Crédito fotografía: 
Estefanía Fernández
Los terremotos y temporales han ido desmembrando de a poco el lugar donde arriendan, que es el único al que pueden acceder con sus recursos.

Roberto Rivas

Angelita Valencia tiene 81 años, desde hace 10 que arrienda una especie de departamento en calle Miraflores, frente al hospital de Ovalle, ella vive junto a su marido, don Arturo y su hijo, quien los cuida y protege.

La familia se desenvolvía bien hasta hace un par de años atrás, el padre y el hijo trabajaban en un colegio, como cuidadores, pero producto de un accidente ahora don Arturo está postrado. La micro en la que iba con su hijo frenó de repente y a don Arturo, quien se golpeó la cabeza en el accidente,  se le formó un coagulo en el cerebro, que derivó en un daño neurológico.

“Se pegó en la cabeza, tuvo mala suerte porque tuvo un TEC cerrado y no nos dimos cuenta hasta varios días después. Por el golpe le salió un coágulo y la recuperación ha sido muy lenta, los médicos me dijeron que por la edad también. Lo bueno es que salió bien de la operación porque a su edad hay personas que quedan peor”, señala su hijo, quien lleva el mismo nombre de su progenitor.

Para la familia la falta de movilidad de don Arturo les ha complicado la existencia, sobre todo por las precarias condiciones en las que viven, los terremotos y lluvias han hecho lo suyo, pues su vivienda, un pequeño departamento en calle Miraflores, se derrumba poco a poco.

“Nosotros llevamos como 10 años más o menos arrendando acá, pero antes no estaba así, estaba un poco mejor y con el terremoto y las lluvias se fue deteriorando” explica Angelita, señalando que los dueños de la casa no quieren arreglar y que por ese mismo motivo no les han subido el arriendo.

“Con el último terremoto se terminó de derrumbar la escalera y las lluvias lo empeoraron. Esta casa es la mejor de todas, las demás han hecho arreglos y los dueños no hacen nada, ellos solamente reciben la plata”, sostiene la vecina, que ha hecho todo lo posible por postular a una vivienda propia, sin éxito hasta el momento.

“Postulamos al Serviu y nos dijeron que no teníamos ninguna seguridad, mi mamá les expuso la situación de nosotros y le dijeron que había mucha gente en lo mismo, que tenía que esperar”, sostuvo el hijo de la pareja, quien además ha ido a preguntar a las inmobiliarias, pero por su bajo sueldo no le dan un crédito hipotecario.

“Yo he ido a todas las partes donde me han dicho, voy a hacer todo los tramites, a la vivienda también al Serviu, en la municipalidad les explicaba el caso que tengo con mi marido, pero ellos me tramitaban. Ahora como postulé ya tengo todo el papeleo y ahora en octubre ya voy a ir a repostular”. Indicó Angelita, quien desea que las cosas mejoren para ellos, porque no les alcanza el dinero para arrendar en otro lugar.

“Esto está muy malo, se tapan las cañerías, cortan el agua a veces, aquí hubo un incendio una vez. Como mi marido está en recuperación  tenemos que cuidarlo y lo ideal sería tener una casa, esto ya no da más”, manifestó Angelita, quien no pierde la fe en que su marido se recupere y puedan acceder a una vivienda digna, para ello ya tienen ahorros en su libreta y seguirá golpeando puertas.

REGULACIÓN DE ESTE TIPO DE VIVIENDAS

El subarriendo de habitaciones como viviendas en una realidad en Ovalle, estos departamentos tipo “cité” alberga principalmente a migrantes y personas de escasos recursos, quienes no pueden acceder al arriendo de un mejor lugar.

Lamentablemente las condiciones de vida en estos lugares no son las mejores y muchas veces existen problemas de hacinamiento, déficit en servicios básicos o de las mismas estructuras. Condiciones que pueden ser potencialmente peligrosas para sus habitantes.

Glen Flores, director de Obras de la municipalidad de Ovalle explicó que  “como dirección de obras tenemos conocimiento de la existencia de estas viviendas compartidas, pero nosotros no podemos llegar a definir una política”.

Flores explicó que “la precariedad que se da en estos lugares es muy difícil de detectar porque generalmente en la fachada se ven casas normales, pero por dentro están subdivididas en más habitaciones que son alquiladas generalmente a extranjeros o a personas de escasos recursos. Esta problemática es una problemática que se da a nivel nacional, es muy difícil de detectar y salen a la luz cuando la convivencia es grave o existen casos sociales que pueden ser adultos postrados o gente que está en malas condiciones de salud”.

A juicio del director de obras municipales “No existe una política urbana para mejorar eso porque esto es resultado de las políticas nacionales de vivienda que no incorporan a todos los habitantes de la ciudad o a todos los ciudadanos”.

Flores explicó que es un tema que “hay que tomar desde el punto de vista social, porque es complicado y difícil de abordar desde el punto de vista urbanístico”, agregando que “no se puede prohibir a través de un plan regulador o normas urbanas que hacer con las viviendas, la gente las puede subarrendar y eso es muy difícil de detectar. Nosotros podríamos tener injerencia a través de una denuncia referidas a la ley general de urbanismos, para decir que en un terreno está construida un determinado número de habitaciones sin permiso, ahí podemos ir y clausurar, con todo el efecto social que eso tiene, no es llegar y clausurar ya que ahí hay gente que no tienen otro lugar donde vivir” sostuvo Flores.

 

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