• El sacerdote científico cumple 60 años al servicio de la Iglesia Católica
    El sacerdote científico cumple 60 años al servicio de la Iglesia Católica

En el contexto de su aniversario, el párroco Juan Bautista Picetti nos cuenta parte de su historia y de su afición hacia las ciencias y la astronomía.

Con casi 85 años de edad, el Padre Juan Bautista Picetti, junto a la comunidad estudiantil del Seminario Conciliar de La Serena, está preparando lo que será la celebración de sus 60 años como sacerdote. El próximo sábado se realizará el evento que contará con la participación de la comunidad barnabita y de monseñor Manuel Donoso, entre otras figuras eclesiásticas.

Juan Bautista Picetti proviene del pueblo de Marengo, ubicado en la provincia de Bergamo en Italia. Desde muy pequeño se inició en la iglesia. Cuando tenía siete años ejercía como acólito. Cinco años después, el sacerdote de su comunidad lo escogió para invitarlo a formar parte del seminario donde se iniciaría en el sacerdocio. Realizó sus estudios en Roma y empezó su carrera como religioso en el año 1952, y al año siguiente ya estaba en nuestro país, para incorporarse en 1955 al Seminario Conciliar de La Serena. Con un gran interés en las ciencias y en lo relacionado con el Universo, desarrollando durante todos sus años en el colegio, un amplio laboratorio de ciencias que despierta el interés de los alumnos. Este afàn, en el año 2007 lo hizo merecedor del Premio de Física Michael Faraday, entregado por la Pontificia Universidad Católica de Chile con el objetivo de reconocer la dedicación a la enseñanza de la química y de la física en la educación media.

 

UNA DURA INFANCIA. Siendo el menor de siete hermanos, el sacerdote vivió una infancia marcada por la guerra, su padre falleció en la Primera Guerra Mundial y uno de sus hermanos mayores pereció en la Segunda.

En 1943 se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial, mientras Picetti se encontraba en el seminario al norte de Italia con otros 40 aspirantes a sacerdotes.

“En el invierno vivimos momentos muy complejos porque no había comida y hacía mucho frío, los sacerdotes de esa época nos hacían correr para abrigar el cuerpo, pero no se daban cuenta de que así perdíamos energía, además debíamos estar alertas a una bocina que había, que nos avisaba de algún posible ataque”, comenta el sacerdote Picetti, quien además explica que esa etapa fue muy dura por una parte, pero por otro lado me sirvió para darme cuenta de que este era el camino que quería seguir”.

 

Suscríbete a El Día y recibe a diario la información más importante

* campos requeridos

 

 

Contenido relacionado

- {{similar.created}}

No hay contenido relacionado

Cargando ...

 

 

 

 

 

 

 

 

Diario El Día

 

 

 

X