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Andrea Cantillanes
El testimonio de tres parejas de la región que se sometieron a tratamientos de reproducción asistida bajo distintas modalidades, deja entrever un proceso que más allá del dinero, se paga con tiempo, paciencia y una profunda carga emocional. En la zona se consolida un programa que facilita el acceso al tratamiento, pero se deben cumplir ciertos requisitos.

En los ojos de Marlen Campillay se refleja la esperanza. Esa que le brota por las nuevas vidas que trae en su vientre, que le hacen sentir un amor incomparable. A sus 39 años está disfrutando de ese sentimiento por ´los pirigüines´, como cariñosamente llama a sus bebés, aunque el camino para lograr ese sueño no siempre fue fácil de recorrer.

Marlen y su esposo Christian Álvarez intentaron agrandar su familia desde el año 2008 sin resultados positivos…hasta hace unos meses.

A causa de una infertilidad secundaria, la pareja no podía concebir. Ya tienen un hijo de 16 años del que sienten orgullosos y que dentro de poco será mayor de edad. Marlen no quería más hijos, pero el tiempo le hizo cambiar de opinión.

“Te vas dando cuenta que tu hijo sí necesita un hermano, que tu pareja sí necesita otro hijo y al mismo tiempo tú también vas adquiriendo de nuevo esas ganas de ser mamá. Fue en el año 2008 que comenzamos a intentar, pero no pasaba nada, hasta que en el año 2014 por medio de una amiga nos enteramos del programa de reproducción asistida del Hospital de La Serena. A ella le resultó todo bien así que dijimos ¿por qué no? Veamos a ver qué pasa”, explica.

Así, entraron a una lista de espera para optar al programa gratuito que se ejecuta en el hospital serenense para aquellos pacientes que tienen Fonasa. Marlen admite que el proceso fue largo y debido a la complejidad de su caso fueron derivados al hospital de Valparaíso, donde se le realizó una fertilización in vitro.

“Quedé embarazada a la primera transferencia y son dos varoncitos. La sorpresa fue enorme porque yo siempre fui dispuesta a  tener un bebé, pero llegaron dos”, comenta.

Para las parejas con dificultades para concebir, se convierte en una
gran victoria culminar con éxito el tratamiento de fertilidad

 

Marlen también rememora los temores que en algún momento la invadieron, y sostiene que cuando se sometió al tratamiento in vitro no tenía el 100% de las expectativas sobre los resultados.

“Es mejor así antes de frustrarte porque no resulta. Pero para mí y para mi familia es una felicidad enorme, es algo tan maravilloso e inexplicable de decirlo con palabras, porque es un proceso tan diferente…pero es el mismo amor a la vez, porque estos dos chiquititos vienen a llenar de alegría nuestro hogar”, manifiesta.

Así como Marlen y su esposo, hay cerca de 250 mil parejas chilenas que sufren de infertilidad, lo que corresponde al 14% de las parejas en edad fértil, según cifras del Ministerio de Salud.

Y la realidad a la que se enfrentan la mayoría de las parejas que tienen problemas para tener hijos es que deben pagar costosos programas de reproducción asistida o según sea el caso, esperar un cupo para tratamientos de fertilidad en recintos de salud públicos, que son pocos comparados con la demanda.

DEMOCRATIZAR LA OPORTUNIDAD

Desde el año 2009 la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce la infertilidad como una enfermedad del sistema reproductivo, lo que en teoría obliga a los sistemas de salud a darle cobertura. En aquel momento la infertilidad era considerada en Chile como una ‘condición’, y el acceso a los tratamientos muy escaso, destaca el médico Aníbal Scarella, director técnico del Centro de Reproducción Humana de la Universidad de Valparaíso.

Actualmente la infertilidad es calificada a nivel nacional como enfermedad, pero el sistema de salud no tiene del todo codificadas las prestaciones. El Fonasa da cobertura mediante parámetros específicos, mientras que las Isapres reembolsan una parte en caso de tratamiento de baja complejidad, pero si no se tienen seguros complementarios, no dan cobertura por operaciones asociadas o programas de fertilización in vitro.

A ese complejo proceso se enfrentaron Marta Santos y su esposo Víctor Muñóz cuando decidieron tener un bebé, pero no les resultó de manera natural.

“No encontraban una causa del por qué no podíamos tener bebés.  Fueron casi seis años de lucha en todo este proceso de dolor, de sufrimiento por el tratamiento, de gastar mucho dinero”, recuerda.

Después de someterse a cinco inseminaciones (de $300 mil cada una) que no resultaron y dos operaciones para conocer qué era lo que pasaba, se jugaron su última carta con un tratamiento de fertilización in vitro que costearon por sus propios medios a pesar de tener Isapre.

