacer mi vida como corresponde y me fui a vivir con mi pareja a Santiago, donde la diversidad era un poco más abierta, había otro mundo, discotecas y lugares”.

“En Santiago, comencé mi activismo en la diversidad sexual. Conocí a dirigentes del Movilh y me fui empoderando de la temática de la diversidad”.

“En la actualidad, tengo una relación fluida con mis padres, nos visitamos de vez en cuando y nos llamamos para ciertas fechas importantes, como los días de la Madre y los cumpleaños”.

“Siempre he dicho que la familia real es la que uno construye y mi familia son mis dos hijas y mi pareja”.

 

Mis hijas

“Mi relación con mis hijas adoptadas empezó hace doce años, cuando recibí a los tres días de recién nacida a quien hoy es mi hija mayor, de 18 años; luego me traje a su hermana de nueve años, quien ahora tiene 12. Mi pareja me acompaña desde hace siete años. Él es un hombre valiente, toda su familia me acepta y a mí y mis hijas”.

“Siempre traté de acercarme a la ley lo más que fue posible. La ley dice que la madre es quien decide el cuidado de sus hijos y en el caso de la madre biológica de mis hijas, ella tuvo problemas legales, al principio, de drogadicción, y luego ella firmó la tuición legal de mis hijas. Después ella tuvo problemas psiquiátricos, de esquizofrenia, y fue declarada interdicta y no pudo firmar ninguna documentación más”.

“La familia de la madre biológica llevó el caso a la justicia, pero al final yo gané el caso, porque ella había firmado los papeles y entregado la tuición de sus hijas con consentimiento”.  

 

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