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1- Max Pixel, 2- Javiera Sánchez
Expertos recomiendan proteger a los más susceptibles (niños y tercera edad), compartir experiencias con los grupos de trabajo, evitar la automedicación y buscar los mecanismos internos de cada uno para enfrentar la crisis.

Sin duda que el estallido social no ha sido indiferente para los chilenos y quienes residen en el país. Consecuencias físicas producto de enfrentamientos, pérdida de fuente laboral por destrozos de locales y alto número de desvinculaciones, han sido alguno de los estragos medibles y apreciables que ha dejado el estallido social.

Sin embargo, hay un aspecto que muchos dejan de lado y que puede acarrear consecuencias si no se presta atención y tiene que ver con el estado de la salud mental.

Pese a que el COMPIN no tiene estadísticas sobre la cantidad de licencias médicas que se han emitido desde el 18 de octubre en adelante, producto del ataque a las instalaciones el pasado 18 de noviembre obligando a sus trabajadores a trasladarse a otras dependencias, desde el organismo indicaron que hubo un aumento en la extensión de licencias médicas de papel, siendo las más recurrentes los trastornos depresivos.

Un estallido social que estuvo acompañado de la paralización de múltiples servicios, entre ellos los Centros de Salud Familiar y Centros de Salud Mental, postergando la atención de especialistas en esas áreas, las que se retomaron hace tres semanas cuando se bajó el paro, explicó el jefe del departamento de Salud Mental del Servicio de Salud Coquimbo, el psiquiatra Sebastián Prieto.

Sin embargo, el profesional indicó que pudo apreciar un aumento en las consultas por trastornos ansiosos y crisis de pánico, aunque la mayor demanda era por lesiones de tipo físicas que ocurrían durante las movilizaciones.

“Eso tampoco es raro porque los procesos de salud mental son más largos a lo que puede ser una herida física (…)Lo que nosotros esperamos es que las personas se pongan más ansiosas, duerman peor, presenten algunas alteraciones desde el punto de vista anímico asociados a estos fenómenos, pero eso no se cataloga como una enfermedad, ni como un trastorno, sino que es un proceso de adaptación normal”.

El profesional fue enfático en aclarar la diferencia, que esa sintomatología no responde necesariamente a un trastorno o patología, que son propios de los procesos de adaptación y que pueden auto limitarse mediante el apoyo familiar y social y los mecanismos de defensa que cada uno presenta ante momentos de angustia o estrés.

“Hay un diagnóstico que es el trastorno por estrés agudo que es cuando a alguien le ocurre una situación muy terrible y genera síntomas inmediatamente, pero la verdad que para catalogarlo como una enfermedad tiene que esperar por lo menos unos 15 días para ver si se sostienen los cuadros, pero además para definir que estos episodios traumáticos puedan haber generado un trauma posterior, como un trastorno de estrés post traumático, uno debe de esperar aproximadamente unos tres meses”.

Los más vulnerables

“En términos muy amplios, cuando hay situaciones globales de estrés, suelen ser los niños más pequeños y los adultos mayores, los grupos más extremos son los que suelen verse más afectados” explicó Prieto.

Se trata de los dos grupos etarios que estarían más vulnerables a sufrir estos cuadros ansiosos, es por eso que el profesional aconseja protegerlos especialmente, ya que son quienes tienen menos formas de expresar su malestar a diferencia, por ejemplo, de los adolescentes.

“En este estallido gran parte de la fuerza de las movilizaciones y manifestaciones son de adolescentes y eso tiene una gracia para ellos, el transformar un malestar en una acción es una de las mejores formas de expresar ese malestar” detalló.

Diferente es el caso de los adultos mayores, quienes por temas de salud o de factibilidad se ven imposibilitados de actuar, muchos se encuentran en abandono, con altas tasas de depresión y vulnerables, viéndose imposibilitados de manifestarse y siendo en muchos casos invisibilizados. 

Respecto a las medidas ya tomadas justamente en favor de este grupo etario, como el aumento en el Pilar Solidario y la rebaja en precio de transporte, y su impacto en los adultos mayores, el profesional manifestó que pueden influir positivamente, sin embargo son medidas evaluables a largo plazo.