Además del precio del tratamiento ($4,4 millones), tuvieron que trasladarse hasta Santiago, pues las fertilizaciones in vitro no se realizan en la zona, lo que hace más espinoso el asunto para las parejas que viven en regiones.

“Para nosotros igual fue un esfuerzo acceder a este tratamiento ya que soy profesora y mi esposo es profesor en una universidad pública. Somos profesionales, pero una familia de esfuerzo. El tema del alojamiento en Santiago no fue un gasto adicional ya que toda nuestra familia vive allá y eso nos facilitó las cosas, pero hay mucha gente que no tiene esa ventaja”, precisa.

Marta es franca en señalar que en Chile los procedimientos de fertilización asistida son muy caros. “Seguramente en otros países también es así, pero acá la única opción que uno ve es pagarlo de manera particular”, dice.

También reveló que como pareja se sintieron un poco desvalidos, ya que son pocas las personas que pueden dar consejos o entender por lo que se está pasando.

“Menos mal que nosotros teníamos los recursos para poder hacerlo pero en este camino conoces mucha gente, muchas realidades y te das cuenta que no todos tienen esa posibilidad. Es triste saber que hay gente que no va a poder acceder y tampoco hay un apoyo en eso, porque son pocos los cupos que existen en Fonasa para hacerse el tratamiento, y si tienes Isapre la única opción que tienes es pagarlo”, sostiene.

El esfuerzo tuvo su recompensa. Para felicidad de la pareja, el tratamiento resultó todo un éxito y actualmente Marta de 35 años de edad, tiene ocho meses de embarazo y espera una niña.

Marta y víctor esperan su primera hija. Cedida

 

“Además del tema emocional hay un tema de desgaste físico porque el tratamiento es largo. Pero finalmente saber que estás embarazada es lo más maravilloso que puede ocurrir. En el fondo, si uno está fortalecido con la pareja se puede contra todo. El tema económico es un factor importante a considerar, pero si uno tiene los recursos o puede postular a estos cupos que dan en los hospitales sí resulta. Cuando uno tiene un sueño sí se puede”, expresa.

LABRAR EL CAMINO

En el año 2010 el Centro de Reproducción Humana de Valparaíso, en coordinación con el hospital Carlos van Buren, el Servicio de Salud y el Fonasa, dieron marcha a un proyecto piloto destinado a pacientes del sistema público de salud, entregando acceso a técnicas reproductivas de baja complejidad.

“Los buenos resultados exhibidos en el Centro de Reproducción Humana de Valparaíso, con 70 ciclos de inseminaciones y logrando una tasa acumulativa de embarazo de un 25%, motivaron a extender este programa a otros puntos del país, replicando el trabajo hecho en nuestra unidad”, apunta el médico Aníbal Scarella.

Uno de esos centros de salud fue el Hospital San Juan de Dios de La Serena.

Allí comenzó a funcionar el policlínico de infertilidad a finales del 2013. A partir de ese momento, ha sido largo el recorrido para llegar hasta lo que actualmente es: Un policlínico de medicina reproductiva que además es centro de referencia regional.

Al ampliarlo, también se incluyeron pacientes con otro tipo de patologías, quienes estaban en una larga lista de espera para consulta médica por síndromes como ovarios poliquísticos, amenorrea (ausencia de menstruación), endometriosis, malformación de genitales o endocrinopatías reproductivas.

Aparte de atender a la población de la capital regional, todas las parejas de la región con el diagnóstico de infertilidad son derivadas al policlínico para hacerles estudios, diagnóstico y manejo del caso.

Javier Escalona, subespecialista de infertilidad y encargado del policlínico, reconoce que el comienzo fue difícil.

En los inicios del programa, Escalona trabajaba junto con la matrona del policlínico de ginecología, pero en realidad esa no era su labor. Fue en el año 2016 que el hospital aprobó una matrona exclusiva para el área, siendo Camila Morgado la seleccionada.

“La matrona de fertilidad es fundamental. Es la que tiene el primer contacto con los pacientes, la que coordina los ciclos, y la que realiza muchas veces los procedimientos, así que fue un gran cambio”, asegura el médico.

Javier Escalona y la matrona Camila Morgado son parte del equipo el policlínico.

 

Las ganas de crecer no se quedan atrás. El equipo del policlínico quiere hacer todo el tratamiento de baja complejidad en el hospital, lo que implica la preparación de la muestra espermática en el mismo centro de salud, y no en un laboratorio externo. También se está gestionando la contratación de una psicóloga que respalde a las parejas durante el proceso, así como el apoyo de una nutricionista.

