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El Día
Aunque el fenómeno migratorio trae beneficios y representa un aporte a la diversidad cultural, expertos advierten que si no existen los mecanismos adecuados para abordarlo, aumentarán algunas problemáticas.

Jorge Espinoza es un joven chileno que trabaja en su tiempo libre como conductor. Durante un viaje por La Serena entablamos conversación y entre tantos temas llegamos a la situación de los migrantes.

“Es chistoso ver a un chileno ser racista”, me dice, contándome que, como nieto de un ecuatoriano, vivió en carne propia la discriminación cuando era niño por tener el cabello diferente y ser más moreno. 

“Todos en la familia de mi padrastro eran blancos, de cabello liso (…) Menos mal yo tenía mi mundo y no sufría tanto porque el racismo era terrible, pero me imagino que los extranjeros sufren lo mismo ahora y creo que la deben pasar mal, especialmente si hablan otro idioma”, comenta. 

Su percepción no es del todo errada. Romeo Gabaud, representante de la comunidad haitiana en la región, cuenta a El Día que si bien en este momento se encuentra estable al lograr un empleo en el Centro de Salud Familiar (Cesfam) de Tierras Blancas y con casi 5 años viviendo en el país, sus comienzos fueron complicados porque su primer trabajo en la zona fue como trabajador agrícola pese a ser abogado en su patria, y ganaba sueldo mínimo, sin recibir el pago por las horas extras que hacía.

“Creo que Chile es un gran país. Han llegado muchos inmigrantes porque ven oportunidades, pero la realidad es que los haitianos son muy discriminados. Se hacen esfuerzos con charlas en Extranjería, en la Seremi del Trabajo, en la Municipalidad de Coquimbo y eso lo agradecemos, pero por ejemplo la Junta de Vecinos del sector donde vivo nunca me han invitado, ni a ningún haitiano, a participar en las actividades o fiestas que se organizan y eso es un caso de discriminación muy fuerte”, apunta. 

La situación es más notoria ante la masiva llegada de extranjeros a Chile en los últimos años, especialmente con los que provienen de otras naciones de América Latina y el Caribe.  Inclusive, hace unas semanas se convocó a una manifestación nacional que se popularizó como la “marcha anti inmigrantes”, aunque los organizadores argumentaron que su protesta era “contra la política irresponsable del Estado chileno respecto a la migración”. 

Finalmente la actividad no se realizó, pues la Intendencia de Santiago rechazó la solicitud de permiso, ya que había transcendido el consejo para los asistentes de ir “armados”. Sin embargo, la intención de llevar a cabo esta marcha encendió nuevamente el debate social sobre la presencia de migrantes y la percepción que se tiene de ellos dependiendo del país de procedencia, color de piel y nivel educativo. 

El mapa migratorio

A lo largo de su historia, Chile ha recibido a grupos de inmigrantes europeos y latinoamericanos motivado a las guerras, crisis económicas, políticas o sociales de otros países. Además, hubo momentos en los que algunos fueron muy bien recibidos, como en el caso de los colonos italianos que llegaron el 20 de mayo de 1951 al puerto de Coquimbo.  Lo mismo sucedió con los ingleses muchos años antes, o de manera más reciente con inmigrantes españoles o argentinos. 

Entonces ¿qué es lo que sucede ahora? Cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) indican que en el año 2006 vivían 154.643 extranjeros en el país, mientras que en el 2015 pasaron a ser 465.319 personas, pero en diciembre de 2018 según las estimaciones hechas por el Gobierno, ya serían 1.251.225 migrantes, lo que representa un aumento del 168,8% en solo 3 años. Esto quiere decir que el número de extranjeros viviendo en Chile representa el 6,6% de la población a nivel nacional, una cifra inédita si se compara con olas migratorias del siglo XX u otras que tuvieron lugar en décadas pasadas.

En el caso de la región de Coquimbo y tomando como referencia los datos del Censo del Año 2017, se contabilizaron 14.741 personas que nacieron en otro país, lo que representa el 2% de la población total que es de 757.586, aunque se estima que esa cantidad debe haber aumentado.  

Rechazo asociado a la pobreza

El Día consultó a varios especialistas sobre los estudios que se han hecho respecto a la percepción que tiene el chileno hacia los inmigrantes, y en este sentido aparece el concepto de aporofobia, que es el miedo o rechazo al pobre.

“Muchas veces no se discrimina a la persona porque es de otro país, sino que es pobre o que están en mala condición”, asegura José Miguel Aguirre, sociólogo de la Universidad Central sede La Serena, quien es parte del equipo que adelanta el primer diagnóstico sobre los migrantes en la comuna capitalina.

“Como bien dice la socióloga María Emilia Tijoux, el chileno hace la distinción entre extranjero y migrante; El extranjero va a ser la persona proveniente de algún país europeo o norteamericano, o que tiene buena posición, pero el migrante tiene un estigma, es la persona que tiene una carga, que se viene arrancando de su país y llega a solicitar ayuda”, explica. 

¿Es el chileno racista?

Cuando le pregunté a Jorge Espinoza si considera que la sociedad chilena es racista, derechamente me dijo que sí y se pregunta cómo puede ser, si hay más de un millón de chilenos viviendo fuera del país. “Yo encuentro positivo que hayan migrantes porque Chile se está volviendo un país de viejos y necesitamos más jóvenes que sean la fuerza productiva del futuro”, acota. 

En la misma línea se expresa el sociólogo Nicolás Pérez, quien considera que la sociedad chilena sí es discriminatoria.

“Históricamente lo ha sido. La constitución del Estado ha sido clasista, racista, con una identidad blanqueada, con el realce de la españolidad, pero hoy todas esas estructuras han ido mutando. Aunque se han ido frenando estos procesos de discriminación, los chilenos se inclinan por la exclusión, no tan solo a los migrantes sino a la diversidad”, indica.

Por su parte, Pamela León, encargada de la Oficina de Migrantes y Diversidad de la Municipalidad de La Serena, señala que lo que hace falta es cultura y educación en el tema.

“A veces es difícil para un chileno porque el país no estaba preparado para recibir tanto migrante (…) aún existe gente y personas que estamos haciendo lo posible para que ellos se sientan bien acá, aunque siempre les decimos que como tienen derechos, también hay deberes por cumplir”, acota. 

Afirma que es importante demostrar valores como la empatía, el respeto y la tolerancia para poder aceptar a un migrante.  

“Cuando dicen que ellos nos vienen a quitar el trabajo esto no es así. Siempre podemos darle espacio a otros también y ayudarlos”, puntualizó. 

 

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