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Recientemente la desembocadura del río Limarí fue declarado como sitio Ramsar, por lo que sus cuidados deben ser aún mayores.

Por: Estefanía González 

El humedal de la desembocadura del Río Limarí es un sitio lleno de biodiversidad, hogar de miles de especies y declarado sitio Ramsar por los relevantes servicios ecosistémicos que otorga a la sociedad. Esto porque los humedales, en general, regulan el ciclo hídrico, mitigan el cambio climático y los desastres naturales.

Si bien llegar a ese lugar supone maravillarse continuamente y encontrar mucha paz al lado de una playa casi virgen, con la posibilidad de observar aves únicas. La llegada de turistas, que ha ido en aumento, también supone una amenaza para el ecosistema, sobre todo por la entrada de vehículos en la misma playa o los residuos que los visitantes dejan en el lugar.

Salvador Velásquez Integrante del Centro Cultural Libertad, que hace actividades de educación ambiental  en el humedal sostuvo que “una de las presiones que tienen todos los humedales es el ingreso de vehículos a las playas y esto ocurre cada vez más en la desembocadura del río Limarí”, esto porque las visitas al sector han ido en aumento “sobre todo ahora en contexto de pandemia”.

“El efecto negativo es tanto para animales como para personas, hay un atropello de los nidos y de algunas aves playeras como el pilpilén cuya anidación es entre primavera y verano, entonces se ven afectadas por transito de vehículos que además esta prohibido”, explicó Velásquez.

Carolina Vega, bióloga marina y Coordinadora Local Región de Coquimbo del Proyecto GEF Humedales Costeros señaló que “una de las principales presiones y amenazas son el tránsito de vehículos motorizados por las playas y humedales”, así como los residuos generados por campistas y visitantes.

Lo que “afecta a la fauna del sector, ya que muchas veces nidifican en las dunas en la parte seca de las playas y muchas veces los vehículos pasan por ahí y rompen sus huevitos, principalmente en la época estival”. Los residuos además, “contaminan el sector, a veces los animales se los comen. Los plásticos se erosionan con el sol, el agua salada y el viento y se van integrando al agua, a todo el ecosistema”, sostuvo la bióloga marina.

OTRAS AMENAZAS

Si bien el ingreso de vehículos y los residuos son una amenaza, no son las únicas, ya que muchas personas realizan fogatas por lo que se generan riesgos de incendio, así como también existen presiones derivadas de las actividades en ciudades río arriba.

“Las principales presiones del río es la extracción de agua y contaminación de éstas por las actividades agrícolas y domesticas río arriba, todo llega a la desembocadura desde los valles de Ovalle, Rio Hurtado y Monte Patria” manifestó Salvador Velásquez explicando que “eso igual afecta a los humedales y a las especies que allí habitan”.

LA SOLUCIÓN NO ES PROHIBIR

Para Velásquez las amenazas disminuirían con el control adecuado, sin prohibir la llegada de visitantes. “Toda actividad humana se puede controlar, hace rato que venimos conversando con la comunidad y las instituciones indicándoles que la idea es que se pueda seguir disfrutando de la playa, del río y que se pueda seguir sacando provecho a estos sitios, pero con control”, sostuvo el integrante del Centro Cultural Libertad, añadiendo que “el llamado es a que la gente que visita la playa no deje basura y además coordinar esfuerzos para habilitar sitios de estacionamiento y de acampada, trabajar en conjunto para habilitar espacios ojalá administrados por las comunidades locales”.

 

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