En ese contexto, la matrona Camila Morgado comenta que es necesario más apoyo porque normalmente los pacientes tienen una carga emocional previa, llegan con problemas de pareja o ya han pasado por otros médicos sin resultados positivos.

“Muchos llegan con las expectativas muy altas, pero se van dando cuenta que el proceso igual es largo. La lista de espera corre lentamente, los cupos (para tratamientos de alta complejidad) a veces nos cuesta gestionarlos, así que tratamos de darles todo el apoyo, y si no resulta los derivamos a tratamiento psicológico. Tratamos de generar un vínculo para que no se sientan solos”, añade.

EN CIFRAS

  • De las 34 parejas que siguieron el tratamiento de baja complejidad durante el 2016 en el hospital de La Serena, 4 lograron concebir. Una cifra que corresponde a un porcentaje óptimo (14%), y se adecua al promedio de casos de éxito a nivel nacional, según Edgardo González, director del recinto de Salud.
  • Los casos de éxito con el tratamiento de alta complejidad bordean el 50%, de acuerdo a la cifra entregada por el médico Javier Escalona.

CRITERIOS DE SELECCIÓN

Al igual que en otros centros de salud, existen algunos criterios a considerar durante la selección de las parejas que serán beneficiadas con el tratamiento de infertilidad en el Hospital de La Serena.

Por una parte, se toman en cuenta criterios médicos que determinarán si conviene el tratamiento de baja o de alta complejidad. Esto depende de la causa de infertilidad y del diagnóstico de cada caso, explica Javier Escalona.

¿Existen limitaciones médicas? El especialista señala que aunque no hay un tope, la edad de la paciente es un factor significativo.

“En pacientes sobre los 40 años la posibilidad de lograr embarazos con estos tratamientos baja en forma considerable. El tratamiento sí se puede hacer, pero uno tiene que dejar claro que la posibilidad es baja”, manifiesta.

En tanto, los criterios administrativos para optar al tratamiento son a juicio del subespecialista, los más importantes, ya que los pacientes deben cotizar en Fonasa, “y se habla de la pareja, porque si ella es Fonasa pero él es Isapre no le podemos ofrecer el tratamiento”.

Marlen Campillay asiste a control en el Hospital de La Serena.

 

Este programa fue incluido como una prestación valorada de Fonasa. Es de acceso universal para todos los pacientes del sistema público y es gratuito para los tramos A y B, mientras que para los tramos C y D se bonifica el 90% y 80% de la atención, de acuerdo a la modalidad de copago vigente.

Desde que se estableció el programa en el hospital de La Serena, se han realizado más de 130 ciclos de inseminación intrauterina. Cada pareja puede optar a 3 ciclos y actualmente no hay parejas en lista de espera.

En cambio, para las parejas que requieren tratamientos de alta complejidad hay 15 cupos anuales disponibles. Por el momento hay 39 parejas en lista de espera.

“Antes las parejas eran derivadas a Santiago para tratamientos de alta complejidad, pero desde el año pasado nos destinaron como centro de referencia el hospital de Valparaíso”, aclara Escalona.

Esta última opción surge como parte del proyecto que en 2015 se ejecutó entre la Universidad de Valparaíso y el Gobierno de dicha región, para crear el primer centro de reproducción que ofrece este tipo de tratamientos de alta complejidad a menor costo.

Hasta ahora, en el centro han sido tratadas más de 200 parejas de todo el país, sin embargo la demanda es mucho mayor.

En contraste, el precio de este tratamiento a nivel privado dependerá de dónde se realice y los fármacos que se utilicen.

El tratamiento de baja complejidad varía desde los 200 a 300 mil pesos por cada ciclo, mientras que el de alta complejidad tiene un valor mínimo de 4 millones de pesos, según los precios que maneja el médico Javier Escalona, quien además de trabajar en el hospital de La Serena, presta servicios en el Instituto de Investigaciones Materno Infantil (Idimi), de Santiago.

EL DERECHO A SER PADRES

Pamela Vásquez y Rodrigo Gutiérrez están juntos desde el 2010. Cuatro años después les invadió la ilusión de tener un hijo, pero pronto se vio empañada al tener que recurrir a un especialista porque Pamela no quedaba embarazada.

Supieron entonces que ella tenía endometriosis, por lo que comenzaron a estudiar opciones. Primero se sometió a un tratamiento con pastillas, pero no funcionó.

