• Sobrecogidos por la emoción, los asistentes a la ceremonia en que se entregó al mar una ofrenda floral en recuerdo de las víctimas rinden su propio homenaje a la dolorosa partida.
  • Patricio Caldera, nieto del capitán del Itata, Julio Caldera Adaos, retratado en la imagen de la derecha, fue uno de los protagonistas de la ceremonia organizada en recuerdo de las víctimas. FOTOS el día.
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El Día
Los investigadores que hallaron sus restos a 200 metros de profundidad organizaron una ceremonia religiosa en recuerdo de las víctimas que fallecieron hace casi 100 años. En la actualidad, se abre un nuevo capítulo con las gestiones de reconocimiento al hecho.

Una ofrenda en altamar en recuerdo a las más de 500 víctimas que fallecieron en el hundimiento del vapor Itata en el año 1922 abrió un nuevo capítulo de esta historia que mezcla la tragedia y la arqueología submarina. Ahora, se inicia un nuevo viaje que incluye la realización de una película y el reconocimiento y difusión de un relato trágico y triste, que se mantuvo como leyenda en las caletas de la comuna de La Higuera y que hoy sale a flote.

La ceremonia religiosa fue oficiada por el padre Carlos Bolelli de la comuna de La Higuera y en ella participaron los investigadores que hallaron los restos del vapor, representantes de las víctimas y de la Sudamericana de Vapores, empresa que colaboró con recursos en la expedición de búsqueda. Todos a bordo de la Patrullera Caldera de la Armada, realizaron el recorrido que los instaló sobre el punto exacto, donde se produjo el hundimiento.

Uno de los protagonistas de la ceremonia organizada en recuerdo de las víctimas fue Patricio Caldera, nieto del capitán del Itata Julio Caldera Adaos. Caldera -quien reside en Valparaíso y viajó a Coquimbo especialmente para la actividad- contó que “desde muy pequeño, conocí la historia del Itata”. Aunque su padre falleció cuando era muy joven, él alcanzó a transmitirle que tenía un tío que había sido el capitán de navío hundido. Además, una tía -también ya fallecida - le dijo que su nombre, Julia, era en honor a su abuelo tío.

“Yo ahora estoy rescatando la historia familiar, analizando y estudiando y siguiendo algunas pistas”, añade.  En la actualidad, él estudia un magíster en Arte y Patrimonio, para el cual ésta desarrollando una tesis, consistente en la realización de una pintura de la tragedia del “Itata” que pretende donar al Museo Marítimo.

Cuenta una particular coincidencia: cuando se reunió con el director del Museo Marítimo para explicarle acerca de su proyecto no hubo mayor necesidad de contarle la historia del hundimiento. En primera plana de un diario nacional aparecía la noticia del hallazgo de los restos del Itata.

El año pasado, Patricio Caldera participó en el estreno del documental que relató la historia del hallazgo de los restos en el fondo del mar y luego en la primera función de la obra de teatro, que cuenta la historia del hundimiento en la voz de sus protagonistas. Ahora, en la primera ceremonia religiosa en recuerdo de las víctimas, reconoció que sintió la obligación de estar presente “Quería estar acá, sentir la emoción de estar en el lugar de los hechos y seguir la ruta que siguió el barco”, comenta.

El momento más emotivo ocurrió cuando los participantes lanzaron la ofrenda floral al mar. “Sentí un grado de conexión con las víctimas (...)  creo que de alguna forma nos agradecen porque no las hayamos olvidado”, dijo Caldera.

LOS DESCUBRIDORES

El hallazgo de los restos del vapor Itata fue posible gracias al trabajo que realizaron los investigadores Ricardo Bordones y Carlos Cortés, quienes contaron con el apoyo de una serie de instituciones como la Universidad Católica del Norte, la Armada, la ONG Oceana y de empresas privadas, como la Sudamericana de Vapores.

Ricardo Bordones organizó la ceremonia religiosa y admitió que con ésta “se cierra un ciclo que se inició hace muchos años atrás y que significó cinco años de búsqueda, que incluyó una acuciosa investigación y documentación”. Del mismo modo, este acto  abre otra etapa: “una de memoria, de reconocimiento y de puesta en valor de lo que significó la tragedia marítima”.

Según su investigación más de 500 personas, de las cuales más de 100 eran niños y niñas, se embarcaron en el Itata. “Se trataba de familias completas, muchas provenientes de los alrededores de Combarbalá o de Vicuña, quienes se dirigían al norte para trabajar en los yacimientos del salitre. Iban “enganchados” a cumplir un sueño que se trunca trágicamente”, recalca.

A su juicio, el hundimiento del Itata es parte de la historia marítima y social de Chile, ya que registra el cómo la sociedad se transformó, cómo las personas anhelaban mejores expectativas económicas y cómo cambió la industria del transporte de pasajeros a través del mar.

El investigador considera que el hallazgo de los restos del Itata es un hito que marca un antes y un después para lo que se conoce como la arqueología subacuática. “Ésta aún sigue en pañales en Chile, donde algunas empresas que han hecho descubrimientos, pero falta mucho que avanzar todavía”, precisó.