Por otro lado están los niños, especialmente los pres púberes, quienes son más vulnerables a los hechos de violencia, por lo que la recomendación es tener especial cuidado con el contenido al que acceden a través de redes sociales.

“Restringirlos de todo tipo de videos, de manifestaciones públicas que se asocien a violencia porque los niños tienen dificultad para contextualizar racionalmente, contextualizan solo emocionalmente, entonces una situación violenta genera un ánimo de violencia y una sensación de vulnerabilidad más abierta”.

Se trata fundamentalmente de evitar los cambios bruscos en la rutina de ambos grupos, ya que cuentan con menos herramientas para protegerse, por lo que recomienda conversar  con ellos y explicarles la realidad del país en lo posible con una visión optimista.

Otro grupo vulnerable, según explicó el doctor Alberto Salas, psiquiatra del Hospital de Coquimbo y encargado del programa de psiquiatría de la UCN, son los pacientes que ya están en tratamiento en psiquiatría y en salud mental, en quienes puede agravarse o condicionarse su cuadro por el contexto social, por lo que requieren mayor atención.

Cuando pedir ayuda

No todos los casos donde hay un aumento del estrés o incertidumbre requieren de la visita a un especialista.

Todas las personas son distintas y lidian de forma diferente de acuerdo a sus experiencias y su propia psiquis, hay quienes requieren de apoyo psicológico y quienes pueden lidiar solos frente a situaciones de crisis.

“Las personas que se conocen mejor lo pueden identificar más fácilmente porque conocen las reacciones que son esperables en su cuerpo o en sus emociones” indicó Prieto.

Explicó que existen varios criterios que influyen y tienen que ver con la intensidad de la sintomatología, la duración, las implicancias que tiene y cuánto afecta en términos de la vida cotidiana, “si noto que mis relaciones afectivas están tendiendo más al aislamiento que al vincularme con el otro, si he tenido que recurrir a la automedicación, si tengo alteraciones que me impiden el funcionamiento de mi día normal, es un buen indicio de pedir apoyo”.

La red de apoyo, la familia, el entorno y la comunidad son factores esenciales en el proceso que cada persona tiene para enfrentar la crisis, es por eso que el psiquiatra recomendó que antes de recurrir a un profesional, uno pueda abrir sus emociones a los más cercanos, ya que las redes de confianza son quienes a uno lo orientan.

“Donde sí se ha visto que han requerido mayores consultas es para quienes han vivido situaciones previas de violencia política, como los usuarios de PRAIS, donde sí personas que han tenido experiencias previas han tenido que consultar a estos espacios de PRAIS porque empiezan a re-experimentar esas sensaciones del pasado, estas son personas que conocen muy bien lo que les ha pasado en su historia y saben bien que esto les había dejado de ocurrir y ahora les vuelve a ocurrir”.

Recomendación de expertos

Aumento en el consumo de medicamentos, alcohol y drogas son algunas consecuencias que el dr. Salas indicó pueden darse en quienes no saben lidiar con la incertidumbre.

“La incertidumbre es una emoción que manejamos con mucha dificultad en general en las personas y la plata tiene que ver con muchas cosas, con responsabilidad económica, con compromisos, miedo de no poder responder y eso puede ir afectando a las personas” aclaró.

Ambos expertos coinciden en que la crisis social no tiene fecha de término, por lo que es necesario buscar formas de lidiar con situaciones de estrés, es así como Salas manifestó que el conversar y hablar con los grupos de trabajo era muy positivo para liberar estrés.

Por otro lado, Prieto señaló que no es recomendable la licencia médica en quienes están con algún cuadro depresivo, ya que mantenerse ocupados ayuda a despejar la mente.

Finalmente, la buena alimentación, actividad física y el buen sueño, ayudan a estar en las mejores condiciones físicas para enfrentarse a estos cambios, señalan los psiquiatras.

Desde el Colegio Médico, su presidente Rubén Quezada manifestó que “nosotros como Colegio Médico hemos tenido conversaciones con el Servicio de Salud para abordar el déficit de camas de paciente psiquiátrico en los hospitales. Sobre todo para tratamientos en casos de descompensación, ya que muchos de esos pacientes terminan “hospitalizados” en los servicios de urgencias”.

 

 

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