Jimena, Eugenia y Paola representan a tres generaciones de artesanas de entre las más de cien tejedoras que dan vida al proyecto "Volver a Tejer", con el que el colectivo busca promover la tradición textil de sus lugares de origen y proveer de abrigos hechos a mano a niños de todo Chile.
La iniciativa, desarrollada por el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) del Ministerio de Agricultura, contó en su quinta edición con la participación de mujeres de 24 asentamientos rurales del país, quienes confeccionaron a palillo 1.300 artículos de vestir durante seis meses de trabajo.
Durante ese proceso, las artesanas, han tenido la oportunidad de crear un sentido de comunidad entre las tejedoras e hiladoras en torno al tratamiento de tejidos con fuerte arraigo histórico en sus comunidades, como son la lana de "baby alpaca", llama y oveja.
Unos materiales 100 % naturales y de producción local con los que han confeccionado prendas de vestir para los más jóvenes justo antes de que comience el invierno, que ya se sintió esta semana con un frente de mal tiempo que dejó fuertes nevadas por todo el territorio y más de 7.000 personas aisladas en el sur del país.
Los resultados de dicho trabajo fueron presentados esta semana en la Cineteca Nacional, en un evento al que acudió la ministra de Cultura, Alejandra Pérez, y en el que las artesanas se mostraron a la vez orgullosas de su labor y contentas por la buena recepción que han tenido en sus lugares de origen.
Jimena Mondate, una hilandera de La Ligua, indicó que su familia vive de la tradición textil, pero que esta "se ha perdido con la llegada de la industrialización", al igual que el trabajo con materiales naturales "de mayor calidad que los sintéticos".
"Cuando era pequeña La Ligua contaba con un amplio número de trabajadores textiles especializados en el uso de materiales naturales y locales, pero todo eso se ha perdido con la llegada de las grandes fábricas y la producción en masa", explicó Mondate.
Sin embargo, como comentó Eugenia Báez, iniciativas como "Volver a Tejer" han levantado de nuevo el interés por conocer más acerca de la producción artesanal de ropa y ha posibilitado que muchos jóvenes y mayores se reúnan para volver sobre sus raíces.
Una idea que se ve potenciada con las clases y talleres que incluye el programa y que ambas destacaron, ya que les permitió perfeccionar sus conocimientos y les ha brindado nuevas oportunidades laborales.
"Antes nos dedicábamos exclusivamente al hilado, que implicaba limpiar la lana, lavarla, cardarla, hilarla, teñirla y después coserla. Pero ahora podemos confeccionar nuestras propias creaciones y ofrecer un producto más completo. Algo que nos hace sentir muy realizadas, especialmente porque es para niños", añadió Báez.
Al tiempo que Báez y Mondate reflexionan sobre sus años de experiencia en el tejido e hilado de lana, Paola Múñoz atrajo las miradas de todos los presentes al ser la tejedora más joven del evento.
Muñoz explicó que es la última de una familia con un fuerte arraigo textil, una de las razones por las cuales decidió estudiar diseño de vestuario, ya que es "imposible que a alguien no le guste o llame la atención lo que ve en su casa todos los días", sentenció.
"La imagen que más recuerdo de mi infancia es la de las mujeres de mi familia tejiendo al lado del brasero en el campo, esos momentos eran únicos para compartir, lo mismo que me ocurrió al participar en este proyecto, cuando nos juntábamos las cien artesanas para hablar de todo y más", expuso Muñoz.
La joven tejedora no tuvo dudas y al completar su formación universitaria enfocó su tesis en el estudio del diseño textil artesano y en el que quiere especializarse de cara al futuro.
Para ella no existen límites y está decidida a cumplir su sueño: hacer pervivir las tradiciones de su pueblo y fomentar el uso de tejidos naturales.
Y es que Muñoz, al igual que señalaron sus compañeras más experimentadas, cree que lo más importante es devolver a sus comunidades los valores tradicionales de un trabajo que además de proveer de ropa de calidad también es capaz de crear unión y tejer nuevos lazos culturales.
"El trabajo textil antes no tenía un fin industrial, sino uno más familiar, con el abrigo para el nieto o la bufanda para el hijo. Eso se perdió pero está volviendo gracias a iniciativas como esta, que despiertan el interés en nuestras comunidades y nos regalan la oportunidad de volver a relacionarnos los unos con los otros", concluyó Muñoz.