Acerca de cómo surgió la idea de ir en busca del Itata, Bordones contó que la génesis fue el relato de un periodista, quien hace una crónica del embarque, de las condiciones de la viaje y cómo las cientos de víctimas naufragan y son rescatadas por los pobladores de Los Choros. “Fue ese relato, en primera persona, el que nos dio algunas pistas. Con su historia  se reeditó un libro y golpeamos las primeras puertas en busca de apoyo”, acotó.

El hallazgo del Itata se logró gracias a una pista clave proporcionada capitán de un barco pesquero de Coquimbo, quien durante sus travesías marítimas halló el elemento perteneciente a la embarcación. “El capitán Oliver se nos acercó en el año 2017, y nos mostró el huinche (...)  ese dato nos dio un punto que no habíamos sondeado, y con esa información logramos en noviembre del año pasado y gracias al apoyo de la ONG Oceana -que facilitó un robot submarino- filmar el naufragio”, añadió.

Sobre el hallazgo, comentó que surgieron sentimientos encontrados.  “Tras los años de búsqueda, de sacrificio, de esfuerzo, hubo un poco de euforia, al llegar al punto del naufragio, también hubo un sentimiento de respeto, de confirmar que hubo una tragedia y que lo que estás encontrando no es una tesoro, es algo distinto (...) ver la gran cantidad de restos óseos, la cantidad de objetos, debido a que se encontraba en óptimas condiciones de conservación, debido a la profundidad, la ausencia de luz, la mínima de oxígeno, es impactante y sobrecogedor”.

En la actualidad, los investigadores están a la espera de una resolución del Consejo de Monumentos Nacionales para que los restos del vapor sean declarados patrimonio nacional. También en trámite  está una declaración de la Unesco y la elaboración de un plan de manejo arqueológico con la Universidad Católica del Norte, que adquirió un robot submarino.

“El naufragio tiene una gran cantidad de los restos de los pasajeros, como zapato, botellas, entre otros, los que pueden ser rescatados, pero siempre bajo una tutela especial del Consejo de Monumentos (..) se debe velar, además, que después quede bien conservado y a disposición de los habitantes de Los Choros, que nunca olvidó esta historia y siempre la conmemoró”, agregó.

Carlos Cortés también participó en el hallazgo del Itata. Como biólogo marino, se desempeña en la Universidad Católica del Norte, aunque ha incursionado en la realización audiovisual. Fue el encargado del documental que registró las distintas expediciones y en la actualidad está abocado a la realización de un guión de una película de ficción que recreará la historia del hundimiento del embarcación.

Ya tenemos el argumento y estamos buscando el financiamiento para poder hacer un trailer de la película y de ahí buscarlos los recursos para luego concretarla”, indica.

Consultado acerca de los plazos, cuenta que se espera que la película pueda estrenarse en el año el 2022 cuando se cumplan los 100 del hundimiento del Itata. “Esperamos poder tener en esa fecha el estreno  (...) Es un proyecto bastante ambicioso, pero si pudimos encontrar una aguja en un pajar, creo que es posible. Esta película va a depender de la voluntad y del financiamiento que podamos obtener. Ya tenemos la historia”, concluye.

COLABORACIÓN DE LA ARMADA

El gobernador marítimo, capitán de Fragata, Sigfrido Ramírez Braun, destacó a la expedición que encontró los restos del vapor hundido y al esfuerzo en conjunto entre distintos estamentos, privados y públicos, que concretaron el descubrimiento.

Para él, el hallazgo de los restos del navío ha permitido conocer un tramo que permanecía oculto de la historia marítima nacional y un nuevo patrimonio subacuático.

El oficial explicó que la Armada colaboró con la realización de expediciones con buques que tienen la capacidad oceanográfica de poder mapear el fondo submarino, apoyo que se inició hace ya varios años atrás con diferentes buques, y finalizó ayer martes con el apoyo del buque oceanográfico “Cabo de Hornos”, que finalmente hizo un “barrido”, un “mapeo” del fondo marino que nos permitirá obtener una imagen digital más clara del estado actual en que se encuentra el vapor Itata.

El naufragio se encuentra aproximadamente a 7 millas náuticas hacia weste de la localidad de caleta Cruz Grande y se halla a una profundidad de 200 metros.

La navegación desde Coquimbo son aproximadamente 25 millas.

OFRENDA FLORAL

En altamar, en medio de la neblina y con el silencio imponente del oceano, al mediodía del miércoles 20 de junio se realizó una romería y el lanzamiento de una ofrenda floral en recuerdo de las más de 500 víctimas del naufragio del Vapor Itata, ocurrido en agosto del 1922.

En Coquimbo, una delegación de representantes del gobierno y de la comunidad de La Higuera, además, de los dos líderes del hallazgo de los restos de la embarcación y un familiar directo del capitán del navío, se embarcó en la patrullera LSG Caldera de la Armada y recorrió las 25 millas náuticas que separan a este puerto con el sitio donde se desencadenó la tragedia hace casi un siglo.

Luego de una hora y media de navegación y sobre la cubierta, los participantes escucharon atentamente las palabras del párroco de La Higuera, Carlos Bolelli, quien recordó a las víctimas que fallecieron durante el naufragio, la mayor tragedia marítima civil en la historia de Chile. Minutos después, se realizó el lanzamiento de la ofrenda floral, momento de recogimiento y emoción para cada uno de los asistentes. 

 

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