¿Sabía que las palabras están vivas, son vida, guardan recuerdos, pueden escuchar, sentir y hacernos soñar?. ¿Sabía que hay palabras que seducen nuestra mirada y memoria, y que nos llenan de fuerza y de vida al pronunciarlas o ponerlas por escrito?
Pruebe a escribir o decir en voz alta, con sinceridad y de corazón, “Felicidad, Amor, Amistad…” Probablemente lo inunde de inmediato una sensación de salud y bienestar. También se sentirá más amigable con usted mismo y con el mundo.
Con estas y muchas otras palabras positivas y poderosas, “palabras líderes” podemos construir nuestro propio “lenguaje para la felicidad”, basado en un cambio de nuestro foco de atención, en la reconstrucción de nuestro diálogo interno, y destinado a crear un relato de nuestra vida que nos haga más felices, según afirma el filósofo Luis Castellanos.
Castellanos (http://palabrashabitadas.com) es pionero a nivel mundial en la investigación del lenguaje positivo como herramienta innovadora para el progreso de la humanidad.
Para ser más felices, y hacer del mundo un lugar mucho mejor para todos, “tenemos que empezar a pensar en cómo nos conectamos con nuestras palabras, empezando por preguntarnos qué es una palabra, pero sobre todo, ¿quién es la palabra? ¿Quién soy yo con esa palabra cuando la pronuncio?”, señala a Efe.
“Tenemos que cambiar nuestro relato para transformar nuestra realidad, nuestros sueños, nuestra felicidad. Preguntarnos cada día ¿Qué he hecho hoy por mis palabras?”, señala el autor de ‘El lenguaje de la felicidad’.
Palabras que nos sostienen
La felicidad se escribe con minúscula, y no con grandes palabras que marcan un antes y un después en nuestra existencia, sino con palabras que guían y lideran cada día de nuestra vida. Son palabras-líderes que nos sostienen por dentro y construyen nuestra actitud ante la vida, según Castellanos.
“Estas palabras-líderes nos permiten construir un nuevo lenguaje y un nuevo destino para nuestra propia humanidad; llaman a la acción justa; son valientes, sabias, compasivas, amables y capaces de amigarnos con nosotros mismos y con la vida”, señala Castellanos.
“Armonía, asombro, sabiduría, amor, compasión, amabilidad, creatividad, amistad, decidir, dar y recibir”, son algunas de estas palabras-líderes, vivas y poderosas que llevan la esencia original de la humanidad, y son capaces de aumentar nuestro bienestar y dar sentido a nuestra existencia”, enfatiza.
Señala que “elegir, habitar, cuidar y proteger estas palabras que se memorizan en el corazón y transforman nuestra mirada ante la vida, es responsabilidad de cada uno de nosotros”.
Castellanos propone en su libro aprender a contar nuestra vida para que genere más vida, para encontrar en nuestro interior la fuerza para tener una vida con sentido. Una narración que nos satisfaga a pesar de nuestras limitaciones, que rondan siempre nuestros pensamientos.
Explica que para desarrollar esta narración necesitamos encontrar la valentía en aquellas expresiones que nos impulsan a buscar lo que queremos ser en la vida, en mirarnos al espejo y escuchar lo que deseamos de verdad y expresarlo, contarlo, y dar una nueva historia a nuestra vida con nuestras palabras.
Ocho pasos para un relato vital
Castellanos describe ocho pasos para empezar a construir esta nueva narración que pueda dar sentido y relevancia a nuestra existencia, a la que denomina "el lenguaje de la felicidad", resumido a continuación:.
Uno. Piense en una experiencia en la que su vida haya tenido un sentido especial, ya sea un momento destacado o cotidiano, y escríbala. ¿Qué palabras, frases y nombres sobresalen en su narración?
Dos. ¿Quién soy yo? Conecte con su identidad narrativa y defínase con sus propias palabras. Reflexiones acerca de cómo ha influido en su relato el que ahora sea más consciente de su lenguaje.
Tres. Al repasar su vida y educación, ¿qué recuerdos, relaciones, tradiciones son las que más le han marcado? ¿qué palabras le han influido? Tome consciencia de ellas, del camino y el tiempo que llevan con usted. Escríbalas desde su corazón, con sinceridad.
Cuatro. Piense en la persona que es hoy y sus logros y escriba aquello que lo enorgullezca y lo que todavía le queda por hacer. ¿Qué lecciones o palabras con valor le gustaría trasmitir a los demás? Comparta sus reflexiones y palabras con un ser querido.
Cinco. Reflexione sobre las limitaciones de la vida, y su actitud ante ellas. Escriba sobre la muerte, la mayor limitación, y qué considera una buena muerte y cómo le gustaría que fuera el último día de su vida. ¿Qué frases le gustaría que pusieran en su lápida?
Seis. Piense y refléjelo sobre el papel, en las personas, lugares, proyectos e ideas que le han ayudado a crear una historia con sentido, a expresar sus valores y a participar de la vida. ¿Con qué palabras definiría sus valores y responsabilidades más importantes?
Siete. Hable del alma de sus experiencias sobre el amor, la belleza y el humor. Cuente tres formas de sentirse conectado a la vida. Elija en usted tres palabras infinitas, imparables, invencibles.
Ocho. Reflexione sobre las esperanzas que tiene sobre su futuro y escriba su ‘proyecto de legado’. ¿Qué quiere contar mediante su vida? ¿Cómo quiere ser recordado? ¿Qué puede hacer en su día a día para construir ese legado? ¿Qué palabras quiere que le sobrevivan mucho después de morir?.
Buscando un nuevo sentido
Castellanos recomienda dedicar a estos ejercicios de 7-10 minutos diarios de silencio, reflexión y escritura, y hacerlos manuscritos, sobre el papel.
Es conveniente a primera hora de la mañana, antes de que todo el mundo se despierte, o por la noche, cuando ya todos se han acostado, en un ambiente sobrio y libre de ruidos, que propicie el silencio exterior y la paz interior.
Señala que los mejores momento y el espacio para centrarnos en la caligrafía de nuestro relato vital, los decide cada uno, pero deben ser un tiempo y un lugar donde queden fuera el agobio y las interferencias, para poder conectar y ser francos con nosotros mismos.
“El objetivo de estos ejercicios es descubrir el sentido de nuestra existencia, despertar la semilla de la pasión que llevamos dentro y fomentar la disciplina de nuestro lenguaje que entrenamos cada día para tener una vida feliz. Es un acto creativo y consciente de narrarnos para elegir las palabras que construyen una buena historia de vida”, concluye.