• Según la ley 20.413 del año 2010, toda persona mayor de 18 años es considerada como donante de sus órganos una vez fallecida. Quien no quiera, debe dejar una constancia escrita y notariada.
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Durante este año se ha hecho efectiva una sola procuración frente a nueve potenciales donantes en la zona, por lo que el llamado es a conversar el tema con el entorno cercano y sensibilizar ante la posibilidad de ayudar a otros.

El lamento de una familia de Temuco que no pudo donar los órganos de Joaquín Bustos por problemas logísticos en los que están involucrados el Ministerio de Salud y la Fuerza Aérea (FACh) ha causado revuelo nacional, y hasta el momento no se conocen las verdaderas razones que hicieron que no se cumpliera con el traslado hasta la Región Metropolitana del corazón, páncreas, hígado y pulmones del joven de 27 años. Solo sus riñones fueron recuperados, porque los médicos del recinto donde se encontraba estaban capacitados para realizar el procedimiento.

Una situación que coloca sobre la mesa un tema sensible, envuelto entre el dolor por la pérdida de un ser querido y la oportunidad de vida para aquellos que guardan la esperanza de conseguir un órgano compatible. 

Mientras que a nivel nacional hay 2.006 pacientes en lista de espera por un órgano, en la región son 90. Sin embargo, la cifra local de quienes se están haciendo exámenes para evaluar si entran o no a este mismo registro es de 280, es decir, más del triple. 

Los datos, entregados a El Día por el Servicio de Salud Coquimbo, muestran que la necesidad de tener disponibilidad de órganos es grande, pero los números no son alentadores. Una de las razones que influye en este escenario sería la negativa de los familiares, pese a que el paciente en vida haya expresado su intención de ser donante. También pasa, pero en menor proporción, que potenciales donantes se negaron cuando aún estaban vivos.

Es por ello que las autoridades de salud se encuentran preocupadas y en la búsqueda de estrategias para motivar a los ciudadanos a que manifiesten su voluntad de ser donantes y sobre todo a conversar el tema previamente con su familia, para de esta manera ayudar a salvar otras vidas.

Las dificultades del proceso  

De acuerdo a los datos publicados por en el sitio web Yo Dono Vida del Ministerio de Salud, este año el número de donantes fallecidos es de 85 en todo el todo territorio nacional, -75 de centros públicos y 10 de recintos privados-. En el 2018 fueron 119, y en el 2017 el registro alcalzó los 173, el record de los últimos 14 años.

El contexto regional en cuanto a la donación de órganos es complicado y en los últimos dos años la baja ha sido crítica, pues en el 2017 hubo seis donantes, en 2018 dos.

Claudio Arriagada, director del Servicio de Salud Coquimbo, detalla que este año han sido nueve los pacientes calificados como potenciales donantes, pero de esos solo a uno se le pudo realizar el procuramiento. El caso se hizo público pues fue Tania Morgado de 21 años, la víctima fatal de un procedimiento en que Carabineros disparó a un vehículo en fuga en la comuna de Andacollo el pasado enero, quien habría manifestado en vida su voluntad de donar y sus padres decidieron cumplir con ese deseo, por lo que cuatro personas se vieron beneficiadas.

¿Qué pasó con el resto? Tres manifestaron sus negativas en vida, uno resultó contraindicado para el procedimiento y de los otros cuatro se desistió ante las negativas familiares. Eso significa que el paciente había decidido donar sus órganos en vida, pero sus seres queridos no lo aprobaron después del fallecimiento.

“En ese sentido nosotros queremos sensibilizar a las familias para que en definitiva respeten la voluntad de la persona que fallece y que está en condiciones de poder donar”, agrega el vocero.

Lo mismo opina Daniela Fontealba, enfermera coordinadora de la Unidad de Procuramiento en el Hospital San Pablo.

“A nivel nacional estamos muy al debe, pero a nivel regional es aún peor, porque solo hemos hecho un procuramiento en lo que va de 2019, el año pasado tuvimos dos y en 2017 hicimos seis. Esto no es porque no tengamos oportunidades, sino porque generalmente la familia se niega, nos dicen que  se quieren llevar el cuerpo completo o que no quieren esperar tanto rato”, comenta.

Si bien Fontealba entiende el triste momento por el que pasan los allegados del paciente fallecido, que usualmente pasó varios días hospitalizado bajo observación de un equipo médico “que ha hecho todo el esfuerzo por salvarle”, en ocasiones no hay nada más que hacer, la persona fallece y podría ser un potencial donante.

No todos califican  

No obstante, la profesional aclara que a nivel mundial solo el 2% de todas las personas que mueren podrían ser donantes de órganos, y en Chile debe ser alguien con muerte encefálica o de criterio neurológico, lo cual está asociado a un daño severo en el cerebro.

Esto se presenta en casos de Accidente Cerebro Vascular (ACV), traumatismo encéfalo craneano o personas que tengan tumores a nivel cerebral, según explica Fontealba.

Es por ello que la donación representa un gran desafío, ya que dentro de ese porcentaje también existe negación, al no estar muy informados, sentir desconfianza hacia el sistema de salud o creer en los mitos acerca del proceso.

