De aspecto inofensivo y belleza extrema, las mariquitas son uno de los insectos más llamativos del mundo, pero hay una especie invasora que está causando graves inconvenientes en los ecosistemas de Chile por su gran voracidad: la chinita "arlequín".
Expertos de la Universidad de Chile lanzaron este jueves una campaña en la que alertan sobre los daños que causa este insecto a otras mariquitas, a los cultivos y a los propios seres humanos y llaman a la población a identificarla y "reportar" su presencia a través de redes sociales y plataformas digitales.
El insecto, de origen asiático y cuyo nombre científico es "Harmonia axyridis", fue introducido en varias partes del mundo para el control biológico de plagas y se caracteriza por ser de un tamaño mucho mayor al de las otras 100 especies de mariquitas que existen en Chile y por tener una "M" en la parte de atrás de la cabeza y nueve puntos en la espalda.
"La chinita arlequín no sólo se come a los pulgones, dejando a las otras especies sin alimento, sino que también se come a otras mariquitas, disminuyendo su presencia en Chile, en Europa y en EE.UU. y amenazando el patrimonio natural y la biodiversidad", explicó Audrey Grez, profesora de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la Universidad de Chile.
El primer ejemplar de esta especie se identificó en Chile en 2008, en un barrio de la capital cercano a la Cordillera de los Andes (Pirque) durante la recolección de insectos para un estudio y desde entonces su población ha crecido notablemente, según la universidad.
"La chinita arlequín no sólo se come a los pulgones, dejando a las otras especies sin alimento, sino que también se come a otras mariquitas, disminuyendo su presencia en Chile”, Audrey Grez, profesora de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la Universidad de Chile.
Este tipo de mariquitas se refugian para hibernar en frutos blandos como las uvas, los arándanos o las fresas (tres de los cultivos más importantes de Chile) y pueden destruir las cosechas, de acuerdo a los expertos.
"Si el vino está contaminado por la larva, el huevo o el adulto, al cosechar la uva, las condiciones del vino pueden cambiar", alertó la científica.
También buscan cobijo en casas y cuando la gente intenta matarlas "generan un líquido amarillo que mancha cortinas, paredes, sábanas, y, si se es alérgico, podría generar una pequeña reacción", indicó Grez.
"No se ha podido generar un plan efectivo que permita el control de esta especie, por lo que se recomienda a la gente que las elimine al interior de su hogar, sin utilizar plaguicidas en los exteriores", agregó la experta.