• Redescubriendo la historia
Los estudios de los más de 80 expertos que trabajan en el sitio podrán aportar nuevos antecedentes respecto de las épocas en que se desarrollaron las culturas Molle, Las Ánimas, Diaguita y Diaguita-Inca en la región, además de dar luces de aspectos desconocidos sobre sus costumbres y formas de vida

e verdad sobrecoge recorrer el lugar. Desde el suelo y a pocos metros de profundidad surge uno de los tesoros arqueológicos más importantes que se hayan descubierto en la región. El sitio El Olivar, ubicado en la salida norte de La Serena, con 35 hectáreas podría transformarse en el asentamiento humano más extenso descubierto hasta ahora sobre las culturas que habitaron la Región de Coquimbo. De la mano del exhaustivo trabajo de 30 arqueólogos y otros 50 expertos, emergen inhumaciones prehispánicas de alrededor del año 300 después de Cristo, pertenecientes a las culturas Molle, Las Ánimas, Diaguita y Diaguita-Inca.

Hoy se sabe de él pues quedó de manifiesto mientras se efectuaban los trabajos de construcción de la doble vía que unirá a La Serena con Vallenar, pero este no era un lugar que desconocieran los especialistas, ya en 1930 el arqueólogo Francisco Cornely había dado luces de su existencia. Marcos Biskupovic, arqueólogo del museo arqueológico regional, explica que incluso, la primera colección que fundó el museo municipal el año 1943, cuando se instala en el segundo piso del edificio consistorial, partió con 125 piezas que le compró en la época la municipalidad de La Serena a Cornely, que trabajaba de manera particular.

De hecho, advierte también el arqueólogo e historiador Gonzalo Ampuero, este sitio había sido excavado hace unos 10 años atrás incluso por profesionales del museo regional, pero “nunca había sido excavado de forma tan intensa y tan concisa como está ocurriendo ahora, porque cuentan con todos los medios que les da en este caso la empresa. Eso ha significado que lo que se vaya extrayendo obviamente va a enriquecer muchísimo lo que sabemos no solamente de los diaguitas, sino que del complejo las Ánimas que es anterior y también han encontrado elementos del complejo cultural Molle”, puntualiza.

Pese a que se trata de un área bastante extensa, el trabajo del grupo de profesionales se está concentrando en un radio de 380 por 50 metros, donde se han detectado 49 puntos, 11 de los cuales ya han sido excavados. En ellos, ya se han encontrado 70 cuerpos humanos, camélidos y una serie de elementos que podrían dar cuenta de la forma de vida de los pueblos precolombinos.

No obstante, agrega Ampuero, existen otros puntos que podrían ser de mucho interés. “Toda el área que está al borde del río, incluso donde se han construido poblaciones, es área arqueológica, incluso en el museo hemos hecho un salvataje de lo que se ha encontrado cuando se construían esas poblaciones y no se podían, en ese momento, detener las obras, porque durante la dictadura no se podía hacer uso de la ley”, precisa.

La dimensión del hallazgo

Paola González y Gabriel Cantarutti son los arqueólogos que han liderado las labores que se han hecho en El Olivar. Cuentan que en los 8 meses que llevan trabajando han identificado diversos aspectos. “Tenemos un componente importante funerario, es decir, un cementerio, pero además tenemos zonas habitacionales, conchales, fogones, pisos de habitación, inicio de estructuras habitacionales, áreas de actividad, como por ejemplo lugares donde fabricaron herramientas”, sostiene González.

Ambos coinciden en que las indagatorias que están desarrollando se transforman en una enorme oportunidad de llenar un vacío que tiene la prehistoria regional en cuanto a la vida cotidiana de los pueblos originarios. 

“Sabemos mucho de su cerámica, de su decoración, que siempre ha sido tan llamativa por la belleza, pero en esta oportunidad tenemos la opción de poder conocer lo cotidiano, la alimentación, los modos de producción. Además con esta enorme cantidad de evidencia funeraria, vamos a poder profundizar en la sociedad diaguita en general, o sea, la organización social, la jerarquía, tenemos un campo abierto”, enfatiza la arqueóloga que recalca que lo más valorable es que contarán con el financiamiento para hacer una enorme cantidad de análisis, como por ejemplo de ADN, isótopo, fechados radiocarbónicos “que realmente van a marcar un enorme avance en la historia regional”, dice.