“(…) El ISP tiene laboratorios para evaluar la compatibilidad del donante con el receptor, un método muy específico y especializado. Además en el registro se encuentran pacientes que realmente necesitan los órganos y están en prioridad nacional”, apunta.

Un programa mayormente centralizado  

En la región funciona la Unidad de Procuramiento de órganos con base en el Hospital de Coquimbo, pero no hay especialistas que puedan realizar el procedimiento y cuando hay un potencial donante, un equipo de expertos viaja desde Santiago en un avión para hacer la extracción. De ahí, se trasladan al hospital o clínica que tenga las condiciones para trasplantar, los que normalmente se encuentran en la capital.

Antes, desde la unidad regional deben notificar a la Oficina de Procuramiento de Órganos del Ministerio de Salud para que se activen estos equipos médicos a cargo de la extracción, lo que demuestra que el trámite está actualmente muy centralizado.

Claudio Arriagada señala que en el corto y mediano plazo se espera fortalecer este servicio y para ello se tiene contemplada la contratación de una enfermera encargada de procuramiento en el nuevo Hospital de Ovalle. El Hospital de La Serena en tanto mantendrá la coordinación con el equipo de Coquimbo.

Otros planes más ambiciosos abarcan el inicio del trasplante de córnea este año, y para el 2020 acreditar a alguno de los hospitales de la zona en trasplante de riñón, informa Arriagada.

“(…) De esta manera nuestra región va a ser beneficiada, porque si nosotros logramos procurar dos riñones de un paciente, uno de ellos inmediatamente queda para lista de espera regional y el otro se va a lista de espera nacional”, acota. 

Una segunda oportunidad

Rolando Silva, 43 años

Trasplante de Hígado

A sus 30 años, siendo una persona completamente sana y con una vida activa, Rolando Silva comenzó a sentirse muy cansado.  Tras una serie de exámenes, los médicos descubrieron que tenía hepatitis C desde hace años, lo que le generó una cirrosis avanzada y solo el 20% de su hígado funcionaba. Con una expectativa de vida de tres o cuatro años como máximo, la única opción era el trasplante.

Tuvo que esperar cerca de dos años. Después de un control de rutina en la capital y cuando ya venía de vuelta a La Serena en el bus, su doctor lo llamó para avisarle que había una posibilidad de trasplantar y que tenía que estar en Santiago lo antes posible.

“Mi órgano lo procuraron del Hospital Las Higueras de Talcahuano, entonces mientras yo viajaba los órganos también iban a Santiago y una vez que el médico lo ve es cuando determina si es el adecuado o no. Tuve mucha suerte, porque al primer llamado la compatibilidad salió positiva”, relata a El Día.

Pero el caso de Rolando fue muy complejo. Luego de la operación pasó más de cuatro meses hospitalizado por una serie de complicaciones debido a su deteriorado estado de salud producto de la cirrosis, sin embargo, pudo superar esta difícil etapa y regresar a La Serena a completar su recuperación.

Entonces comenzó su renacer a través del deporte. De caminar y trotar por la Avenida del Mar, pasó a participar en corridas de dos o tres kilómetros en la región, luego en competencias nacionales y ahora lo hace a nivel internacional.

 “(…) La primera vez que fui invitado por la Corporación de Trasplantes a una campaña de donación quedé en tercer lugar y a partir de ahí me decidí a entrenar. Iba a todas las corridas que hacían en el país y empecé a correr muchísimo (…) Después como tres años, decidí participar en la Maratón de Santiago a la que ya he ido como 7 veces en las categorías de 10 y 21 kilómetros. Lo bueno es que para las últimas ediciones mi equipo médico, desde el cirujano que hizo el trasplante, el patólogo y las enfermeras se han unido a la maratón”, comenta.

 

Monserrat Araya, 10 años

Trasplante de riñón

Desde que tenía un año y siete meses, a Monserrat Araya le detectaron una falla renal debido a la presencia de calcio y aunque fue creciendo con esta patología, en el 2016 tuvo que comenzar con diálisis. La niña, quien está al cuidado su abuela paterna Belinda Alfaro desde ese mismo año tras la muerte de su mamá por cáncer, esperó en lista 22 meses por un nuevo órgano.

“(…) Antes del trasplante a Monse se le hacía diálisis de peritoneo que requiere de un procedimiento muy higiénico (…)  uno como familia tiene que ser absolutamente responsable porque si no se corren demasiados riesgos. Estuvo así desde enero de 2016 hasta octubre de 2017 y afortunadamente siempre la vimos bien, no como muchas familias que ven a su ser querido apangándose”, explica Belinda.

Aún así, siempre estaban pendientes por si aparecía algún órgano. “Nosotros tuvimos una tentativa, pero finalmente el riñón fue para un niñito de Andacollo, ya que primero hay que ver que éste sea compatible y que llegue a tiempo para que se pueda conservar”.

La recuperación de la niña fue bastante rápida y ni siquiera perdió clase. Ahora, su calidad de vida mejoró grandemente.

La misma Monserrat lo confirma. “Mi vida siempre ha sido normal con o sin el riñón pero ahora sé que tengo una nueva vida. Yo hago un llamado a los padres, a los ciudadanos para que no esperen a que les pase para tomar conciencia,  lo mejor es donar antes que les pase y así ayudar a otros”.

 

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