Apoyo, contención, formación y compañía, esos son los pilares fundamentales de la intervención que realiza la Fundación Para la Infancia de Coquimbo en la comunidad gitana de del sector Las Tres Villas, en Pan de Azúcar.
Respondiendo a las necesidades de los niños y niñas de la etnia romane, se implementó un sistema de escuela informal, para 14 niños, niñas y adolescentes, programa que se complementó con iniciativas de apoyo social, económico, alimenticio y de resguardo a las indicaciones de los protocolos sanitarios derivados de la pandemia.
Si bien, se han realizado mesas de trabajo -de las cuales han sido parte instituciones como Sename, la Oficina de Protección de derechos infanto-juveniles y la Defensoría de la Niñez-, la Fundación Para la Infancia decidió ir más allá y trabajar desde el interior de los campamentos, para conocer la realidad de esta etnia y su cultura.
Así lo explica, Gloria Mieres Varela, directora de la fundación. “Realizamos un trabajo dentro del mismo campamento, estableciendo lazos de comunicación y logrando el respeto que tenemos que tener con ellos, especialmente por su cultura. Tenemos los mismos derechos y desde ahí establecemos condiciones para que estos se respeten, especialmente en niños y niñas, porque son universales, también normas de crianzas para las mujeres gitanas que están en cinta, y otras con bebés. El solo hecho de llegar a conversar con ellos en un plano de respeto y dialogo son dispositivos esenciales para llegar a una conexión desde el corazón con ellos”.
La iniciativa surgió cuando desde la fundación visualizaron las necesidades que existían en los campamentos en plena pandemia y apareció la intención de ayudar. Sin embargo, Mieres relata que no fue fácil, ni inmediato.
“Primero generamos vínculos con la matriarca del campamento, que nos permitió ayudarlos, conversar con ellos. Luego de meses de trabajo con ellos, donde se forjó la confianza, pudimos conocer a los niños, sus padres y su cultura, respetando así sus creencias”, indicó. Al mismo tiempo, se logró establecer con la delegación rural del Municipio de Coquimbo, un trabajo pro infancia, incluyendo en sus objetivos a la etnia romane.
Gracias a este proceso, donde primaron la confianza y el entendimiento, surgió la escuela gitana, por solicitud de los mismos niños, quienes solicitaron aprender a leer y escribir, siendo este el principal objetivo de los educadores, quienes son integrantes de la misma institución.
“Nosotros queremos aprender a leer y escribir y eso han hecho las tías, además también aprendimos algo de arte, como dibujar y a crear mándalas, incluso a lavarnos las manos y dientes antes de iniciar las actividades”, indicó Brayan, niño gitano que participa activamente en la escuela.
Por su parte, los padres han agradecido la iniciativa y consideran a los miembros de la fundación sus invitados y amigos, ya que hubo todo un proceso donde se conformó la confianza. “Creemos que el respeto se gana y las amigas de la fundación nos dieron la confianza necesaria para que nosotros las invitáramos a nuestras charas y pudieran hacer la escuelita, hasta nosotros nos hemos sentido acompañados. Se han ganado nuestro respeto”, confirmó Alicia, madre gitana de uno de los niños que asiste a la escuela.
Los grandes desafíos
La comunidad gitana ha sido conocida por ser nómades y tener una población variable, debido a sus propias migraciones. Sin embargo en la comunidad de Pan de Azúcar hay familias que desean volverse sedentarias, obtener un terreno para vivir con el motivo de conseguir una mejor salud para sus hijos y un lugar fijo en el que dispongan de agua potable y electricidad.
La Fundación Para la Infancia busca conseguir en financiamiento con la ayuda de entidades estatales, religiosas o bancarias para establecer un campamento fijo, donde los gitanos y sus familias puedan vivir.
“Estamos haciendo un trabajo con más de 10 familias que desean establecerse, volverse sedentarios manteniendo su estilo de vida viviendo en carpas o charas. Nuestro objetivo es lograr armar un campamento con agua potable, baños químicos, donde ellos puedan pagar un mínimo arriendo para que sepan que no todo puede ser caridad, sino que también tienen que trabajar para poder sostenerse y así vivan no solo de lo que le dan, si no de lo que producen”, declaró Gloria Mieres.
Desde el pasado 2 de noviembre las familias empezaron a emigrar debido a que el terreno que ocupan será ocupado para la instalación de viviendas. De las 10 familias con las que trabajó la fundación desde abril, ya han emigrado 9, solo una quedará sin emigrar, mientras que las otras continúan con un monitoreo por medio de mensajería, volviendo a Coquimbo en el mes de febrero a marzo del 2021.
Otro desafío que presencia la fundación es cambiar la visión que las personas tienen sobre los gitanos, perspectiva que está cargada de prejuicios, que ha distanciado a la comunidad aún más. “Lo principal es que olvidemos el prejuicio y reconozcamos a la etnia romane como nuestros hermanos porque son chilenos. Es una deuda histórica que tiene Chile con ellos y nosotros como fundación queremos saldarla con estas diez familias gitanas con los que estamos colaborando”, añade Mieres.
Se espera que para el año 2021, las familias gitanas, puedan contar con un terreno, que paguen por medio de arriendo, para que puedan vivir tranquilos en la incertidumbre de esta pandemia.
“En la celebración de los 31 años de la declaración de los derechos del niño, creemos relevante destacar el trabajo por los derechos de los niños con la etnia romane. Ellos no están excluidos de su accionar, es nuestro deber como sociedad civil proporcionar su conocimiento y respeto. Por eso agradecemos a todas las instituciones que participaron en la mesa de trabajo y en especial a los socios, voluntarios y amigos, quienes motivados por su buena voluntad nos han apoyado, además invitamos a más instituciones, municipalidades y concejales a colaborar con la comunidad gitana de Coquimbo”, concluyó Gloria Mieres Varela.
Fundación para la Infancia Coquimbo
Fundada en el año 2019, la Fundación para la Infancia trabaja por la prevención, promoción y defensa los derechos de niños, niñas y adolescentes en la región de Coquimbo, visibilizándolos como sujetos de derechos.