“Esto es una gran oportunidad para mejorar la cronología, porque la prehistoria de la región tiene muy poco fechado. Nosotros hemos financiado 50 fechados radiocarbónicos que realmente nos van a dar una perspectiva mucho mejor para reescribir lo que conocemos como cierto en término de estos nuevos antecedentes”, especifica.

Cantarutti, por su parte, reconoce que este es el sitio arqueológico más grande de la región y en el cual están representados distintos aspectos de estas culturas. “Muchas veces, dentro de una perspectiva moderna, tendemos a pensar que los cementerios están ubicados en los exteriores de las ciudades. Acá los trabajos de arqueología y antropología nos ayudan a entender cómo se organizaban las sociedades en el pasado y ver que cuestiones que para nosotros son tan naturales como tener áreas de sepulturas apartadas de las áreas cotidianas, eso no ocurría en el pasado con las sociedades aborígenes. Aquí las sociedades originarias tenían a sus ancestros muy integrados en el marco de sus actividades cotidianas les rogaban, los tenían presentes, entonces, hay una cercanía espacial entre lo que son sus espacios de sepultura y los espacios en los que ellos vivían”, detalla.

Para contextualizarnos en las épocas, entre los hallazgos se ha encontrado una ocupación menor, más efímera, de la cultura Molle. “Lo que se conoce hasta ahora y yo creo que esta investigación va a mejorar esa cronología, es que existieron del 200 d.C al 600 d.C aproximadamente. Son las primeras culturas que conocen la agricultura, que saben cómo hacer cerámicas, son algroalfareras”, explica González. 

Después viene la cultura Ánima, que su cronología inicial, va de 750 d.C al 900 d.C pero también podría cambiar con los resultados de esta investigación. “Casi simultáneo con el fin de los Ánimas surgen los diaguitas que van del 900 d.C hasta la llegada del Inca que ocurre en 1470, cuando llega Topa Inca Yupanqui e incluye muy fuertemente en los diaguitas. Luego viene el periodo que es el Diaguita-Inca que termina con la llegada de Diego de Almagro en 1536”, precisa la arqueóloga. 

En el aspecto cotidiano, una de las cosas que destaca, por ejemplo, es que los diaguitas tenían una fuerte vocación marina. “Estamos encontrando huesos de jureles, de gran cantidad de moluscos, acá tenemos una información completísima de su dieta y tiene un énfasis marino muy importante”. 

Este sería un sitio estratégico, sostienen, pues está lleno de recursos “con la desembocadura del río muy cerca, el mar al lado y para las vidas de las culturas antiguas esto era muy importante”.

“Es muy probable que lo que encontramos acá exista en otros lugares, porque son 35 hectáreas, por eso hay que estar atentos. Afortunadamente aquí se pudo actuar a tiempo, antes de que se destruyera, pero muchas otras obras a veces ni siquiera se informan, entonces, toda esta área es un gran asentamiento prehispánico que va más allá de la cultura diaguita”, plantea la profesional.

El destino

El ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga, en compañía de la secretaria técnica del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), Ana Paz Cárdenas, llegaron hasta La Serena para poner en valor el lugar. El secretario de Estado anunció que la doble vía se pondrá en marcha pero indicó que los 500 metros que han sido resguardados hasta ahora continuarán en esa condición mientras se efectúe el retiro de los restos. 

Será en definitiva el CMN quien determine en qué momento los terrenos se podrán volver a intervenir. Cárdenas aseguró no se dará la autorización para construir en el lugar mientras no se culminen los trabajos que se requieren y especificó que se fijó un plazo hasta el mes de agosto para el retiro de las osamentas. No obstante, no descarta que este se pudiera extender dada la importancia de las labores. “Este hallazgo es de una magnitud cultural muy relevante para el país y creemos que es trascendente en nuestra historia”, precisó.

