• Los malos hábitos alimenticios empiezan en casa y se hacen permanentes a lo largo de la vida, ya sea por razones genéticas o por consecuencia de cuestiones culturales.
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Las cifras entregadas por el programa “Elige Vivir Sano” dan cuenta de una peligrosa prevalencia que se nota incluso en menores de ocho años. Esta tendencia se mantiene durante toda su adolescencia y se relaciona con hábitos que se han hecho mucho más constantes durante la emergencia sanitaria que ha marcado el 2020.

Según el informe “Radiografía de la Obesidad Infantil” de enero de este año, dado a conocer por el Programa “Elige Vivir Sano” del Ministerio de Desarrollo Social y Familia, desde muy temprana edad se empiezan a notar los problemas de sobrepeso y obesidad en nuestra población. De hecho, según este mismo reporte -fechado a enero de 2020-,  en la Región de Coquimbo los menores de 6 años con obesidad llegaron al 11,2%, valor que a nivel nacional promedia en 11,5%.

En relación a la prevalencia de obesidad y sobrepeso en Primero Básico, se llega a un 50,4%. En escolares de Primer Año Medio, se llega al 44,6%, lo que preocupa a expertos en la materia, porque estos datos fueron previos a la pandemia, por lo que se asoma un fuerte incremento en un próximo informe.

Malos antecedentes

La nutricionista Luciana Rodríguez, en conversación con El Día, señaló que “de acuerdo al mapa que entregó Junaeb a fines del año pasado, los menores entre Kinder y Primer Medio llegan a un porcentaje de 52% de malnutrición por exceso; es decir, sobrepeso u obesidad severa.  Lamentablemente, se pronostica que puedan ir en alza, sobre todo considerando la pandemia que se vivió durante este año”, subrayó.

En definitiva, esta profesional señala que aunque se ha especializado en la atención a adultos, durante 2020 ha debido recibir un número importante de menores de edad, “los niños que me han llevado ya padecen obesidad con sobrepesos superiores a los 20 kilos entre los 8 ó 9 años. No se trata de un cierto exceso, sino de obesidades severas”, indicó la profesional.

El ambiente es clave

Para la destacada nutricionista, el contexto familiar es muy importante y determina las conductas alimenticias de los menores. “Cuando una familia toma la decisión de normalizar hábitos, el cambio que se produce es muy significativo. Por consecuencia, es claro que si los niños están con sobrepeso, lo más seguro es que los padres también lo estén. Los excesos se hacen habituales”, argumentó Rodríguez.

Asimismo, también es muy importante el cuidado que el bebé recibe en el vientre materno. “Si la mamá no se prepara, con su entorno y con su alimentación, es muy probable que vivan un embarazo con exceso de peso, lo que se transmite a los niños.  Y al nacer ya se les presenta este ambiente, donde hay mucho dulcesy sedentarismo. Por tanto, mezclado ese aspecto con condiciones genéticas, lo complica mucho más”, acotó.

La profesional es clara e indica que no se trata tan sólo de una cuestión estética. “Las personas con obesidad pueden sufrir mortalidad y discapacidad prematura cuando sean adultos. Y a su vez, pueden sufrir enfermedades no transmisibles como son la diabetes, la hipertensión y ciertos tipos de cáncer que se ven en personas muy jóvenes. Incluso, me ha tocado conocer de casos de resistencia a la insulina entre los 28 y 35 años. Por eso, es tan importante comenzar a prevenir desde muy temprana edad y crear hábitos saludables para así asegurar una mejor calidad de vida”, subrayó.

Otras complicaciones

La profesional también hizo frente a otros daños fisiológicos que en décadas atrás eran impensados. Por ejemplo, ya es posible encontrar casos de hígado graso en niños de 10 años. “Son patologías que vemos en adultos o adultos mayores, lo que no deberíamos encontrar en menores de edad. En eso también tiene una gran influencia el contexto escolar. En algunos colegios han sacado de la malla Educación Física, retan a los niños cuando se paran, no los dejan jurar a la pelota porque pueden botar algo. Por ende, creo que los adultos hemos condicionado todo para eso, facilitándoles teléfonos celulares, tablets y video juegos, quizás por la falta de tiempo para compartir con ellos, pero me parece que es una mala señal normalizar esas conductas. Por eso los niños son tan sedentarios”, subrayó Rodríguez.

Según la profesional, el problema es que no existe una cultura deportiva que caracterice al país, a diferencia de lo que pasa en naciones como Brasil, donde se favorece que las playas sean un buen lugar para la práctica del fútbol, situación que no es tendencia en Chile y que se ha hecho mucho menos patente durante la extensa pandemia.

“En nuestro país, cierran las canchas para contruir edificios. El ejemplo más claro es lo que pasó con el Cendyr y la pista de Dirt Jump. Incluso, si uno pone atención, se da cuenta que hasta las ciclovías no están terminadas. Es una burla en realidad. Lo importante es que entendamos que la actividad física es tan importante como comer o descansar. Sólo así se puede garantizar  la calidad de vida adulta a largo plazo”, concluyó.

 

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