“El especialista en ginecología nos derivó al doctor Javier escalona que es subespecialista en infertilidad. Primero nos atendió en consulta particular y nos recomendó el tratamiento de inseminación. Me hice la primera, pero no resultó, así que nos dijo que en el Hospital de La Serena existía un programa que era piloto en ese entonces, que nos inscribiéramos y lo intentáramos por ese medio”, menciona Vásquez.

Después de realizar todos los trámites de inscripción y de hacerse los exámenes, en octubre de 2014 tuvo lugar la segunda inseminación.

En 2015, con 36 años, Pamela y Rodrigo le dieron la bienvenida a Valentina, quien acaba de cumplir dos años.

Rodrigo y Pamela piensan en un futuro darle un hermanito a Valentina

“Ser padres es un derecho humano y todos deberían tener la opción. Que por ´lucas´ la gente no pueda hacerlo me parece injusto”, expresa Rodrigo.

También reconocen que como el problema fue de baja complejidad, pudieron solucionar y tener a su hija en un proceso que duró menos de un año. Pero se solidarizan con las parejas que no les queda más opción que recurrir a tratamientos de alta complejidad y que por no cumplir con el perfil que exige Fonasa, deben pagar un tratamiento que además de ser costoso es desgastante a nivel emocional.

Finalmente, Pamela celebra que el sistema implementado en el Hospital de La Serena esté creciendo poco a poco, y que de ser un plan piloto se haya convertido en un plan estable para las parejas de la región.

“Debieran ser mucho más los cupos, pero yo creo que la clave está en informarse y consultar con los médicos las opciones existentes, de esa forma pueden hacer realidad esto que es más que todo es un derecho, que debe ser tomado en cuenta por el Estado”. 6101IR

Para la pareja, el acceso a este tipo de tratamientos debería ser un derecho.

LOS GRANDES RESPONSABLES:

La infertilidad es una enfermedad que tiene implicancias psicológicas, económicas, demográficas y médicas. Según la OMS, se sufre de infertilidad cuando no se puede concebir después de 12 meses de relaciones sexuales no protegidas

La infertilidad se clasifica como primaria si la mujer nunca ha logrado un embarazo, y como secundaria si ya tuvo un parto, cesárea, un aborto o un embarazo ectópico.

El médico Aníbal Scarella, de la Clínica de Reproducción Humana de Valparaíso, habla sobre lo que él denomina los “cuatro enemigos públicos”, que influyen directamente en el incremento de la infertilidad desde una perspectiva médica:

- La edad: “Las posibilidades de concebir son inversamente proporcionales a la edad de la mujer”, asevera Scarella, refiriéndose así a que la fertilidad declina en forma progresiva e irreversible con el transcurso de los años.“Por ejemplo, una mujer de 35 años tiene 50% de las posibilidades de tener un niño sano frente a una de 25 años”, asegura.

- Las Infecciones de transmisión sexual (ITS): Este tipo de padecimientos tienen un alto impacto en la salud reproductiva.“La mayoría de las ITS cursan en forma asintomática afectando el transporte de gametos y embriones por el tracto reproductivo”, especifica el médico.

- Obesidad: Un problema de salud creciente que afecta de manera directa la capacidad de concebir, pues se ha determinado que el  “incremento patológico de grasa corporal repercute en forma importante en diversos aspectos del aparato reproductivo femenino”, explica Scarella.

- Tóxicos: En esta categoría entran factores como el tabaquismo, estrés, contaminación ambiental. Éstos repercuten negativamente en la fertilidad de los personas.

TRATAMIENTOS DE INFERTILIDAD:

“El enfoque de los tratamientos debe ser individualizado para cada pareja”, afirma el médico Aníbal Scarella. 

Normalmente se comienza con tratamientos que consumen pocos recursos como cambios en el estilo de vida que contemplan hábito en la alimentación o regularizar la frecuencia coital. Si no hay respuesta con este método, el especialista determinará si la pareja debe ser manejada con tratamientos de baja y alta complejidad.

Las técnicas de baja complejidad (BC) comprenden el coito dirigido y la inseminación intrauterina. Estas últimas pueden complementarse con estimulación de la ovulación”, comenta el médico.

En tanto, las técnicas de alta complejidad (AC) abarcan la manipulación in-vitro de los gametos masculino, femenino, o de los embriones. Las más comunes son la fertilización in vitro (FIV) y la inyección intracitoplasmática de espermios (ICSI). 

“En ambas técnicas los ovarios son artificialmente estimulados para obtener la maduración de uno o más ovocitos, que posteriormente son aspirados bajo anestesia. En el laboratorio, éstos son fertilizados con los espermios en forma artificial, tras lo cual uno o más embriones se transfieren a la cavidad uterina”, precisa Scarella.

 

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