Cabe destacar que la intención del CMN es que todos estos restos sean trasladados hasta el museo arqueológico regional, pero ya surgen voces que plantean la idea de levantar un museo de sitio. El ministro Undurraga reconoce que es una posibilidad que se ha planteado y que “se va con esa inquietud”, no obstante, advierte que en el lugar que está en estudio lo que ha planteado el CMN “es que quieren excavar y sacarlos de ahí”. Sin embargo, dice que “son más de 20 hectáreas por lo que “es perfectamente posible pensar en una iniciativa como esta en el futuro en cualquier parte de estos terrenos”. 

De acuerdo a lo señalado por Marcos Biskupovic, este es un tema que no es fácil, pues deben definirse algunos aspectos importantes. Reconoce que ya ha habido conversaciones y que “hay un entendimiento que ya está bastante avanzado con la empresa Sacyr, que tiene muy buena disposición”. El experto indica que esto requerirá, por ejemplo, de una gran cantidad de espacio dentro del recinto, pues explica que hoy en día no se deben exponer materiales bioarqueológicos, como huesos en exhibición, pues prima un concepto de ética y de respeto, por ello se hacen réplicas. Tampoco el recinto puede recibir dinero. 

“Nosotros como institución lo único que podemos hacer es recibir infraestructura de inversión”, indica, lo que serviría, por ejemplo, para ampliar depósitos. “Por ahí yo creo que en algún momento se va a llegar a un entendimiento para que ese material llegue, de acuerdo a nuestros protocolos y queden en el respeto que ameritan tener al ser sacados de ahí”, puntualiza.

¿Es factible un museo de sitio?

La idea en principio parece alentadora. Crear un museo in situ que resguarde todo este testimonio histórico, sin embargo, a juicio de los especialistas, no sería un trabajo fácil de concretar.

En opinión de Gonzalo Ampuero, para pensar en una iniciativa como esta habría que ver primero qué porcentaje de esas hectáreas es de acceso público y cuales pertenecen a particulares y, agrega, lo más importante, es definir de dónde van a salir los fondos para estos trabajos “porque ese número de investigadores no lo van a hacer gratis, hay un costo ahí bastante alto, entonces, si se va a excavar en otros lugares, y yo sé exactamente en qué lugares fuera de la autopista están (otros restos), quién va a asumir, porque no van a tener siempre el apoyo de la empresa que existe ahora, porque está fuera de los terrenos que ellos manejan”, precisa.

“Los sitios están detectados, ya se sabe dónde habría que excavar, el tema es lo que significa el costo de un equipo y si acaso son terrenos particulares, obviamente, hay que entrar en conversaciones con ellos y ahí el Consejo de Monumentos Nacionales es el que tiene la palabra”, recalca.

Para Marcos Biskupovic, se trata de buenas iniciativas, pero considera que ya hay ejemplos en la zona de proyectos de este tipo que no han tenido el uso pertinente. “El domo de Coquimbo, por ejemplo, nació de una excavación que hicimos en 1981 con Gonzalo Ampuero, Gabriel Cobo, Gastón Castillo. El alcalde sugirió la idea del hacer un módulo pequeño que había primero, pero después se transformó en un lugar para guardar escobas y carretillas, porque los alcaldes no siempre mantienen la misma línea de su antecesor. Después nuevamente se reconstruyó pero no se le dio la dignidad cultural que debe tener”.

Dada la experiencia, dice, de concretarse una idea como esa debería ser muy bien estudiada. “Hay que tener ojo con los museos de sitio, porque nacen al alero del boom que se produce por estos hallazgos, pero después se dejan estar y llegamos a la realidad conocida. La idea es buena, pero tiene que ser sustentable en el tiempo. Se puede hacer, pero el problema, más que hacerlo, es recrear los cimientos para una sustentabilidad en el tiempo”, enfatiza.

Por el lado de las autoridades, el concejal Robinson Hernández también ha indicado que pretende levantar una propuesta en esta línea. “Hay que hablar con el MOP o el gobierno regional para resguardar este patrimonio único de nuestra ciudad”, afirma.

La discusión recién comienza y de no prosperar, estos vestigios se mantendrán en el lugar que han estado por cientos de años como un mudo testigo del desarrollo de la zona. Finalmente, es el sitio en el que ellos eligieron estar.

 

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